Innecesario es encomiar la importancia de la
leche: sin ella, el desierto verde gallego es un simple asilo extendido de
ancianos, carísimo de mantener.
El origen del problema es patente: la supresión
de las “cuotas” lecheras y la aplicación de las leyes del mercado: “te compro
al precio que me vendas”. La consecuencia ha sido la habitual: la ganadería tradicional
se ha vuelto antieconómica mientras otras explotaciones rentables multiplican
exponencialmente su producción y beneficios. Nihil novo sub sole: lo mismito
que cuando los carreteros andaban a palos con los ferroviarios. Pero la leche
en Galicia no es un simple problema económico: lo es político, de subsistencia
de su ser y estar en el mundo.
Como una de las soluciones que se ha
propuesto es “lo de FRANCIA”, vamos a examinar en que consiste lo allí acordado
en la “Table Ronde” (Mesa Redonda). Que ya podemos anticipar que no es ninguna
ley, reglamento ni nada que se le parezca, of course (los alemanes cerrarían el Carrefour de Munich): es una “expresión de
buena voluntad” que si quieres la cumples y si no, no.
—El acuerdo de buena voluntad al que han
llegado el 24/07/2015 los sindicatos agrícolas minoritarios y la industria
lechera francesa es que la leche “primer precio” comercializada en grandes distribuidores
(mantequilla, crema, yogures brics y botellas), no debería pagarse a menos de
340 euros los mil litros. Afectaría pues a un 40% de la producción lechera. A la
salida de la reunión los industriales lecheros han constatado que es “imposible”
garantizar un precio mínimo de compra. Para Palach, secretario de la Confederation
paysanne, estos acuerdos deberían permitir, al menos un “mantenimiento del
precio”.
—Desde el 24 de julio hasta hoy el acuerdo no
ha sido cumplido por ninguno de los industriales con excepción del grupo
Savencia. Que sin embargo manifiesta que se ha visto obligada a comprar leche a
precio de mercado en los vecinos europeos (Alemanía, Holanda, Bélgica…) so pena
de represalias y sanciones de los países importadores.
—Un amplio sector expresa su opinión de que
no se ha podido cerrar ningún compromiso firme.
¿Es algo parecido lo que quieren los
ganaderos gallegos? ¿Existe alguna otra solución?
A Jacques, como gallego, le encantaría gastar
su varita mágica en este tema. Por desgracia, no funciona. Las cosas que se
hacen por ahí adelante son rufas, vulgares pero ¡es lo que hay!
—El
mercado o es intervenido o es libre. Si se quiere un precio mínimo de
intervención, hay que volver a las cuotas lecheras (caso contrario, con un
precio garantizado, ya saldría alguien que produjera tropecientos millones de
toneladas e hiciera quebrar el sistema, pensiones de Agraria incluidas. Véase
la política sobre “Energías Renovables”).
—Al Estado se le puede pedir lo que puede dar
el Estado. Allá los que les parezcan deseables las “mesas redondas” sobre
materias que son competencia de la Unión
Europea . Lo
que el Estado puede tramitar, pedir y en su caso obtener es: a) El aumento del
precio de referencia que permite compras públicas de leche en polvo y
mantequilla, para aminorar el excedente de leche (que es lo que hace bajar los
precios). b) Exenciones fiscales y créditos para reconvertir las explotaciones
ganaderas ruinosas (basadas en la compra de piensos y forrajes) en negocios
rentables que usen nuestras fortalezas: la lluvía, el sol (clima templado) y
los pastos naturales. c) Decir la verdad aunque no te voten.
Eso no se hace de un día para otro, de
acuerdo, pero es mejor algo que nada y lo peor de todo son los engaños. ¿Por
qué no empezamos por la exención fiscal de las fincas en el Impuesto de
Sucesiones y Donaciones?
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