miércoles, 29 de mayo de 2013

A POR EL PAN, CON CASCO

         La Directora General de Tráfico nos invita a los ciclistas a una reflexión sobre el uso del casco en ciudad. Jacques ya ha reflexionado. La bici es un medio de trasporte amable, para ir a trabajar, a coger el periódico cuatro calles más allá o a tomarse un helado. En Ámsterdam, Ginebra o Turín (o cualquier ciudad civilizada, valga la redundancia) así se entiende, reservando las mayor parte de las calles del centro a los ciclistas o, en todo caso la mitad, separada por conos o similares. Nadie le tose a los ciclistas; claro, son millones, pagan un montón de impuestos… y votan. Votan. Por eso los Directores Generales, los Ministros y hasta los Presidentes de Gobierno son ciclistas y van a trabajar en idem. Sin perjuicio de que muchos, además, practiquen el ciclismo en carretera los fines de semana. Con casco, por supuesto. En España sin embargo, excepto el presidente (un buen ciclista a quien Jacques ha visto escalar el Lobeira con mucho estilo), se prefiere para los demás cargos a astronautas. Como no van a trabajar en bici (van en Sputnik) ignoran que en ciudad no se anda con casco, que te lo roban, no sabes donde dejarlo –para la bici basta un candado- y que, en resumen, lo que se consigue es echar a los ciclistas de la ciudad, en vez de a los coches.

         La reflexión de Jacques va por otros derroteros. ¿Sabías que la mayor parte de los heridos en aviación se producen por accidente en tierra? ¿Para cuando el casco en el trasporte aéreo? Luego está lo de la caída de cornisas: miles de accidentados y esto no es una broma. ¿Cómo se puede permitir a los peatones circular por la calle sin casco? Jacques también está a la espera de una estadística seria sobre cuantos muertos y heridos se podrían ahorrar con la aplicación del casco a la automoción. Un buen casco integral, como el de Alonso. Seguro que serían miles. Pongámonos manos a la obra ¡ya!


Lo que Jacques propone a los cuatro millones de ciclistas españoles es que seamos conscientes de nuestro poder y que lo ejercitemos. Que los astronautas no nos vengan con milongas. Que, de una vez se libere –liberemos nosotros- espacio bastante para circular tranquilos por las ciudades. Como mínimo, el mismo que el asignado a los adictos al monóxido de carbono aunque, si de verdad queremos ser europeos, está claro que la supremacía debe ser de la bici. De momento, que al menos alguno de los altos cargos, en especial de Tráfico, sea de los que van al trabajo en bici. Y, por favor, señores políticos ¿podríais reflexionar un poco antes de hablar? No solo vamos a ser los ciclistas los “reflexivos”.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, el casco es totalmente innecesario y cuando se trata de ciudades pequeñas lo es incluso más. Sin embargo también en grandes ciudades europeas como Amsterdam, el hecho de prescindir del casco no provoca ningún tipo de problema.Lo que sí se debería fomentar es el uso de la bici, un transporte ventajoso en múltiples sentidos, empezando por su carácter ecológico.En cambio con medidas como esta se provoca precisamente el efecto contrario,como bien comenta nuestro amigo Jacques, " lo que se consigue es echar a los ciclistas de la ciudad, en vez de a los coches".

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