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Vista desde la residencia del rey Juan Carlos en Sanxenxo, donde es muy querido |
Ante los rumores de reforma
inminente del derecho civil de Galicia, parece oportuno abordar uno de los temas
más acuciantes: el de la Legítima del Ojo Morado.
La normativa gallega premia a los hijos que amoratan los ojos de sus madres con una recompensa económica, a diferencia de otras legislaciones peninsulares, más progresistas, que han adoptado un enfoque más moderno. Es cierto que cabe la desheredación por maltrato, pero como cualquier práctico sabe, a la hora de decirle al/a la otorgante que es necesario escribir “cosas feas” en el testamento, a menudo dichos progenitores se retraen, por ser incapaces de abandonar el viejo cliché de que “un hijo es un hijo”. Acaba llevando tanto por legítima el hijo que pega a la madre, como el que la trae al hospital. Llama poderosamente la atención el que se le de un valor privilegiado a la confesión de la víctima de abusos sexuales pero, en cuanto a los padres, se rodee su voluntad de comprobaciones y barreras. Los padres ya quieren por si mismos a sus hijos, los han querido, no hace falta obligarles. Y si no los quieren, sus razones tendrán aunque a menudo prefieran esconder la pena.