Balandros centenarios en Sxx |
Sí, claro. Las reglas son:
Ruta de Samieira, bella y secreta |
─La disposición testamentaria de un bien ganancial (por parte de un solo esposo) puede hacerse, bien de la totalidad, bien tan solo de la parte que le corresponde.
─En caso de duda, es decir si no se expresa con toda claridad, se presume que la disposición se refiere únicamente a la parte que le corresponda al esposo testador.
─Si un solo esposo dispone con claridad y expresamente de la totalidad de un bien ganancial, la disposición produce todos sus efectos. La mecánica es la siguiente:
*Si el bien se adjudica al 100% a la herencia del esposo disponente en la liquidación de los gananciales, dicho bien se entrega al 100% al heredero beneficiario.
*Si el bien se adjudica al 50% a la herencia del esposo disponente en la liquidación de los gananciales, dicho bien se entrega al 50% al heredero beneficiario, a quien hay que entregarle además el valor del 50% restante, con cargo a la herencia del causante. Es decir, llevará el 100% del valor: la mitad en el bien a él dispuesto; la otra mitad en dinero u otros activos hereditarios.
*Si el bien se adjudica al 100% al otro esposo (al no-disponente), hay que entregar al beneficiario el 100% del valor del bien, en dinero otros activos de la herencia del disponente.
Como es lógico, lo más fácil y beneficioso para todos será adjudicar el bien en la liquidación de gananciales, a la herencia del disponente. Caso contrario, entre valoraciones, tasaciones y peritos, pleito seguro.
En el principio de esta historia era el
caos y el abismo estaba sumido en la oscuridad. Entonces Dios dijo: “Hágase la
luz”. La luz de la Edad Oscura empezó a llegar desde Oriente. El comercio,
basado en sedas y especias (clavo, nuez moscada, pimienta) y la ciencia,
brújulas y pólvora, confluían en Constantinopla tras su paso, bien por el
Índico egipcio, bien por la ruta caravanera asiática. 29 de mayo de 1453: salto
al vacío: Es bien conocido el efecto de oscuridad total, de apagón, que produjo
la caída de Constantinopla en poder de los turcos. ¿Ahora qué? se plantearon
las opulentas flotas de Génova y Venecia, asiduas visitantes del Cuerno de Oro.
La solución elemental, si no se podía comerciar a través del Asia Menor, era
alcanzar las costas indias y chinas dando un rodeo por África. Los portugueses,
a los que había tocado la lotería histórica de estar asomados como un balcón a
la nueva ruta atlántica, se empeñaron enseguida en el intento. Sucesivas bases
de apoyo naval en Bojador, Guinea y cabo de Buena Esperanza, fueron acercándoles
al objetivo a lo largo de la segunda mitad del siglo XV.
La tropa de escopeteros del Sur de Galicia no fue ajena al intento. Siempre de un lado para otro de la raia, de Portugal a Castilla y viceversa, ignorando aun de que lado les haría caer el genio de la historia, la dirigía Pedro Álvarez de Sotomayor, el asesino del amanecer, apodado Pedro Madruga. Con ínfulas reales, “en Galicia con mi casa, basta”, quizás por ello se casó en Portugal con Teresa de Távora de la rancia estirpe de los Perestrello, conquistadores de Madeira y Porto Santo, sin perjuicio de otros parentescos políticos de menos prosapia como el de cierto lunático llamado Cristóbal Colón. Pedro Madruga se titulaba conde de Camiña (Portugal), vizconde de Tuy, señor de Vigo y Pontevedra, mariscal de Baiona, y ni se imaginaba que, gracias al chalado genovés, su estirpe acabaría rigiendo la isla de San Juan que, andando el tiempo, se llamará Puerto Rico.
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