martes, 11 de enero de 2022

LOS VALORES DE LAS COSAS

Foto Mercedes Rajoy


Pregunta.-Estoy algo despistada con las valoraciones que vienen en 2022. ¿Puedes escribir algo sobre eso?

El libro lo puedes bajar aquí: Docampo versus Colón


Respuesta:

Echa un vistazo al bolso. ¿A qué crees que sabes lo que vale lo que tienes? Pues, ¡qué va!, no tienes ni idea.

Hasta las uvas del 2021 quien determinaba el valor de las cosas era la dueña.  A partir del chocolate con churros del 2022 es el estado quien determina la valoración de las cosas que  una detenta y se denomina “valor de referencia”. Se aplica a todo, a la barra de labios, a la cajetilla, o a ese piso que has comprado con hipoteca de La Caixa. Por supuesto, básicamente su utilidad está en el pago de impuestos. Vamos con un juego de preguntas respuestas sencillas a nivel de calle, bien advertida de que, para las dudas gordas, tienes que gastarte los cuartos en un especialista.

*¿Cómo funciona esto? En el fondo es muy sencillo, pues al quedar claro lo que vale cada cosa, se han suprimido los recursos y las “complementarias”. Hasta ahora eras tú quien auto-valoraba su bien y, si Hacienda discrepaba, enviaba la “complementaria”, pudiendo tu recurrir a la tasación pericial contradictoria. Ahora todo eso sobra. Un ejemplo, vamos a suponer que heredas de un tío un par de pisos que tú opinas que valen 120.000 euros cada uno. Tras consultar el “valor de referencia” te das cuenta que uno lo tiene de 170.000 euros y otro de 180.000 euros. Pues bien, la base del Impuesto de Sucesiones son esos 170.000 + 180.000 = 350.000, y da exactamente igual  lo que tu pienses o a cómo crees que los puedes vender: es el Estado el que piensa por ti. Tan práctico método hace inútiles las liquidaciones paralelas.

*¿Cómo averiguo el valor de mis cosas? Si se trata de inmuebles, ve a la página del catastro y allí puedes acceder a él con una tarjeta electrónica. Si careces de ella ¿me quieres decir, Mari, a que estás esperando para proveerte de una?

*¿Y si me niego, si quiero seguir siendo yo la que valore mis cosas, al menos en un principio? Pues nada, te caerá un expediente  de Hacienda y una multa, puesto que las leyes fiscales obligan a liquidar por la base correcta (el valor de referencia). Lo del 2021 para atrás es agua pasada, como aquel crucero a Civitavecchia sin covid.

*¿Y qué tal son esos valores? Por ejemplo, para inmuebles se calculan promediando las escrituras que envían los notarios en la zona que, si se ha recurrido al crédito, incorporan tasaciones. Al resultado se le aplica un factor de minoración del 0,9. El resultado suele aproximarse bastante al valor real en venta, lo que produce el resultado lógico de que a menudo lo supera.

*¿Qué puedo hacer en este último caso? La única forma de impugnar una liquidación por encima del precio es acudir al expediente de rectificación. Si triunfas, encima habrás hecho un favor a tus vecinos, pues el abaratamiento de tu piso repercutirá al menos unos céntimos en el “precio más probable” de las casas de tu vecindario. Y es que los “precios de referencia” se revisarán anualmente.

*Por si no ha quedado claro: el impuesto se debe liquidar por valor de referencia, no por el precio ni por la expectativa de precio. La única excepción es que el precio sea superior  a la "referencia".

Ah, vascos y navarros van por libre. Pasan de todo. Pero tú eres gallega.

 


Docampo versus Colón (click) --ya disponible en amazon/kindle además de en papel--El capítulo 4 del libro II está dedicado a la patrona inmediata de Sebastián, Beatriz de Bobadilla, a cuyo servicio la había destinado la señora de ambos, Isabel de Castilla. Por Beatriz verterá su sangre, y nada más, puesto que la competencia estaba muy dura para un gallego de aldea. Creo que los libros II y III son muy amenos, el I es algo más técnico. Así empieza el capítulo 4:


Beatriz de Bobadilla siempre supo manejar a los seres humanos, aunque la literatura del siglo veinte encontrará más novelesco referir ese poder al sexo masculino exclusivamente. A nosotros nos interesará sobre todo por haber seleccionado a Sebastián de Campo como su hacedor y el primero de sus capitanes, aunque sea imposible pasar cerca de esta auténtica mujer fatal del Renacimiento sin dejarse seducir por su leyenda. En principio, el que haya sido una mujer de luminosa belleza que deslumbraba a todos los que la miraban, como dice Rumeu, sería indiferente para nuestro relato; tendrías la tentación de decir que si “un pasado de encubiertas pasiones rodeaba de un halo de misterio a su persona”, eso sería problema suyo ¿verdad? En pura técnica biográfica lo único relevante es que su brazo ejecutor hayan sido los primos Campo y Antonio de la Peña, compañeros fieles de todos sus actos. Pero picamos demasiado alto, a riesgo de volver anodino el relato. No seremos aquí quienes agüemos la fiesta; si queréis que creamos que fue la amante de Fernando el Católico, de Cristóbal Colón, del maestre de Calatrava y de tutti quanti, creeremos, doy mi palabra. Hay material para todos, para que se te encoja el corazón cuando lees como asistió impertérrita al despedazamiento e inmersión de sus súbditos gomeros y a la venta de sus hijos, o, por el contrario, para asistir con asombro a la época de paz, armonía y progreso que se dará en Gomera, bajo su dirección, tras enviudar de Peraza. Algo que no sucedía ni sucederá jamás en ninguna de las Canarias.

 

las aguas turbulentas y aniquiladoras que venían precipitándose por los ejidos de la isla, casi durante un siglo, producidas por la inquietud, la zozobra y la desesperación de sus hijos, no sólo se serenaron durante su mandato, sino que fue ella quien logró remansarlas en la concordia, llegando hasta constituir la tan necesaria y suspirada unidad política entre los gomeros 1.

 

Hija de Juan Fernández de Bobadilla que llegó a ser cazador mayor del reino, el mote de La Cazadora parece venir de perlas a una mujer que pasará a la sección rosa de la Historia como devora-hombres. Introducida en la corte recién pasada la pubertad, su único servidor probado será Rodrigo Téllez de Girón, que, como maestre de Calatrava, estaba obligado al voto de castidad de todo monje. El cronista de Indias que tanto citaremos aquí, Gonzalo Fernández de Oviedo, escribe:

 

Su invención me deciz; que yo conoscí una gentil dama de quien me dixeron que este maestre fue muy servidor 2.

 

El primer deseo que sientes cuando te adentras en la procelosa vida de la mis Mundo del tiempo de los Católicos es tener delante una imagen de ella, bien; en la red podemos encontrar sin esfuerzo magníficos retratos falsos. Trujillo Cabrera 3 apela más bien a nuestra imaginación:

 

Su retrato físico según todos los autores, responde a un canon de excelencia y dignidad. La suponen mujer más bien alta que baja, esbelta, de hermosura nada común, morena, de ojos negros, y atrayente por la simpatía de su trato y modales.

 

O sea, Pe. Con un sólo amante, sobre todo si era un casto fraile y maestre de la todopoderosa orden de Calatrava, había bastante morbo para su época, pero poco para la nuestra; quizás por ello se añadieron a su morral de cazadora dos presas de la máxima categoría: el rey Fernando el Católico y Cristóbal Colón. Siendo el chismoso Baltasare Castiglione, autor de El Cortesano ¿acaso no está justificado el vuelo de la imaginación? Cuenta el italiano que la puerta de La Cazadora estaba cuajada de dibujos al carbón representando “aquellos animales indecentes que tiznan las paredes de las hosterías”, a cuya vista, el cortesano Carrillo comentó a la condesa de Castañedo que le acompañaba: “Mirad señora, las cabezas de las fieras que mata cada día la señora Boadilla en sus cacerías”.

El maestre de Calatrava morirá en Loja contra el moro, de una saetada en la garganta; mientras, Beatriz, terminará su educación en la corte de la reina.

 

recibirá la formación que delata en sus actitudes personales, mezcla de intrigas, vicios, estudiados modales y virtudes… Debió sin embargo haber copiado más al valioso modelo que Dios le puso a su lado: a la Reina Isabel 4.

 

Las postrimerías de su estancia en la corte estarán marcadas por la presencia en ella de un dicharachero asesino de pequeño tamaño: Hernán Peraza, que se había presentado a pedir perdón por su insidioso papel en la muerte de Juan Rejón, el frustrado conquistador de Tenerife y Palma. En aquel tiempo, 1482, Beatriz se estaba aplicando a poner ojos dulces nada menos que al rey Fernando; eso lo afirman todos los historiadores. Lo que se discute (y no rebajo la importancia del dato) es si llegó a subir todos los escalones de su lecho con dosel. Creeréis que me pierdo, pero todas estas caprichosas vueltas del destino serán decisivas para el devenir de Sebastián Docampo. Peraza, un señorito andaluz que había venido a palacio para suplicar que no se le degollase, no pudo menos que darse cuenta de un hecho que rondaba en el ambiente: el fuego que mis Mundo tenía entre las piernas amenazaba incendiar la corte. Un reo capital tiene la obligación de salvar la vida cuando se presente la ocasión, por rocambolesca que sea. Incluso si la puerta de escape adopta las formas ojivales de un coño. Elegiré, casi al azar, uno de estos cronistas: difieren en algunos detalles pero, en el trasfondo, todos concuerdan:

 

Pero los favores, que consiguen para los grandes señores cualquier cosa, no hicieron falta a Peraza, de tal modo que la misma reina Isabel lo favorecía para su propio provecho. En efecto, teniendo celos porque el rey se había enamorado de Beatriz de Bobadilla, su dama (famosa en aquellos tiempos por su belleza y por los amores del rey, de que hace mención el conde Baltasar Castiglione en El Cortesano), procuró casarla con Fernán Peraza y llevársela de la vista y dejar la vida al prisionero favorecido. El rey consintió para dar satisfacción a la reina y para enderezar el carro volcado; y así Peraza tuvo la vida salva y mujer, con el castigo de que debía servir en la guerra de Canaria con sus vasallos, hasta tanto que se hubiera conquistado la isla 5.

 

Los contemporáneos se contentan con decirnos que la reina tenía muchos celos de su dama “doña Biatris de Bobadilla”, “muy hermosa y discreta a quien el Rey le parecía que miraba y estimaba más que a las otras”. Quizás sólo se toqueteaban de vez en cuando. Pero el affaire se ira caldeando con el devenir de los siglos. Supongo que se quedaría de piedra si supiese que, el siglo XX, los plumíferos más imaginativos describirían la relación en obras no aptas para menores.

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