Cañón del Lérez |
Respuesta: Ningún problema, se trata de una mera formalidad que no exige la co-disposición de ambos esposos, pudiendo otorgarse por uno cualquiera de ellos. En confianza, soy incapaz de expresarlo tan acertadamente como lo hace esta resolución de la DGRN que tomo de notariosyregistradores.com y te traslado a continuación:
Declaración por uno solo de los cónyuges
La declaración de obra nueva supone la simple constatación de un hecho, ajeno a toda idea de administración o disposición. De otra parte, la declaración hecha en el presente caso -sobre solar ganancial y manifestando que ha sido hecha a expensa de la sociedad conyugal- no supone alteración ninguna en el régimen jurídico del inmueble. Por lo tanto, si la obra nueva es estimada por la legislación hipotecaria como una circunstancia de hecho y no implica en el ámbito civil cambio en la titularidad de la finca afectada, el acceso de la misma al Registro de la Propiedad ha de estar facilitado, bastando que uno de los titulares de la sociedad de gananciales haga la declaración oportuna. El artículo 94-2 del Reglamento Hipotecario respalda esta conclusión cuando señala que serán inscribibles las declaraciones de obra nueva realizadas «por sí solo por el titular registral». Independientemente de la solución a que debe llegarse para los otros actos incluidos en el apartado 2 de ese artículo, es claro que, si, según se ha indicado, la obra nueva es la constatación de un hecho, su acceso al Registro de la Propiedad queda al margen del régimen civil sobre los actos de disposición y de administración de los bienes gananciales y ha de bastar para la inscripción la declaración unilateral de uno de los titulares registrales, que así lo solicita (cfr., artículo 6 de la Ley Hipotecaria). El principio de tracto sucesivo contenido en el artículo 20 de la Ley Hipotecaria no es suficiente para llegar a exigir el consentimiento conjunto de ambos cónyuges, puesto que no hay alteración ninguna en la situación dominical de la finca inscrita, sino que sólo se completa la descripción física de ésta.
DGRN, 21 de febrero de 1995
2.-DOCAMPO VERSUS COLÓN
El subcapítulo 5-3 del libro III contiene algunas referencias biográficas de Sebastián Docampo que tratan de explicar el porqué la corona lo juzgó idóneo para encabezar la conquista de Cuba; sin duda, está lo de su experiencia marítima, aunque creo que fue un puntazo el haber participado en el proceso contra Colón.
El aviso viene a cuento de que los cronistas van a llamar
a Sebastián de todo: hidalgo, criado de la Reina, capitán, piloto gallego, conquistador,
gobernador, asesino, capitán-hidalgo, mercader, vago… Asesino en sentido técnico
no lo fue, pues toda la gente a que dio muerte lo fue en batalla; de todos los
demás oficios sin duda puede habérsele pegado algo. Sus coetáneos hablan preferentemente
de él como un capitán. Todas las argumentaciones de los cronistas giran en torno
a esta idea que encomia sus dotes de mando. Excusado es decir que unos plagian
a otros, el doctor Álvarez-Hungría jr. dice que eso se llama intertextualidad.
Para este descubrimiento envió por capitán a un hidalgo
gallego, llamado Sebastián de Campo, criado de la Reina Isabel, de los que habían
venido con el primer Almirante cuando vino a poblar esta isla el segundo viaje 1.
A lo largo del 2º viaje Docampo estaba ocupado
conquistando Tenerife. A veces nos preguntamos cómo se las arregla el dominico
pata meter un embuste cada diez líneas. Es fácil. Lo único que hay que hacer es
narrar los hechos al cabo de medio siglo, cuando se acerca la demencia senil. Pero
aquí no perderemos un segundo en disculpar al padre Las Casas: sus fake news
son mucho más interesantes que la realidad real.
Envió pues Nicolás de Ovando a este descubrimiento al
capitán Sebastián de Ocampo, natural de Galicia, criado de la reina doña Isabel,
que fue uno de los que fueron a La Española con el almirante don Cristóbal,
cuando la fue a poblar 2.
El piloto gallego solo ha dejado algunas escasas noticias
de su viaje referentes a La Habana y a Jagua, hoy Cienfuegos 3.
No será exactamente así, ni mucho menos, como más adelante
veremos.
Comenzóla a conquistar Nicolás de Ovando por Sebastián
de Ocampo… 4
Y a esto envió
por capitán a un hidalgo llamado Sebastián de Ocampo, el cual fue a aquella isla
y tomó tierra en ella, pero hizo poco 5.
Debe tenerse en
cuenta que los asturianos siempre tuvieron un poquito de envidia a los gallegos,
con frecuencia, mejor disimulada que la pelusa de Fernández de Oviedo. La conquista
de Cuba bajo la capitanía de Campo, consistió en algo excepcionalmente moderno.
El asentamiento de castellanos se basó en gran medida en la asunción voluntaria
de los valores cristianos y el aprendizaje del idioma del otro. Lo que en el fondo
el asturiano pretende con sus palabras, es encomiar las matanzas espeluznantes
llevadas a cabo por su amigo Diego Velázquez. A éste cuellarano encomendará el
segundo Colón el remate de la conquista, tras la destitución de aquel insolente
gallego tan odioso a la famiglia. Conste que no asumimos que la conquista campiana
haya sido un Te Deum laudamus: la salutación angelical va a estar reservada,
como en Canarias, a los bandos de paces. Con los bandos de guerra, caña, caña,
caña. Pero no adelantemos acontecimientos.
Los informes de Ocampo al regresar de su expedición,
la cual durará ocho meses, desvanecieron la opinión desfavorable que imperaba
en La Española tocante a Cuba. No solo se tuvo la certidumbre de que esta era una
isla, sino se adquirió también el convencimiento de que la tierra era sana y fértil
y estaba habitada de un extremo a otro por indios pacíficos e industriosos. Las
Casas nos dice que el Comendador Ovando habría mandado algunos españoles a poblarla
inmediatamente, si no hubiera sido relevado del gobierno de la isla vecina por
el almirante don Diego Colón, quien arribó a La Española y asumió el mando como
heredero de su padre, el gran Almirante, en julio de 1509 6.
La isla será perfectamente cartografiada por quien corresponde, el piloto Andrés de Morales y, abandonada ya su naturaleza proteica, se incorporará al padrón real, el mapamundi que la corona española ordenará confeccionar y llevar al día, ante la conversión de su reino en una potencia global.
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