Hace unos días un cliente compartió conmigo su preocupación
porque su padre había pillado una neumonía. Como las lágrimas asomaban a sus
ojos, Jacques le tranquilizó, encomiándole los progresos de la Medicina.
—¡Es que solo le faltan
dos meses para cumplir cinco años!
¡Plop!
Se
refería a los cinco años que hace falta estar residenciado en Madrid para no
pagar impuesto sucesorio. Los nuevos Fidalgos gallegos (entendiendo por tales
los que poseen más de dos o tres millones) adoptan diversas estrategias para
evitar el Impuesto de Sucesiones y transmitir el patrimonio íntegro a sus
deudos. Como galleguista me opongo a esta práctica, por lo que seré
deliberadamente difuso.
En
los últimos tiempos, profesionales, rentistas o pequeños empresarios optan por
hacerse madrileños tan pronto se jubilan. Así salen por la puerta del notario
con la copia de la escritura del piso en Chamberí, así se dirigen a la calle
Goya donde se censan como ciudadanos de la villa del oso y el madroño. Luego
transcurrirán cinco largos años durante los cuales sus hijos se desvivirán en
atenciones por sus progenitores, elevando constantes plegarias por su salud. Al
quinto año ¡aleluya!: al morirse, sus hijos no pagarán casi nada por impuesto
sucesorio (exención 99%), ni por donaciones, ni por patrimonio y asimismo
rebajarán otros impuestos como renta, transmisiones, ajd., etc. Es asombrosa la cantidad de gallegos
madrileñizados por este sistema; en la categoría indicada (Neo-fidalgos +2/3)
creo que ya no queda un solo gallego fetén. A medida que envejecen pasarán el
invierno en Canarias, primavera y otoño en Madrid -donde hay magníficos
servicios sanitarios- y por supuesto, el Apóstol o el Teresa Herrera por
nuestros lares, sin descartar una vivificante estancia en el microclima de
Sanxenxo. Jacques cree que Madrid se está imponiendo al sistema tradicional, que
consistía en “nacionalizarse” vasco. Es cierto que allí las rentas tributan por
unos curiosos módulos (que llegan a reducir la carga fiscal a menos de la
mitad), pero la euskaldunización presenta un triple inconveniente. Uno, un velo
de mala conciencia producto de los años del plomo. Dos, ¿qué haces con un
apartamento en villa-Bildu? Y tres (fundamental), ese dinero, aunque haya
tributado legalmente, al salir de Euskadi se convierte en “negro”, porque
aunque las leyes ficticiamente sean iguales, cuantitativamente no lo son y no
puede acreditarse su origen. Por eso, estos “vascos/navarros de fabricación
casera” son clientes habituales de amnistías y regularizaciones fiscales.
Por no dejarme cosas en el tintero, también están los Paraísos Fiscales. Pero
estos ya no son para Fidalgos, digamos que son para “categoría Marqueses”. Últimamente
se han puesto de moda los que gozan del paraguas del la UE y es notable las facilidades
que está dando uno situado al Sur. Más al Sur, hombre. Tienes que encontrar
tres ciudadanos que juren que llevas diez años de residencia, pero el juramento
sale bastante barato.
No
se piense que estas costumbres modernas son exclusivas de los gallegos. ¡Que
va!, los catalanes, mucho más. Claro, se rebajan 4,5 puntos del IRPF. Uno se
queda con los ojos a cuadros viendo como todos esos conspicuos próceres del
independentismo se han hecho madrileños. ¿Qué quieren? ¿Ser extranjeros de si
mismos? Es broma. Lo que quieren es pagar menos sin renunciar a la “estelada”.
Jacques
sabe lo que hay que hacer para acabar con todo esto, pero por otra parte, como
todo el mundo. Unificar las normas fiscales y, en cuanto a España, una aplicación
decidida de la facultad de legislar que tiene el Estado (también). Claro que
entonces, no te votan. Entonces, la solución es que los electores tomen
conciencia del problema y este post no pretende otra cosa.
P.D.-Me pregunta una amiga el porqué del nombre "Fidalgos". Los Fidalgos eran la clase social eximida de pagar impuestos, cuyo peso era soportado íntegramente por el otro segmento social, los Pecheros. La diferencia desapareció con el antiguo régimen, en el S XIX y está muy presente en nuestra literatura, de doña Emilia a Valle Inclán. Ya como una reminiscencia del pasado la encontramos en Los gozos y las sombras de Torrente. De nada.
P.D.-Me pregunta una amiga el porqué del nombre "Fidalgos". Los Fidalgos eran la clase social eximida de pagar impuestos, cuyo peso era soportado íntegramente por el otro segmento social, los Pecheros. La diferencia desapareció con el antiguo régimen, en el S XIX y está muy presente en nuestra literatura, de doña Emilia a Valle Inclán. Ya como una reminiscencia del pasado la encontramos en Los gozos y las sombras de Torrente. De nada.
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