lunes, 4 de noviembre de 2013

OH WHEN THE SAINTS GO MARCHING IN.-SE VAN A MADRID


            Hace unos días un cliente compartió conmigo su preocupación porque su padre había pillado una neumonía. Como las lágrimas asomaban a sus ojos, Jacques le tranquilizó, encomiándole los progresos de la Medicina.
—¡Es que solo le faltan dos meses para cumplir cinco años!
            ¡Plop!
            Se refería a los cinco años que hace falta estar residenciado en Madrid para no pagar impuesto sucesorio. Los nuevos Fidalgos gallegos (entendiendo por tales los que poseen más de dos o tres millones) adoptan diversas estrategias para evitar el Impuesto de Sucesiones y transmitir el patrimonio íntegro a sus deudos. Como galleguista me opongo a esta práctica, por lo que seré deliberadamente difuso.
            En los últimos tiempos, profesionales, rentistas o pequeños empresarios optan por hacerse madrileños tan pronto se jubilan. Así salen por la puerta del notario con la copia de la escritura del piso en Chamberí, así se dirigen a la calle Goya donde se censan como ciudadanos de la villa del oso y el madroño. Luego transcurrirán cinco largos años durante los cuales sus hijos se desvivirán en atenciones por sus progenitores, elevando constantes plegarias por su salud. Al quinto año ¡aleluya!: al morirse, sus hijos no pagarán casi nada por impuesto sucesorio (exención 99%), ni por donaciones, ni por patrimonio y asimismo rebajarán otros impuestos como renta, transmisiones, ajd., etc.  Es asombrosa la cantidad de gallegos madrileñizados por este sistema; en la categoría indicada (Neo-fidalgos +2/3) creo que ya no queda un solo gallego fetén. A medida que envejecen pasarán el invierno en Canarias, primavera y otoño en Madrid -donde hay magníficos servicios sanitarios- y por supuesto, el Apóstol o el Teresa Herrera por nuestros lares, sin descartar una vivificante estancia en el microclima de Sanxenxo. Jacques cree que Madrid se está imponiendo al sistema tradicional, que consistía en “nacionalizarse” vasco. Es cierto que allí las rentas tributan por unos curiosos módulos (que llegan a reducir la carga fiscal a menos de la mitad), pero la euskaldunización presenta un triple inconveniente. Uno, un velo de mala conciencia producto de los años del plomo. Dos, ¿qué haces con un apartamento en villa-Bildu? Y tres (fundamental), ese dinero, aunque haya tributado legalmente, al salir de Euskadi se convierte en “negro”, porque aunque las leyes ficticiamente sean iguales, cuantitativamente no lo son y no puede acreditarse su origen. Por eso, estos “vascos/navarros de fabricación casera” son clientes habituales de amnistías y regularizaciones fiscales.
            Por no dejarme cosas en el tintero, también están los Paraísos Fiscales. Pero estos ya no son para Fidalgos, digamos que son para “categoría Marqueses”. Últimamente se han puesto de moda los que gozan del paraguas del la UE y es notable las facilidades que está dando uno situado al Sur. Más al Sur, hombre. Tienes que encontrar tres ciudadanos que juren que llevas diez años de residencia, pero el juramento sale bastante barato.
            No se piense que estas costumbres modernas son exclusivas de los gallegos. ¡Que va!, los catalanes, mucho más. Claro, se rebajan 4,5 puntos del IRPF. Uno se queda con los ojos a cuadros viendo como todos esos conspicuos próceres del independentismo se han hecho madrileños. ¿Qué quieren? ¿Ser extranjeros de si mismos? Es broma. Lo que quieren es pagar menos sin renunciar a la “estelada”.

            Jacques sabe lo que hay que hacer para acabar con todo esto, pero por otra parte, como todo el mundo. Unificar las normas fiscales y, en cuanto a España, una aplicación decidida de la facultad de legislar que tiene el Estado (también). Claro que entonces, no te votan. Entonces, la solución es que los electores tomen conciencia del problema y este post no pretende otra cosa. 

          P.D.-Me pregunta una amiga el porqué del nombre "Fidalgos". Los Fidalgos eran la clase social eximida de pagar impuestos, cuyo peso era soportado íntegramente por el otro segmento social, los Pecheros. La diferencia desapareció con el antiguo régimen, en el S XIX y está muy presente en nuestra literatura, de doña Emilia a Valle Inclán. Ya como una reminiscencia del pasado la encontramos en Los gozos y las sombras de Torrente. De nada.

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