Recientemente
hemos visto un grupo a las puertas del Congreso que increpaba ¡asesinos,
asesinos!, a los que, a su juicio, son los culpables de los desahucios y, en
consecuencia, de que la gente se suicide. Intentaré profundizar en la noticia más
allá del “ruido mediático”, que produce noticias francamente mejorables.
Muchos
de esos suicidas habían arreglado su situación con el banco y estaban
dispuestos a iniciar una nueva vida. Habían comprado el piso con una hipoteca
de 100.000 euros, digamos, y con las crisis y los impagos la deuda había subido
hasta los 180.000. Después de muchos dimes y diretes habían saldado sus
obligaciones con la entrega del piso al banco y la deuda había quedado
liquidada. Estaban en paz, fastidiados, pero en paz. El motivo de suicidio vino
después. Al cabo de un año o dos Hacienda (que somos todos) descubrió que había
un incremento de patrimonio, ya que habían adquirido por un precio (100) y
transmitido por otro (180). Entonces va y les envía una liquidación
complementaria por renta, digamos 35.000 euros. Y los señores abren la espita
del gas o el tarro de las pastillas. Más o menos lo mismo que cuando los viejos
gallegos, desesperados por no poder atender los gastos e impuestos de sus
propiedades las ceden a los hijos por pacto sucesorio. Hacienda dice
¡incremento de patrimonio! ¡A pagar por renta! O cuando un dependiente cede el
piso a un sobrino o a una señora peruana para que le cuide. ¡Incremento! ¡A
Pagar! En este último caso Facenda Galega ayuda a aumentar el palo,
confundiendo el contrato de vitalicio con el de pensión, enviándoles una
complementaria por actos a título gratuito. El alpendre. La soga.
Claro
que Hacienda y Facenda somos todos, esa cosa que paga a los médicos, los
maestros, los pensionistas y los parados. Quizás esas medidas sean necesarias
en la presente situación de emergencia; pero en ese caso tenemos que tener el
coraje de admitir que los que matamos a los desahuciados somos todos nosotros. Unos
grititos no pueden servir para auto-situarnos en un limbo bienpensante.
Jacques
cree que las leyes que se están estudiando (desahucios, dación en pago…) deben
tener en cuenta la situación real, no la mera propaganda política. Proteger a
los más débiles, no solo frente a los enemigos más visibles y aparentes (los
malvados bancos, los crueles políticos), sino frente a la sociedad, frente a
nosotros mismos. Homo homini lupus.
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