SUMARIO
1.-EL MEJORADO POR PACTO LO LLEVA A MAYORES
2.-CATALUNYA
3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN
Oca de la catedral de Barcelona estupefacta por lo que hacen con su huevo. Ver más adelante |
1.-EL MEJORADO POR PACTO LO LLEVA A MAYORES. NO PROCEDE COLACIÓN
La consulta, en esencia, es la siguiente: se trata de un padre gallego que, en vida, otorgó Pacto de Mejora sobre cierto bien en favor de uno de sus hijos (H1), falleciendo con posterioridad instituyendo herederos a sus tres hijos (H1), (H2) y (H3). A la hora de hacer la partición, H2 y H3 sostienen que la Mejora es una especie de “donación colacionable”, debiendo H1 traer el bien a colación en la partición y tomando de menos su importe de la masa hereditaria.
Respuesta: la tesis de H2 y H3 parece un tanto osada; es cierto que la Agencia Tributaria sostuvo largos años que el Pacto de Mejora se trataba en el fondo de una donación encubierta (pero “no-colacionable”) al efecto de aplicarle el impuesto de ganancia patrimonial, cosechando, por cierto, sucesivos palos judiciales hasta que el Tribunal Supremo aclaró que estábamos ante una sucesión “en vida” y que no procedía aplicar el IRPF de las donaciones. Pero en lo de mantener, como parece, que el Pacto de Mejora no es una Mejora, creo que hasta le fecha nadie ha llegado hasta ahí.
Profundicemos en la naturaleza del Pacto de Mejora gallego, partiendo de la Ley que le dio carta de naturaleza en nuestro sistema: la Ley-Galicia 4/1995, de 4 de mayo en su artículo 128:
“Será válido el contrato o pacto sucesorio en el que se convenga la Mejora a favor de cualquiera de los hijos o descendientes, sin más limitaciones que el respeto a los derechos de los legitimarios”.
O sea que lo demás, no hay que respetarlo. ¿Y cuáles son esos “derechos de los legitimarios”? La ley de 1995 se remite en su art. 3 al Código Civil. Este, aclara en su art. 808 que la legítima de los hijos son las 2/3 partes del haber hereditario pero, muy importante, continúa:
“Sin embargo, podrán estos disponer de una parte de las dos que forman la legítima para aplicarla como mejora a sus hijos o descendientes (a alguno o algunos)”. El hijo que lleva la Mejora, se le lleva entera, como Mejora que no por donación y, por supuesto, no tiene que traerla a colación: para él sólo es la cosa y su valor. Los Pactos Sucesorios gallegos, aun con entrega de bienes, son sucesión mortis causa, según resulta de la ley y ha corroborado el Tribunal Supremo ante la porfía de Hacienda. Que la el pacto de mejora se refiere a la mejora de toda la vida, han tenido ocasión de reiterarlo diversos organismos jurisdiccionales, no solo la ya famosa STS de 09/02/2016 (se trata "de una transmisión lucrativa por causa de muerte"), sino, por ejemplo la SAP de Pontevedra de 21 de mayo de 1978 ("hace entrega a los mismos -mejorados- con imputación a la parte libre”), como la Resolución de la DGSJPYFP (antes DGRN) de 13/09/2021 donde se dice que “el testador puede en vida disponer de cualquier bien o derecho que integre su patrimonio y ello tendrá como consecuencia la reducción del haber hereditario”. La mejora es un plus que lleva el mejorado y este no tiene, para nada, que llevarla a colación a ningún sitio, sin perjuicio de que si se ve perjudicado el crédito legitimario de sus coherederos, deba rascarse el bolsillo. La antítesis de la donación colacionable es el pacto de mejora; en la primera, se trata de igualar a los herederos considerándola como un anticipo de herencia; en el segundo, de desigualar, favoreciendo o mejorando a un heredero sobre otros. Es cierto que la colación tiene un 2º sentido, no como "tomar de menos" el donatario en la partición, sino como valoración del posible perjuicio de legítimas. En tal sentido restrictivo se prevé para el pacto de Apartación, pero no para el de Mejora.
La novedad en materia de Mejora (tanto por testamento como por pacto) que ha significado la ley Galicia 2/2006 es que ahora “la parte libre” ya no son solamente 2/3 (el de libre disposición y el de mejora, como antes). El testador, sumando “bienes concretos”, puede disponer, de presente, por Pacto de Mejora de la totalidad o gran parte de los bienes hereditarios a favor de un hijo o algunos de sus hijos. Ello no quiere decir que los no-mejorados se vean privados de su derecho crediticio a la parte proporcional del cuarto líquido de la herencia (1/12 si reparten entre tres): el que lo lleve de menos puede pedir el complemento al que lo lleve demás, dentro del carácter informal de nuestro derecho, lo que se ve muy gráficamente en el art. 221. Complemento de legítima que, por cierto, puede pagar en dinero de su bolsillo, no siendo preciso que los demás lleven ni un céntimo de la herencia, ni un centímetro de casas o terrenos. Mejora, del latín melior-oris, significa según la RAE "superior a otra cosa y que la excede en alguna cualidad natural o moral".
En fin, creo que es un esfuerzo superfluo intentar justificar que una mejora es una mejora, un beneficio o como quiera llamarse, algo que lleva demás el mejorado que, si es heredero, puede concurrir al reparto del resto. Lo otro sería una burla. Es más, si forzásemos su naturaleza para convertirla en una donación (desmintiendo la letra de la Ley y la doctrina del TS que la consideran una sucesión), esa donación fantasmal sería no-colacionable, porque el presunto donante habría dispuesto que se denominase mejora (art. 1036 CC). Y la parte libre, bajo el imperio de la Ley 2/2006 puede adoptar toda la desmesura que se desee. O sea que, ni como donación (que no lo es) sería colacionable.
En resumen, el pacto sucesorio de Mejora puede conceder de presente al beneficiado/s bienes concretos "a mayores de la herencia", "a mayor abundamiento de la herencia", "como algo superior o mejor que la herencia de los coherederos", etc. No hay que colacionar nada por eso, porque es Mejora y no es ni donación, ni colacionable.
La voluntad del testador gallego es libérrima: por poner un ejemplo extremo un padre de cinco hijos puede instituir heredera a su esposa... o al R.C. Deportivo de A Coruña. En cuyo caso, a su fallecimiento, todos sus bienes (los pisos, el dinero del Banco...) hacen tránsito al Deportivo que asume la obligación de pagar sus deudas, entre otras, la legitimaria de los hijos equivalente al cuarto del valor líquido de lo heredado (para todos ellos). Deuda que se podría pagar de la caja del Deportivo si no estuviera llena de telarañas.
En Barcelona ponen los huevos a bailar en el chorro de las fuentes, palabra |
La pobre oca dice ¿no podrían poner a remojo un mango? |
2.-CATALUNYA
Estos días he estado en Catalunya, tierra que estimo tanto que, tiempo hace, me he llegado a declarar catalán en un testamento... hasta que las leyes gallegas han reproducido las catalanas y me he permitido regresar a mi naturaleza A. Observo que los rasgos que la hacen admirable siguen ahí, a pesar de, a pesar de: seriedad profesional, pulcritud, seny, sentido del humor... además, son los únicos humanos capaces de hacer bailar un huevo en el chorrito de una fuente. Naturalmente a día de hoy se hace imposible no llevar la parabólica puesta, intentando captar las vibraciones del ambiente. Sin que pretenda haberme convertido en un gurú por pasar allí unos días, es fácil observar que existe una profunda división en relación al órdago planteado. Un sector de la población, los que no reciben beneficios del sistema, pasa completamente del tema, de suerte que se hace difícil incluso practicar la llengua, por ejemplo, en un bar. Otro, quizás con más excepciones, prima el mundo de los negocis, y añora aquello que planteó Mas a Rajoy en un primer momento: un convenio de no pagar impuestos, como el vasco, pero de eso de independizarse de los clientes, res de res. Es en las amplias capas medias donde ha tenido éxito la propuesta de una visión alternativa de la historia, donde el Corpus de Sang no tendría nada que ver con el resto de las revueltas peninsulares o la guerra de Austrias contra Borbones por el trono español sería una especie de guerra de la Independencia particular.
Pues nada, el pasado 16 de junio fue el día del Corpus y me encontré con una partida de segadors cerca de la Seu. Y yo, como buen botifler, les disparé rápido con el I-phone en pleno corazón: eh ahí el resultado.
Si algún amigo me lee y se entristece, le ruego que aplique el rasgo nº 4: sentido del humor.
¡Santiago y cierra España en Barcelona! |
Pero els segadors nunca cejan... ¿No se pierdan el próximo capítulo! |
3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN
Como es el ultimo (el 9 del libro III), transcribo íntegro aquí el capítulo dedicado a la muerte y a la posteridad de Sebastián Docampo (o Sebastián de Ocampo). Bien enterrado en su panteón en la iglesia de San Sebastián, junto al quemadero de herejes de Sevilla, seguro que se pasó gran parte de la eternidad temblando de puro miedo por razones que entenderán los que se hayan bajado o comprado en papel el libro Docampo versus Colón.
-9-
Inés Romes
Tenemos evidencias sobre las exequias celebradas por
el alma de Sebastián de Campo en 1514. La sincronía de las disposiciones que,
doce años después, en 1526, dictará Inés Romes, viuda del albacea, confirman el
aceitado funcionamiento del fúnebre mecanismo prefigurado, si no hubiese
bastado lo bien articulado que lo dejó en su testamento. El funeral se celebró en
la iglesia de San Sebastián, junto al sevillano campo de Tablada, donde el quemadero
de herejes. Cualquier fallo en el estricto protocolo, por ejemplo, si el
oficiante se hubiese presentado sin una casulla de damasco blanco con cenefas de
carmesí, acarraría una multa de 1.000 ducados de oro, y eso es mucho, pardiez. El
primogénito Gonzalo, con ser el primogénito, debería de conformarse con 100. Un
malpensado podría barruntarse que Campo se dejó de heredero a sí mismo. Piensa
mal y acertarás.
El magnífico cortejo funerario desfilaría a plena vista
de una opulenta Sevilla, acostumbrada ya a estos espectaculares entierros de Conquistadores:
Y mando cuando mi señor fuere servido de me llamar de esta
presente vida, que mi cuerpo se lleve a enterrar por la ciudad y no por el
campo, para que los que me vieren rueguen a Dios por mí anima 1.
Su sabiduría gallega habría indicado a un Campo aquejado,
probablemente de sífilis agravada por el bochorno veraniego, que Dios no prevé
excepciones a cierta rutina impuesta a los humanos (“y temiéndome la muerte, que
es cosa natural, de la cual ninguna persona del mundo puede escapar 2”). Pues bien, él no se metería con esas manías de Dios,
pero que el Señor no se inmiscuyese en los detalles de su muerte: eso era cosa
suya.
Y mando que para mí enterramiento se busquen treinta clérigos
togados que acompañen mi cuerpo y todos me digan misa el día de mi entierro en
la dicha iglesia de San Sebastián. Y además que las misas que ellos dijeren, mando
que digan dicho día de mi enterramiento, estando mi cuerpo presente, una misa de
réquiem cantada; y que todas dichas misas sean celebradas con su ofrenda de pan,
vino y cera 3.
¿Acaso se habría equivocado y estos serían los funerales
de Keops? No, que va. El faraón nunca hubiera plantado aquí su puntiaguda pirámide
funeraria. Al egipcio le iban los olores majestuosos, algalia, incienso, mirra,
jazmín; el faraón jamás hubiese tolerado para sus eternos renacimientos este tufo
a carne humana chamuscada. Y es que por una increíble, tremenda casualidad, el
quemadero de herejes de Sevilla estaba en el prado de san Sebastián, en las inmediaciones
de la iglesia homónima, donde Docampo ordenará ser sepultado.
mando que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia y casa
del señor San Sebastián, que es fuera y cerca de esta ciudad de Sevilla, en el
campo de Tablada… 4
El quemadero de Sevilla estuvo en el prado de San Sebastián,
llamado así por la proximidad de la ermita del mismo nombre, dentro de la amplia
zona de Tablada (que quedaba entonces en este lado del río). Era muy fuerte el
perfil siniestro del lugar, porque estaba allí también la horca del poder civil.
Era una mesa cuadrada, cóncava en el centro, de piedra y ladrillo, con estatuas
de los cuatro profetas en las esquinas y con columnas traídas del pueblo de Villafranca.
Parece ser que estas estatuas de yeso, huecas, se usaban para colocar a los impenitentes,
a fin de que murieran a fuego lento 5.
Sientes una incredulidad teñida de horror al saber que
Sebastián se proponía pasar aquí su eternidad, sahumado por los gases tóxicos producto
de la combustión de la grasa de miles de conversos, que judaizaban, que celebraban
el Sabat, que conmemoraban las Cabañuelas. Nos gustaría saber que habrá influido
más en la elección; si la consagración de la iglesia al santo militar, patrón
de La Gomera, o alguna variedad antañona del síndrome de Estocolmo. Me parece
que nos vamos a quedar con las ganas. Si sirve como indicio, Docampo, según deducimos
de su testamento, no va en plan de vecino discreto.
mando que se me digan… para siempre jamás en la dicha iglesia
y casa de san Sebastián, donde mi cuerpo fuese sepultado, en cada mes, perpetuamente,
veinte misas rezadas dentro de dicha iglesia por mi alma y por mis difuntos y
antepasados; y al acabar cada misa, el capellán que la dijere, rece un responso
sobre mi sepultura.
Desde luego, cuando el albacea Alonso de Noya requiriese
en el catedralicio claustro de los Naranjos a los treinta clérigos togados que
se precisarían, estos tendrían la certeza de que estaban ante un capitoste de primer
nivel, un Colón o un Ovando. San Sebastián era una dependencia de la catedral,
donde se surtía de celebrantes. Alguno sabría, o le habrían contado rumores de que
en la Castilla del Oro, de donde recién había llegado Docampo, había tanto del dorado
metal, que no valía la pena molestarse en recogerlo si no es con red. Granos de
oro del tamaño de naranjas y como el puño. Cestos de oro como cimientos de cabañas.
No les valdría a la pena a los indios, pero a los cristianos, ¡sí que les aprovechaba,
joder! Dicen que los manda Balboa. No, el Rey no se fía y le ha puesto por
encima al comendador Pedrarias. Es una pena, pero no se puede confiar en un alzado.
¡Mala suerte, Vasco Núñez! ¡Encima nombra abogado a Sebastián Docampo y éste va
y la diña!
Es 15 de abril de 1514. Docampo baja la pasarela de la
nao en el Arenal de Sevilla provisto de amplísimos poderes de Balboa y suficiente
cantidad de oro en minas para mover las voluntades que fuere menester. El indio
panameño con taparrabos de piel de jaguar (que le había encomendado Vasco Núñez),
no causará tanto furor como los pasados desfiles de guanches de Lugo, o los de
tainos de Colón. Sevilla se había acostumbrado a este tipo de espectáculos y
habían pasado de moda.
Supongo que nos gustaría saber cómo podemos fechar la
arribada con tanta precisión. Sencillamente, porque Pedrarias Dávila ha dejado
el trabajo hecho. Había zarpado el martes, 11 de abril de 1514 con una de aquellas
armadas tipo La Ilíada, encargadas de trasplantar la sociedad española
al continente americano, como las de Colón u Ovando. Salir, salieron más de 2.000
pero de camino se le murieron de hambre unos 700 u 800 porque en la Gomera el
primo Alonso de Ocampo no le quiso vender alimentos al fiado. Pero a lo que ahora
estamos, Pedrarias desconocía la noticia del hallazgo del mar del Sur, que, como
empleados reales que eran ambos, Docampo le hubiera comunicado de inmediato de haberse
visto en los muelles. Lo sabemos por una carta que le dirige el rey, respuesta
a otra remitida por Pedrarias desde Gomera:
El rey… vuestra letra (de Pedrarias) fecha del puerto de
La Gomera a 7 de mayo pasado con que holgué en saber… habíais llegado allí con
mucha salud… Después vinieron unas letras de Vasco Núñez de Balboa (o sea,
llegó Docampo)… en que nos hace saber lo que ha descubierto en tierra nueva a la
parte del mar del Sur 6.
El rey escribió esta carta poco después del 7 de mayo
de 1514, o sea que para entonces ya conocía las nuevas de Campo. En cambio, en
11 de abril, aun no le habían sido comunicadas. Teniendo en cuenta los hábitos
postales de la época, parece una fecha razonable la de mediados de abril, día
más, día menos. Hablando de la carta de Balboa, contiene informaciones sorprendentes
que no dejan de intrigarnos al cabo de los siglos. Recordemos que la escribe cuando
aun no ha mojado las medias en el mar del Sur, aunque ofrece noticias muy precisas
de su existencia. Demasiado exactas como para ser proporcionadas por unos caciques
para quienes no era un tema vital. Existen muchos autores que cree que el Pacífico
ya había sido descubierto por Ojeda y Nicuesa y que tal vez por ello, Vasco Núñez
les dio el pasaporte. Uno de esos testimonios procede nada menos que del juicio
de residencia del propio Pedrarias, que afirma tajante que el que descubrió el
mar del Sur y gastó sus dineros y hacienda en ello, fue Diego de Nicuesa. Pero el
señor de Puñorostro no es un testigo ecuánime, puesto que el mismo había dado
para entonces el pasaporte al otro mundo a Balboa. ¿Tiene algo que ver con todo
ello el que Docampo, acreedor de Nicuesa, se haya mostrado tan remolón en transmitir
las noticias de Balboa? En fin, el tema es materia de otra obra y supongo que
hay personas mejor capacitadas para escribirla.
En algún momento entre el desembarco, en el Arenal del
Guadalquivir y su llegada al cortijo del primo Alonso de Noya, Campo se dio cuenta
de que estaba enfermo, muy enfermo en realidad; pero de sus atinados pasos posteriores,
deducimos que disfrutó del tiempo suficiente para arreglarlo todo. ¿Que qué? Creemos
que sífilis en estadio terminal; hay factores que sugieren el diagnóstico. La pérdida
de fuerza y coordinación de movimientos es sintomática:
“Y porque no pudo firmar, lo firmaron por él los testigos
que estuvieron presentes 7”; así termina su testamento
y, de paso, nos enteramos que firman como testigos nada menos que dos notarios.
¡Con lo que cobran estos funcionarios de lujo! Por su parte, en la escritura de
sustitución de los poderes de Balboa en favor del maniobrero político Francisco
de los Cobos, el mal se revela su devastadora esencia letal: “Y porque no pudo firmar
con su flaqueza y enfermedad 8”.
Refuerza nuestra impresión la gran cantidad de partenaires
femeninos que aparecen en su testamento, a los que habrá que añadir los que nos
imaginamos, sabiendo que en su finca antillana Compostela disfrutaba de un harén
con docenas de bahameñas. Raro era el Conquistador que regresaba sin traerse
unas bubas en el baúl.
La sífilis, mal gálico o mal de bubas, ocupará un lugar
destacado entre las enfermedades consideradas como nuevas por los médicos renacentistas
debido a su naturaleza, modo de producirse el contagio y significación social. Las
noticias sobre la incidencia que esta nueva peste tuvo en Sevilla, quedan
relegadas en las fuentes literarias y documentales de la época… No obstante, la
propagación de la enfermedad en los últimos años del siglo XV y primeros del
XVI queda reseñada en las sucesivas demandas que los cofrades del hospital del
Salvador, llamado también de san Cosme y san Damián o de las Bubas, hacen ante
el cabildo de la ciudad, pidiendo recursos para atender el elevado número de enfermos
que ingresaban cada año 9.
Al final cumplió su misión de mensajero decentemente a
pesar de haberse engolfado un año más o menos en Cuba, algo a lo que su abogado
defensor alegará que sucedió “más por servir al Rey que por su interés”. Sin descartar
las razones profundas del de Tuy, éste se sirvió a la sazón de un despacho jurídico
de postín: El de los Segura, concretamente Manuel Segura, hijo de Bartolomé y
hermano de Francisco, los cuales ejercían en Sevilla en la plaza de San Francisco,
colación de San Martín. Como sabemos, la multa de 800 ducados le será indultada
a sus herederos. Docampo, siempre tan responsable, observando como el mal afectaba
a su coordinación cerebro-vascular y viendo acercarse el final, decidió ejercitar
la facultad de sustitución que le concedían los amplios poderes de Balboa. Y no
a favor de un cualquiera, sino a favor del político más maniobrero que jamás conocerá
la humanidad; él que, a no mucho tardar, será el amo de España, de Italia, de Alemania,
de Holanda, de América y, en resumen, del Mundo: Francisco de los Cobos. La gestión
saldrá a pedir de boca; Vasco Núñez, que se nos ha revelado en Darién como un viejo
camarada de Campo, había tenido razón al considerar que, en último extremo, no
existía persona más confiable que el tudense. La poderosa expedición de Pedrarias
ya había partido en abril de estos mismos muelles sevillanos; y era cosa hecha que
el gran bocado que representaba el continente americano lo regentaría la alta nobleza.
Pero, con eso y con todo, el rey nombrará a Balboa adelantado de la mar del Sur
y gobernador de Panamá y Cohíba; la tragedia final no será sino una mera consecuencia
del principio de que “dos soles no pueden brillar en el mismo firmamento”. Pero
Docampo cumplió, señores del jurado; a pesar de su campaña en Cuba; a pesar de
hallarse in articulo mortis.
Sepan cuantos esta carta vieren como yo, Sebastián de Ocampo,
estante que soy en esta ciudad de Sevilla, en nombre y en voz de Vasco Núñez de
Balboa, capitán que fue de su Alteza en Tierra Firme y por virtud del poder que
de él digo que tengo, el cual me otorgó ante cierto escribano público de Tierra
Firme, el cual dicho poder está ahora en manos del señor Lope Conchillos, secretario
de su Alteza, otorgo y conozco que sustituyo a Alonso de Noya, mercader, vecino
de esta ciudad de Sevilla en la colación de San Marcos y a Francisco de los Cobos,
oficial del dicho señor secretario Lope Conchillos, ambos de ellos conjuntamente
y cada uno de ellos por sí in solidum. Fecha la carta en Sevilla, estando en las
casas de la morada del dicho Alonso de Noya, que son en esta ciudad, en la colación
de San Marcos, lunes 26 de junio de 1514 años. Y porque no pudo firmar por su
enfermedad… 10
¿Who is who? Ya hemos presentado aquí a Conchillos (Jorobado
Conchillos) todopoderoso secretario del Consejo de Indias, a quien Quevedo,
en relación a su bisnieto, apodará Chincallos aludiendo a su linaje judeoconverso,
como tantos de estos personajes. Centrémonos ya en los sub apoderados de Docampo-Balboa.
Francisco de los Cobos era el máximo corrupto y corruptor de su tiempo, defecto
que se hace perdonar, aun hoy, por el imán que tenía ante obras de arte excelsas,
muchas de las cuales se conservan: en su Gabinete de las Maravillas renacentista
tenía desde Tizianos, al San Juanito de Miguel Ángel (“regalo”, je, je, del parlamento
veneciano), pasando por el manuscrito azteca, que ofrendará a Giovio. Robusto, de
cuidada barba negra y nariz aquilina, su influencia como secretario de Carlos V
llegará a tal nivel que éste le regalará el anillo con el brillante de los 1500
ducados, el día de su coronación como emperador en Bolonia.
Debido a su descomunal influencia en los asuntos públicos
muchos solicitaban su apoyo para conseguir mercedes u otros objetivos 11.
Esta faceta como conseguidor solo podía activarse
con cierta linfa y esta linfa era el oro.
Recibía “innumerables regalos, obras de arte, dádivas, dinero… 12”. Aquí entra en acción el segundo personaje a quien
Campo confía la ejecución post mortem de su plan: su primo Alonso de Noya.
Noya era uno de tantos primos producto de la seminal fecundidad
del clan Docampo de Altamira cuyo ADN se distribuirá equitativamente por todo el
imperio. Negociaba en azúcar, cueros y quizás plata y participaba del círculo
virtuoso de la familia de Gabriel Varela. Amputada su Galicia natal (el comercial
puerto de Noya incluido) de los flujos económicos peninsulares por la deriva
hacia el Sur de la Reconquista, su lugar natural estaba en la ciudad de quien se
llegó a decir “quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”.
Designada como sede del monopolio y puerto único de las
Indias, se convirtió en un auténtico emporio financiero. (…) El crecimiento económico
que la ciudad experimentó durante el siglo XVI, además del puramente vegetativo,
fue debido al elevado número de personas que emigraban a ella atraídas por sus
posibilidades y riquezas, convertida en esa gran Babilonia, término por el cual
se la conocía entre truhanes, pícaros y aventureros de toda ralea. En ella se
establecieron mercaderes, banqueros, hombres de negocio, artistas, intelectuales,
religiosos y buscavidas procedentes de diversos lugares de la península (burgaleses,
vizcaínos, catalanes, gallegos), pero también gran número de extranjeros… 13
Noya estaba bien conectado con la red de influencias de
la gens Docampo y disfrutaba de sus protectores: Hemos visto en capítulos anteriores
que nombrará albacea a Fernán Rodríguez de Coca, cuñado de Gabriel Varela, el padriño
de Sebastián. Acuciado por la morriña, a su casa irá Sebastián a bien morir;
nos da una pista de como era dicha casa el uso del plural (“las casas”), que utiliza
el de Tuy en su testamento. Era gente de buen pasar, el edificio sería lo que se
dice una:
Casa principal, con salas, cuadras, cámaras y recámaras,
portales, patios y recibimiento 14.
Ausente Noya, Sebastián será confortado amorosamente por
su esposa Inés Romes y su hija Beatriz. Como pronto veremos, serán ellas las encargadas
de ejecutar las últimas voluntades de Docampo, ya que el albacea, su esposo y padre
Alonso de Noya, fallecerá a no mucho tardar. Sebastián, buen conocedor de hombres
y quizás aun más de mujeres, sabrá agradecerles su devoción de la que no dudará
ni un instante:
mando que… suceda en la dicha mi capellanía y suceda
en ella todos los días de su vida Pedro Romes, hijo de Juan Romes, curtidor 15.
confieso… que Juan Romes… me debe trescientos ducados de
oro… mando que toda la parte de la dicha ganancia que yo en ello había de haber
y me había de dar de mi parte, que la haya y se la dé a Inés Romes, hija del dicho
Juan Romes, mujer del dicho Alonso de Noya, mi primo, los cuales yo le mando por
los muchos cargos que de ella tengo y buenas obras que de ella he recibido 16.
Ahora estamos
donde yo quería llegar. Habíamos dejado establecido que la linfa que activaba
los esfuerzos de Cobos era el oro. Aquí entra en acción el segundo sub apoderado,
Alonso de Noya. Nos relamemos de gusto a la vista de la sabrosa carta de instrucciones:
ahí explicará, seguro, como hay que tocarle a Cobos, que si un anillo de
esmeraldas, que si figuras de filigrana de oro, que si el dorado metal en bruto.
Sabemos por la carta de porte de Balboa que el oro, ahora depositado en las casas
de Noya, iba fundido en minas, unidad equivalente a 818,625 gramos. Los detalles
exactos de la dádiva a Cobos no los sabemos, ¿acaso pensamos que Campo es tonto?
Esas cosas no se ponen en las escrituras. Por menos que eso, muchos reales secretarios
verán rebanado su perfumado cuello.
por cuanto yo tenía cierto poder de Vasco Núñez de Balboa,
capitán que fue de su Alteza en Tierra Firme, que me dio y otorgó para solicitar
en su nombre a su Alteza ciertas cosas, el cual dicho poder yo dejé en poder de
Lope Conchillos, secretario de su Alteza; y yo en nombre del dicho Vasco Núñez
os sustituí el dicho poder a vos (Alonso de Noya) y a Francisco de los Cobos… por
ende yo otorgo y prometo y me obligo a os dar para vuestras costas y expensas que
en la dicha negociación habéis de poner, según lo que se contendrá en un memorial
e instrucción que os daré lo susodicho, una mula pardilla que yo tengo ensillada
y enfrenada y además cuarenta ducados de oro… 17
¡Ya está bien, Sebastián! ¡Instrucciones reservadas! Nos
dejas con la miel en la boca. Si al menos nos dijeras ¿cuánto?, aplacarías algo
nuestra curiosidad. Suficiente en todo caso para que las negociaciones fueran fructíferas
y Balboa saliera de ellas honrado y titulado como adelantado del mar del Sur y
gobernador, en 23 de septiembre de 1514. El hecho de que Pedrarias Dávila, furor
domini (la ira de Dios), hubiera zarpado de estas mismas atarazanas sevillanas
con dos mil hombres, dos o tres meses atrás, ya no tenía remedio. Pero lo cierto
es que, la circunstancia de que la cabeza de Balboa haya aguantado cinco años más
pegada al tronco, es una indudable batalla póstuma ganada por Sebastián de Campo.
Como la del Cid en Valencia.
Uno de los temas de conversación de alguno o todos los
treinta clérigos oficiantes en el entierro de Campo, una vez colocada la losa
de mármol con el cordón franciscano, delante del altar mayor, tuvo que ser el de
los hijos y herederos. ¿De qué iban a hablar mientras se desvestían de la casulla
de damasco blanco con cenefa carmesí? ¿A quién iría a parar todo aquel fortunón?
¡Por fuerza necesitaría un capellán privado!
El heredero instituido será “Pedro Fernández de Tuy, mi
padre, al cual yo dejo por mi legítimo y universal heredero 18”.
Del latín heres (continuador), el heredero continúa la persona del difunto,
pues para el Derecho somos inmortales. Es terriblemente chocante que sea un padre
el que continúe la persona de un difunto, habiendo hijos de buena condición: a
los romanos les revolvería las tripas. Rememorando: Pedro había sido un soldado
en las guerras de los Irmandiños, tal vez un ballestero, relacionado familiarmente
con el conde de Altamira, sucesor de la familia Campo en sus jerarquías compostelanas,
existiendo la evidencia de un documento conjunto en el tudense convento de Santo
Domingo. A fecha del óbito de su hijo Sebastián, creemos que estaba a su vez
fallecido, porque según los protocolos notariales, los herederos sustitutos llegaron
a adir (aceptar) la herencia. Y esto sólo se produce cuando ha premuerto el
heredero principal: don Pedro Fernández de Tuy. Que, dicho sea de paso, en presencia
del summun de lo Campo, el conde de Altamira, no se atrevía a usar el apellido.
Por supuesto no tiene tumba en el panteón quasi-real de los Campo, en el santiagués
monasterio de San Domingos de Bonaval, donde aún hoy se asienta el Panteón de Gallegos
Ilustres (como Rosalía de Castro, Brañas o Castelao). Digamos que, sea por linaje
judeoconverso o por ilegítimo, Pedro era un Campo de baja intensidad, apellido
que en Galicia tenía su importancia, mientras en Sevilla o Extremadura se daban
los Ocampos como las setas en otoño, aunque nada significase para ellos.
Nombra heredero al padre en vez de a los hijos, ¡huele
a azufre!; pero ¿qué es lo que veo aquí? Uno de los treinta clérigos ha dado con
la garrafa de vino oloroso —que había provisto el difunto en sus últimas voluntades—
y se dispuso a llenar las jarras de los que lo quisieron. ¿Y quién coño eran los
herederos sustitutos?
Si él no fuere vivo mando que sean mis herederos universales
en todo el remanente de los dichos mis bienes y derechos y acciones, los dichos
Gonzalo de Ocampo y Simón de Ocampo, mis hijos, y Alonso de Ocampo, mi primo, a
los cuales dejo y nombro por mis herederos universales 19.
¡Ñaca ñaca, ñaca!, déjenme que le dé un repasito al tal
Sebastián, dirá siglos más tarde una miembro del partido Femen, tetas al
aire, estupefacta ante el hecho de que se haya saltado a su hija María de Ocampo
y colocado un primo en el sitio. Pero en la Sevilla del XVI Femen no operaba
todavía.
Gonzalo sería, en circunstancias de persona y época, el
mayorazgo, aquel al que se adjudicaría la totalidad del patrimonio indiviso para
que transmitiera la personalidad única de Sebastián de Campo de generación en
generación. Pero si bien en Sebastián confluían dos pulsiones, la aventurera y la
razonable, el primogénito mantendrá sólo la segunda. Gonzalo se integrará, gustoso
y apacible, en la interminable endogamia de Campos que gobernarán Gomera per
secula seculorum con diversos expedientes: gobernadores, regidores, alcaldes,
alguaciles, rentistas. A la sombra de Alonso de Ocampo, el primero de la saga, tendrá
sin duda el desayuno y la cena asegurados. En 1514 Gonzalo es menor de edad: “y
mando que le sea todo dado y entregado a la dicha María de Ocampo, su madre, si
él estuviere en poder de ella, para que todo lo tenga en su poder hasta que él
sea de edad para lo tener…. 20”. La insistencia en
citar al primogénito como “mi hijo natural de hijo de María de Ocampo, vecina de
la isla de la Gomera… 21” es significativa; María,
probablemente su sobrina, hubiese sido una esposa aceptable si no hubiera existido
impedimento de parentesco. Si Docampo hubiese sido un rey o un príncipe, el
papa habría podido dispensar el impedimento a cambio de una buena limosna, pero
no era el caso. En 1526, Gonzalo seguía vivo y encargándose de los asuntos de su
padre como “continuador de su personalidad”; indicio claro de que han heredado
los sustitutos y no el heredero instituido (Pedro de Tuy), que debió haber premuerto:
420.-23 junio 1526.-Ines Romes (vecina de Sevilla, viuda
de Alonso de Noya, como heredera de esta y de su hija Beatriz de Medrano) da
poder a Francisco Bueno (mercader) para que pueda cobrar de Alonso del Campo (regidor
y vecino de la Gomera) y de los albaceas del difunto Alonso de Noya, todos los
maravedís, bienes y mercaderías que eran de su difunto marido y las que Alonso del
Campo haya recibido en virtud del poder que ella le otorgó; así como pueda recibir
de Gonzalo del Campo, hijo de Sebastián del Campo, una cruz, una losa escrita y
unos azulejos que le dio para ponerlos en la sepultura de su difunto marido. (A.B.
1º,fol.1152 v.) 22.
De mis tiempos de academia militar he aprendido que el
estar fijo en un punto geográfico tiene el inconveniente de que no puedes escapar
cuando la artillería ajusta el tiro sobre ti. Alguno de los endogámicos gobernadores
Ocampo de La Gomera continuará teniendo problemas con la Inquisición en fecha tan
tardía como 1570:
GOBERNADORES (G), TENIENTES (T) y ALCALDES (A) CONVERSOS…
1570: Juan de Ocampo (G) 23.
Problemas con el Santo Oficio también los tendría el
segundo de los herederos, el super primo Alonso de Ocampo, pero éste encontrará
un ¡ábrete Sésamo! que le permitirá convertirse en regidor de la isla de la Gomera
y a su hijo (éste legítimo), Gonzalo de Ocampo-bis, en hidalgo. Tal vez Sebastián
incluyó a Alonso como un heredero sustituto para dignificar su posteridad, puesto
que éste había conseguido convertirse en un personaje aceptable para aquella sociedad
racista y estamental. Garantizaba la ejecución del testamento en sus propios términos,
como cuando los senadores romanos instituían coheredero a Nerón un minuto antes
de cumplir la orden de abrirse las venas. Así alardea en un poder Gonzalo de
Ocampo (el otro Gonzalo, el hijo de Alonso), de su recién adquirida condición de
hidalgo: había conseguido lavar su sangre:
Gonzalo Fernández de Ocampo, vecino de esta isla, hijo
legítimo de Alonso de Ocampo, regidor de la isla de la Gomera, difunto que
es en gloria, doy y otorgo todo mi poder cumplido a… para que en mi nombre y como
yo mismo puedan comparecer y comparezcan ante sus majestades y ante los señores
alcaldes y notarios de los hijosdalgos que residen en la ciudad de Granada y ante
los otros alcaldes y jueces, y justicias, así eclesiásticos como seglares, que
de la causa puedan y deban conocer en razón
de ser yo hijodalgo… 18-IX-1540… 24.
¿Cuál era ese truco mágico? ¿El detergente maravilloso
que limpiaba hasta la más mínima traza de judaísmo genético? Sencillo. Fernando
el Católico, acuciado por sus guerras en Italia, había discurrido un expediente
para que, los tuvieran algún judeoconverso en su linaje, pudieran optar a la
emigración a América, un puesto de regidor o a una carta de hidalguía. Ese expediente
será conocido como Composiciones y permitirá lavar la mancha a cambio de
un desembolso económico. Como todo chantaje, en teoría, quedabas limpio para siempre;
en la práctica, se reiterarán los requerimientos a nuevas Composiciones. Alonso
de Ocampo será víctima frecuente de tales exacciones; a veces da la impresión de
que satisface pena doblada, lo que sugiere si no estará pagando también por el
viaje a Indias de su primo. En tal caso, el cariño estaría más que justificado.
Maravedíes de que se hace cargo Pedro López de Sevilla,
tesorero de la Santa Composición en todo el obispado de Canaria… Primeramente se
compusieron en las islas de la Gomera en domingo 22 de junio de 1502, a pagar la
primera Pascua Florida y el mes de abril de 1503 y al día de San Miguel del mismo
año, las personas siguientes: … 135. Alonso de Ocampo y su mujer 1.200 25.
Otro motivo para el éxito social de Alonso sería, qué
duda cabe, que tenía una madre cristiana vieja, Elena Sarmiento, y una esposa,
Violante Gómez Cidrón, a la que no cabía poner tacha alguna. El problema, si lo
había, radicaría en algún vetusto sambenito colgado en la catedral de Tuy, ya a
punto de desaparecer, comido por la polilla y la carcoma. Sebastián era justo
lo contrario: como Cortés, no tenía buen ojo con las mujeres. Le bastaba que fuesen
bonitas, pero omitía hacerles la ficha de sus abuelos.
Donde los maledicentes treinta clérigos que oficiaron
el funeral de Campo se hartarían de poner el dedo en la llaga, excitados por el
vino oloroso, sería en cuanto al tercer heredero sustituto: Simón de Ocampo. Con
ese nombre ¿qué quieres que te diga?; ¡Tente, que era un discípulo del Señor! Sí,
pero Jesucristo le cambió el nombre hebreo por el de Pedro. A la madre de Simón
no se la mienta en el testamento. Ni siquiera con la fórmula ad hoc que
usa la casa de Altamira para estos casos: “una mujer que yo sé quién es y ella
sabe quién es”. Ello abre un abanico de posibilidades sobre las que, a estas
alturas, ya no tiene mucho objeto elucubrar. Que perteneció a alguna minoría de
parias sociales, eso es seguro. Lo más probable es que Simón haya perecido en la
matanza general de cristianos en la isla de San Juan, hoy Puerto Rico, donde lo
sitúa su padre. Docampo siempre se comportó como un fiel vasallo de Pedro Álvarez
de Sotomayor (Pedro Madruga); sería inimaginable que cuando el hijo del conde de
Camiña, Cristóbal de Sotomayor, emprenda su aventura indiana, al menos Simón de
Ocampo no le haya secundado. Deber feudal. A raíz de aquel desastre, no se tendrán
más noticias de Simón, no siendo un pie que sobresale de cierta tumba de barro
y hojarasca en la selva sanjuanera.
(carta de Fernando a su nieto Carlos) …que en la isla
de San Juan, la mayoría de los indios que en ella estaban mataron a traición y alevosamente
a don Cristóbal de Sotomayor, lugarteniente de nuestro capitán en la dicha isla,
y a don Diego de Sotomayor, su sobrino y a otros muchos cristianos que en la isla
estaban; y ellos pidieron a voces matarlos; y abrasaron un lugar de dicha isla,
de dos que en ella había, y mataron todos los cristianos que tomaron… 26
Ya muy trabajados por el vino oloroso y a punto de retirarse
a sus conventos, alguno de los clérigos funerarios no podría evitar deslizarse
por la resbalosa cuesta que del cotilleo conduce a la dura indiscreción. Las leyes
de Toro permiten heredar a las hijas, salvo que lo sean de clérigo, je, je; y don
Sebastián de sacerdote, lo que es de sacerdote, tenía poco, ju, ju-ju-ju. Un picha
brava, eso es lo que era. El canónigo chocho, con su voz gangosa, señalaría que
a María de Ocampo, la hija, le afectaba una grave tacha a los ojos de Dios. Una
madre perteneciente al pueblo deicida. ¿Qué necesidad tenía el difunto de haber
cohabitado con una marrana? Pero ya está arreglado: a la chica se le adjudican bienes por manda en
vez de por herencia, a condición de que case con un mozo cristiano viejo, bueno,
algo viejo, de dos generaciones.
Y mando a María de Ocampo, mi hija e hija de Margarida
Marrana, vecina de la villa de Tenerife, cien castellanos de oro que le sean pagados
de mis deudas de las dichas Indias, los cuales le mando con el mucho amor que
le tengo; y que le sean pagados con cargo y condición que se case con Diego de
Arce, porque esta es mi voluntad 27.
Al final no habrá tanto problema. Hemos visto las evidencias
de que el matrimonio tuvo lugar y ninguno de los novios tendrá motivos de queja:
Diego será nombrado apoderado general de Catalina de Sotomayor, hija de Gabriel
Varela, allegado conspicuo al clan Docampo. Cristiana vieja donde las haya, no
pondrá ningún reparo al connubio: al final las sangres se acabarán mezclando de
tal forma que, al cabo de un par de siglos, nadie será capaz de reconocer un linaje
hebreo. Salvo en Tuy, donde se renuevan los sambenitos que el tiempo va deshilachando.
Que va, tú, si son de madera. El problema son las termitas. Ahora están en un
museo con temperatura y humedad controladas.
Hora de vísperas. Los clérigos oficiantes se van retirando
de la iglesia de San Sebastián, algunos se enredan los pies con la sotana mientras
protestan que no siempre beben tanto. Barrigas revueltas, sabor de vómito en garganta.
Los que peor lo tendrían serían los abstemios: a ellos también produciría vahídos
el olor de Sevilla que captarían en toda su intensidad: olor a corrupción, olor
a muerto. Cruzan el arroyo Tagarete, entran por la puerta de Jerez, y el pestazo
les abofetea con empalagosa brutalidad:
Resultaba peor la fetidez que provenía de los muchos
cementerios que había por la ciudad. El interior de las iglesias parroquiales de
Sevilla, ya bajo sus suelos muy superficialmente, ya en nichos sobre sus paredes,
los claustros y templos de los conventos y de los hospitales o el campo extramuros
de la ciudad en tiempos de calamidad epidémica, solían ser los lugares elegidos
para enterrar a los muertos, que de esta manera seguían muy cerca de los vivos.
Pero en épocas de lluvia e inundación era muy común que las paredes, apenas enlucidas
y encaladas y los suelos mal pavimentados de los interiores, permitiesen que las
sepulturas se abriesen y desprendiesen un olor solo amortiguado por el exagerado
uso de un incienso empalagoso… los propietarios de los esclavos muertos, los
enterraban en los corrales o patios de sus propias casas… al llegar el calor del
verano muchos vecinos se desesperaban por la fetidez de los efluvios… 28
Con una carrerita de damisela el último de los clérigos
se recoge en el catedralicio patio de los Naranjos, poniendo a salvo su
pituitaria al grato olor de los cítricos tempranos. No, todos no. Hay algo que
cuesta entender. Cualquier humano normal hubiese querido huir de aquel hedor,
pero el confesor de Campo, Francisco Guillén, sigue su camino impertérrito en
dirección a la plaza de las Dueñas, donde las casas grandes. Como la de los
Romes.
Me ofendería que alguien hubiese llegado a la conclusión
que insinúo, a través del decorado, la existencia de algo maloliente en la vida
de Sebastián de Campo. Espero que al menos algún lector amistoso haya podido seguir
la línea argumental: vivió en su época porque al ser humano no le es dado trasladarse
a través de las magnitudes espacio-temporales; actuó, como no podía ser menos,
como un personaje entre medieval y renacentista, muy mediatizado por la Era de los
Descubrimientos. La crítica que le hicieron algunos contemporáneos es más sutil.
La sintetiza muy bien Gonzalo Fernández de Oviedo:
Y a esto envió por capitán a un hidalgo llamado Sebastián
de Ocampo, el cual fue a aquella isla —de Cuba— y tomó tierra en ella, pero hizo
poco 29.
Quiere decir, que hubiera debido alzarse con la isla.
En aquellas misiones de exploración, siempre había el sobrentendido de qué si
el capitán era arrojado, conquistaría el país. Traicionando a su superior, por
descontado: Velázquez a Colón, independizando Cuba; Cortés a Velázquez, haciéndose
con México; Balboa a Ojeda, Nicuesa y Enciso, a los que arrebatará el mar del
Sur; Pizarro, haciendo caso omiso de las ordenes de reembarque de Pedrarias y
Pedro de los Ríos, sujetando el Perú bajo su manopla; Magallanes abandonando en
un nevado islote antártico al representante real, Cartagena. ¿Podría haberse alzado
Docampo con Cuba? Sí, claro. Narváez dominará la apacible isla con apenas cien
hombres; Sebastián había ido en dos carabelas con los mismos si no más (bien es
verdad que casi todos marineros por precaución de Ovando). Incluso hubiera podido
pactar con el socio Mexía de Trillo, una o dos naos de refuerzo. Sospechamos
que algo de eso le pasó por la cabeza; su retorno a La Española fue de lo más
renqueante y, en definitiva, forzado. Probablemente dormía tan a gusto bajo la
protección de la Virgen de Bayamo (la de los cuernos de la luna hacia abajo),
como de la de Santiago apóstol en Compostela. Puedo jugar con el
pensamiento de que existió una motivación moral. La conquista de grandes territorios
con pocos hombres requiere matanzas descomunales. El desfase tecnológico de milenios
ayuda, cierto, y tenemos ejemplos de uno sólo (Narváez a caballo y descalzo de
un pie) que desbarata una horda de siete mil. En batallas formales, no había problema. Pero
en cualquier momento un grupo pequeño de expedicionarios podía caer aplastado
por la fuerza de la masa; además, era necesario que los nativos les sirvieran comida,
bebida y, bueno, niñas. Para mantener estas naciones en la inanidad más absoluta
era necesaria la práctica del terror más absoluto. Ovando achicharra a la crema
y nata de la sociedad taina en Xaragua, aunque, como ironiza Las Casas, a Anacaona,
para honrarla, la ahorcará en frio. Cortés en Cholula y Alvarado en el Templo Mayor
concentran a unos miles en recintos cerrados y hacen picadillo de sus cuerpos hasta
que el brazo ya no puede levantarse para dar muerte a uno más. Pizarro, con
ciento sesenta y ocho, más sencillo: Introduce en el recinto cerrado de Cajamarca
una multitud de decenas de millares y simplemente, cañonea a la masa desnuda. Ellos
mismos entran en pánico y se aplastan contra los muros, unos encima de otros. Es
verosímil el pensamiento de que Docampo, el ecuánime y razonable Docampo, no aprobaba
esos métodos. En Gomera capitaneó una lucha más o menos decente; tuvo que venir
Pedro de Vera para encabezar el exterminio. A Xaragua se negó obstinadamente a asistir,
a pesar de haberlo venido a recoger a Compostela el propio Ovando; quizá porque
mantenía relaciones aceptables con sus tainos, al mando del guatiao Campo. Y de
lo de Caonao, fue un forzado espectador según el acusador de acusadores, que no
habría dejado de señalar lo contrario. Concluyó lo que tenía encomendado, el
bojeo y asentamiento de cristianos en su isla; y, tan competentemente, que su trabajo
pasó enseguida a los planos y mapas que constituyeron el padrón real sevillano.
Cierto, sale más en los papeles el levantisco Cortés, pero al menos, nos ensañamos
menos con Campo. ¿Desde cuándo es un desdoro cumplir a satisfactoriamente una misión?
He leído, seguramente a costa de ese temperamento razonable (hasta donde puede serlo
un conquistador), que una historiadora le llama mercader. No creo que para
una persona con raíces cambeadoras eso hubiese sido un desdoro; de hecho
todos ellos, Cortés con la empresa agrícola modelo de Cuba; Balboa con su compañía
del Mar del Sur; Pizarro la compañía de Levante, etc, se pasaron media vida comprando,
vendiendo, avalando, pidiendo préstamos, no pagándolos. Casi tanto tiempo como
con la espada. En ese sentido, todos eran mercaderes, pero me parece más ajustado,
si respetamos la opinión de sus contemporáneos, llamarle conquistador y/o capitán,
a lo que a él le hubiera gustado que se añadiese hidalgo y comendador.
El clérigo Francisco Guillén ha proseguido su camino
en dirección a la casa de Romes, hendiendo la densa vaharada de tufo que exhala
Sevilla cuando arrecia la caló. La entrega a los pobres de sus oropeles terrenales
(camisas de Ahetí, zapatos de muchos reales, jubones de damasco) es el último
servicio que Campo ha pedido a éste franciscano, señal de que sus pecados son
perdonables. Se hará cargo de los mismos ayudado por unos arrapiezos que le
hacen de monaguillos en la iglesia de San Marcos:
mando que toda la ropa de mi vestir la den a Francisco
Guillen, clérigo, mi confesor, beneficiado de la iglesia de San Marcos, para que
él la distribuya a los pobres que el quisiere que lo hayan menester, para que rueguen
a Dios por mi alma 30.
El franciscano no habrá podido evitar que su mente haga
comparaciones con el testamento de Colón, con quien sabe que su pupilo
espiritual ha tenido sus más y sus menos. El genovés había dado los últimos
retoques a su voluntad en 19 de mayo de 1506, ante el notario de Valladolid Pedro
de Hinojedo, un documento supersecreto que como es lógico está en boca de
todos. El tono es distinto, muy distinto. El gran descubridor encabeza con
tanto orgullo que parece que está pegando un puñetazo en la mesa “Sr. D.
Cristóbal Colón, Almirante e Visorrey e Gobernador general de las islas e
tierra firme de las Indias descubiertas e por descubrir”. Ante aquel hombre que
se dispone a visitarlo, Dios tendría que ponerse a temblar. El testamento de
Campo es otra cosa. Basta atender al sonido de las frases para captar que ha
dado con el tono adecuado de qiien va a enfrentarse al Todopoderoso. Las
últimas palabras de Campo exteriorizan la hondura de un sentimiento de humildad
cuya sinceridad trasciende al papel en que están escritas “…Dios… haya misericordia
e piedad… por mi ánima salvar e mis herederos pacificar… digo y declaro por
descargo de mi conciencia…”
En el testamento renacentista, a la presentación ante
Dios se añade siempre la preocupación por los pobres. Para el franciscano la
diferencia estaría más clara que el agua: De nuevo el tono de Campo nos suena a
sincero, mientras que Colón parece que quiere reglar cuentas con los
pordioseros y aun temes que les acabe reclamando algo. Ordena el primer
almirante a su hijo don Diego, el segundo almirante, algo así: “que haga el
diez partes de ella (de la renta) cada un año, en que la una parte de estas
diez la reparta entre nuestros parientes, los que parecieren haberlo más
menester, e personas necesitadas y en otras obras pías”.
Por fuerza sus caminos divergieron; el de uno,
exitoso, el de otro reciamente humilde. Tarde o temprano alguien hubiera tenido
que decirle a Colón que su título de visorrey y gobernador de las islas y tierra
firme de Asia, era un título de opereta. El mapa de Bartolomé Colón, que asentaba
Asia sobre el equinoccio suramericano estaba condenado a un rápido desprestigio.
Alguien tenía que haber procesado a los Colón; ninguna monarquía hubiera consentido
aquella recreación caribeña del infierno de Dante en la Tierra. Nada tuvo de particular
que, cuando el clan genovés naufragó en las inmediaciones de La Española, se le
mantuviese a distancia: el dicho es que, para cenar con el Diablo, se necesita una
cuchara muy larga. Alguien tenía que pararlos. Quizá Campo no fue más que un
marino con buenos contactos políticos. Un superviviente. Pero con su humildad y
con todo, consiguió cambiar el mapa del mundo. Sus hechos hablan en voz alta
por él. Sin duda no alcanzó un puesto de tanto relumbrón como su primo, pero a éste
hay que citarlo para que reaparezca mientras que a Sebastián, como buen
caballero renacentista, sus hechos le avalan y…
Oye, Enrique… hemos
leído pacientemente tu versión pero no hemos pedido tu opinión. Yo creía que… ¿Cómo?
¿Cómo dices? ¿Qué creías…? …que tenía derecho a darla. Oye, Enrique… de manera
que esclavista… por obligación ¿no? Es uno de esos comentarios que te dejan sin
aliento como una patada en la barriga. No hay defensa posible. Si lo acusan por
lo de Canarias, no vas a argumentar que le quitaron los niños por sentencia
judicial, por muy verdad que sea. Y si
es por la encomienda Campo ¿qué? ¿Qué Las Casas también tuvo una en Concepción
de la Vega? No desearía pasarme con mis privilegios de escritor para actuar
como abogado. Pero repasando el largo testamento detecto al menos una confesión
de esas que se dicen con el corazón en las manos. Recordemos, la encomienda
Campo había pasado al rey y a Sebastián le preocupaba la suerte de su último
esclavo, el chino García. “Y yo, por descargo de mi conciencia, digo y mando
que lo compren porque esta es mi voluntad de lo dejar libre”.
1 Carmen MENA
GARCÍA. Aquí yace Sebastián de Ocampo a quien Dios perdona. Anuario de Estudios
Americanos, Sevilla, jul-dic. 2.012.
2 Ibidem.
3 Ibidem.
4 Ibidem.
5 SEVILLA PARA
INICIADOS. Blog, 30/10/2014.
6 Martín FERNÁNDEZ
NAVARRETE. Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los
españoles desde finales del siglo XV, tomo III. Imprenta real, Madrid, 1829.
7 MENA GARCÍA,
ibidem.
8 Ibidem.
9 Ibidem.
10 María-Teresa
LÓPEZ DÍAZ. Ciencia, medicina y farmacia en la Sevilla del siglo de oro.
38º congreso internacional de Historia de la Farmacia. Sevilla, 2007.
11 MENA GARCÍA,
ibidem.
12 REAL ACADEMIA
DE LA HISTORIA. Diccionario de biografías. Web, 2020.
13 LÓPEZ DÍAZ,
ibidem.
14 ALMA MATER
HISPALENSE. ¿Cómo era la ciudad que vio nacer la Universidad? Web, 2020.
15 MENA GARCÍA,
ibidem.
16 Ibidem.
17 Ibidem.
18 Ibidem.
19 Ibidem.
20 Ibidem.
21 Ibidem.
22 Francisco
MORALES PADRÓN. Canarias en el archivo de protocolos de Sevilla. Universidad
de Sevilla. Web, 2020.
23 Luis-Alberto
ANAYA HERNÁNDEZ. Judeoconversos e Inquisición en las islas Canarias (1402-1605).
Tesis doctoral. Biblioteca digital. Las Palmas, 2003.
24 Elías SERRA
RAFOLS. Las datas de Tenerife. Fontes rerum canariarum. La Laguna, 1978.
25 Miguel-Ángel
LADERO QUESADA. 300 nombres canarios a comienzos del siglo XVI. Casa de Colón,
2004.
26 István SZASZI
LEÓN-BORJA. Vida y desventura de un letrado gallego. Don Cristóbal de Sotomayor,
de secretario real a alcalde mayor en Indias. Universidad de Valladolid, 15/06/2011.
27 MENA GARCÍA,
ibidem.
28 La limpieza
de Sevilla en el siglo XVI. Universidad
de Sevilla, 2020.
29 Gonzalo FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS. Historia general
y natural de las Indias. Biblioteca virtual Cervantes. Alicante, 2011.
30 MENA GARCÍA, ibidem.
FIN
Puedes bajarte Docampo versus Colón en formato electrónico en cualquier plataforma, por ejemplo:
Si lo prefieres en formato papel, estamos sorteando ejemplares gratis y a portes pagados entre los consultantes de notariarajoy o derecho de galicia (241881.blogspot.com) que indiquen su nombre y dirección postal.
He vuelto a Sanxenxo... ¿se nota?
No hay comentarios:
Publicar un comentario