jueves, 14 de febrero de 2013

LOS ASESINOS DE LOS DESHAUCIOS


         
         Recientemente hemos visto un grupo a las puertas del Congreso que increpaba ¡asesinos, asesinos!, a los que, a su juicio, son los culpables de los desahucios y, en consecuencia, de que la gente se suicide. Intentaré profundizar en la noticia más allá del “ruido mediático”, que produce noticias francamente mejorables.
         Muchos de esos suicidas habían arreglado su situación con el banco y estaban dispuestos a iniciar una nueva vida. Habían comprado el piso con una hipoteca de 100.000 euros, digamos, y con las crisis y los impagos la deuda había subido hasta los 180.000. Después de muchos dimes y diretes habían saldado sus obligaciones con la entrega del piso al banco y la deuda había quedado liquidada. Estaban en paz, fastidiados, pero en paz. El motivo de suicidio vino después. Al cabo de un año o dos Hacienda (que somos todos) descubrió que había un incremento de patrimonio, ya que habían adquirido por un precio (100) y transmitido por otro (180). Entonces va y les envía una liquidación complementaria por renta, digamos 35.000 euros. Y los señores abren la espita del gas o el tarro de las pastillas. Más o menos lo mismo que cuando los viejos gallegos, desesperados por no poder atender los gastos e impuestos de sus propiedades las ceden a los hijos por pacto sucesorio. Hacienda dice ¡incremento de patrimonio! ¡A pagar por renta! O cuando un dependiente cede el piso a un sobrino o a una señora peruana para que le cuide. ¡Incremento! ¡A Pagar! En este último caso Facenda Galega ayuda a aumentar el palo, confundiendo el contrato de vitalicio con el de pensión, enviándoles una complementaria por actos a título gratuito. El alpendre. La soga.
         Claro que Hacienda y Facenda somos todos, esa cosa que paga a los médicos, los maestros, los pensionistas y los parados. Quizás esas medidas sean necesarias en la presente situación de emergencia; pero en ese caso tenemos que tener el coraje de admitir que los que matamos a los desahuciados somos todos nosotros. Unos grititos no pueden servir para auto-situarnos en un limbo bienpensante.
         Jacques cree que las leyes que se están estudiando (desahucios, dación en pago…) deben tener en cuenta la situación real, no la mera propaganda política. Proteger a los más débiles, no solo frente a los enemigos más visibles y aparentes (los malvados bancos, los crueles políticos), sino frente a la sociedad, frente a nosotros mismos. Homo homini lupus.

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