viernes, 18 de marzo de 2022

¿SE PUEDEN LIMITAR LAS FACULTADES DEL ADMINISTRADOR ÚNICO?

La gruta de los espejos de Lourizán multiplica la imagen del osado fotógrafo


SUMARIO

1.-DOCAMPO VERSUS COLÓN

2.-¿SE PUEDEN LIMITAR LAS FACULTADES DEL ADMINISTRADOR ÚNICO?


1.-DOCAMPO VERSUS COLÓN 


El capítulo 5 del libro III de Docampo versus Colón está dedicado al inicio de la conquista de Cuba, aunque, fue tan pacífica, que casi mejor diríamos el asentamiento de los españoles. Esta 1ª fase (1509) será comandada por Docampo, cuyo mando se verá relegado en la 2ª (1513) trás los de Velázquez y Narváez: le pasará factura el haber participado en el proceso contra Colón cuyo hijo Diego ahora había sido puesto al mando de la colonia caribeña por influencias del duque de Alba (con cuya sobrina se había casado). La materia es tan extensa que se subdivide en varios apartados, pero no deja de ser divertida: piensa que para nuestro conocimiento cabal de Cuba será preciso un viaje a las pirámides de Egipto ¡y no estamos haciendo Dan Brown, sino realidad documentada! Estos son los subcapítulos: 5-1: Los queridos engaños de Compostela; 5-2: Ya será mentira si viene de Colón; 5-3: El anti-Colón; 5-4: El becerro, el olivo y el camarón babilónico; 5-5: Enrolamiento a tambor batiente; 5-6: Ad astra; 5-7: La tesis negacionista; 5-8: La conquista de Cuba.

 Si no te he dejado sin aliento vamos con el subcapítulo 5-1 "Los queridos engaños de Compostela", en que el autor ejerce como santiagués descarado.



Uno: Los queridos engaños de Compostela

 

A menudo, nuestras más profundas devociones, no son sino una amalgama de autoengaños, de queridas mentiras, sin las cuales la vida no sería sino un sucederse de días pálidos y vacíos, como un aba de invierno 1.

 

Los compostelanos tenemos tres. Prisciliano, un padre de la Iglesia, había conseguido que en su prédica conviviesen en armonía el ancestral culto a las fuentes, los árboles, los montes y las estrellas con el cristianísimo amaos los unos a los otros. Los gallegos, recién salidos del paganismo, la encontraron de su gusto. Decapitado por orden del pequeño emperador romano Magno Máximo al pie de la Porta Nigra de Tréveris, sus restos fueron conducidos a Galicia a hombros de sus discípulos. Como es natural, el campo donde se abrió su tumba fue iluminado por un misterioso lucero celeste, por más que los concilios de Braga o Toledo se obstinasen en condenar como herejes a los que jurasen haber vislumbrado semejante prodigio. En la alta Edad Media un fraile cántabro, el Beato de Liébana, cayó en la cuenta de que los gallegos estaban equivocados y que quien había predicado a Cristo en España, aquel sobre el cual derramaba el Cielo su luz turbadora, había sido en realidad Santiago Zebedeo, uno de los doce apóstoles de Cristo. A instancias del ermitaño Pelagio se excavó el coto de terreno iluminado por el astro y, justo allí, apareció el mausoleo del Apóstol irradiando un halo sobrenatural. A vera comenzó a medrar la ciudad patronímica: Santiago do Campo Estela.

Hasta ese momento habían perdurado en Galicia los cultos indígenas a pesar de los esfuerzos de los piadosos padres por extirparlos, no, miento, aún perduran. A nuestros días ha llegado la adoración al pico Sagro, un monte cónico de aspecto venerable que domina el burgo ancestral y al que los compostelanos impetran así su curación:

 

Pico Sagro, pico Sagro

cúrame de este mal que traio.

 

Para que el conjuro surta efecto hay que hacer una ofrenda al dragón que habita en una cueva, depositándola junto a la fuente que mana al pie de la cima. De día, la ofrenda es una hogaza de pan o un donut; pero, si te atrapa el ocaso, el sacrificio eres tú mismo. Un famoso obispo que vestía más a gusto la loriga que la sotana descubrió, a su vez, que tampoco se trataba exactamente de un dragón, no hijos míos, no, sino del mismísimo san Sebastián, a quien erigió allí mismo una ermita arropada por el níveo cristal de roca, como un blanco sudario que cubriese la desnudez del santo asaeteado. También reparó, perspicaz él, en que había sido en este lugar donde habían hecho un alto los sepultureros del cuerpo de Santiago, para uncir los bueyes al tiro del catafalco en que lo trasladaban desde Jerusalén. De donde se deduce que no hay peregrinación completa si el romero no acude al pico Sagro a echar una moneda a la cueva del dragón, perdón, digo de san Sebastián. Con lo que ya tenemos el segundo querido engaño.

Pero existe una tercera mixtificación, tan cara o más a los compostelanos que las dos anteriores, creo que más. Toda ciudad necesita un patrón. Sí, cállate tú, el listo del fondo, están Santiago y Sebastián, pero eso son santos alimenticios, me refiero a un santo en zapatillas, uno de andar por casa, uno para los vecinos y nadie más. Tras el milagroso descubrimiento del sepulcro del Apóstol toda Europa peregrinó a Compostela; Europa se hizo en el camino y no hubo aspirante al santoral que se preciase que no se pusiera en ruta con esclavina, bordón y vieira. Uno de ellos fue Francisco de Asís, que consiguió del carbonero Cotolay que le erigiese un templo a la vista del sagrado sepulcro. Los compostelanos dieron por descontado que también había humillado su cerviz ante el Apóstol su discípulo, Antón de Padua, el santo más irremisiblemente milagrero de todo el santoral (lo que es tan cierto como la peregrinación del de Asís). La ciudad cree a machamartillo en sus dotes taumatúrgicas; recuerdo que mi madre me contó que, siendo moza casadera, pidió marido a san Antón ofreciéndole un jarro de gladiolos que puso en el alfeizar. Un golpe de viento dio con el búcaro en la calle, descalabrando a un estudiante de Leyes que pasaba por allí; su subida indignada en demanda de la indemnización de Daños y Perjuicios causados (art. 1106 Código Civil) fue el origen de un gran amor y de este cronista. La barroca capilla de san Antón en la catedral; la fuente milagrosa de san Antón entre cuyas verduscas aguas culebrean las tripas de las reses sacrificadas en el vecino matadero; y sobre todo, la pequeña iglesia de san Antón junto al convento de Belvís, son los puntos neurálgicos de la devoción secreta que nunca te confesarán los compostelanos porque, ante el turista, jurarán por estas —besándose los dedos— que para ellos solo existe el Apóstol. Hay un secreto que quiero pedirte que guardes: el propio cabildo de la catedral de Santiago procesiona todos los años el día de san Antón, para postrarse ante su altar del convento franciscano. En confianza, te diré la verdad: no hay imagen más milagrosa en Santiago de Compostela que el san Antón de plata. Ni el mismísimo Apóstol. Punto en boca. San Antón (voz gallega, en castellano: Antonio) el milagroso es, entre otras cosas, el patrón de los remeros, los marinos y los navegantes. Si se le pide con fe, es infalible para que aparezca algo difícil de encontrar.

En un lento 1509, después de haber buscado el cabo occidental de Cuba atacando furiosamente el gulf stream  en dos carabelas al mando de Sebastián Docampo y Andrés de Morales, tratando de sacar conclusiones del incremento de la marejada ¿con que se encontró la escuadrilla del compostelano? La costa cubana, que se arrastraba muchas leguas al Oeste (tantos que Colón había mandado jurar que aquello era la China porque “no existen islas tan largas”), de pronto, daba un giro de 180º y seguía en dirección Oriente. ¡El límite, el fin de Cuba! Aquel giro en redondo venía a demostrar que el genovés, muerto no ha mucho de un infarto, había sido un fantasmón y un mentiroso.

 Docampo, con la pluma en la mano, está a punto de bautizar el cabo en el diario de a bordo. No se demorará mucho tiempo en reflexiones tontas.

No, no le va a poner cabo Bojador, cabo de las Tormentas, cabo de Barlovento, ni chuminada que se le parezca. Uno no andaría muy descaminado al conjeturar que mientras rasgaba el diario con la pluma, una risita afloraría a sus labios. Nombrarlo cabo de cierto santo era como llamarlo cabo Compostela, pero para sus adentros. Su sonrisa caustica venía a reconocer que él nunca le habría llamado cabo Santiago, ja, ja, ja.

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2.-¿SE PUEDEN LIMITAR LAS FACULTADES DEL ADMINISTRADOR ÚNICO?


Respuesta:

*No se le puede quitar al administrador único de una S.A. ninguna facultad, por ejemplo la que se sugiere de “venta de inmuebles” (es un órgano de la persona jurídica como su boca o sus manos, no un apoderado) y es nula frente a terceros cualquier limitación (234 LSC), ya que no es que tenga más o menos facultades por lo que no se le pueden quitar: “ES” la sociedad en cuerpo y alma.

 

*Si se quieren limitar las facultades de un gerente, lo que hay que hacer es encomendar la administración a un Consejo de Administración, y que este le apodere, otorgándole algunas facultades y quitándole otras (a los apoderados se le pueden limitar a voluntad).

 

*También podría darle la Junta al administrador determinada orden de abstención (justificando la causa), y, si la incumpliera, podría tener que indemnizar daños y perjuicios. Esto tiene muchos matices derivados de la motivación y racionalidad de la causa, te pido tomes nota de que uso el verbo en condicional. En todo caso el acto (venta) sería plenamente válido.


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