Si
mala es una política judicializada, mil veces peor es una justicia politizada.
Me refiero de nuevo al proceso de “los siete de Santiago”.
Esto
no es un proceso normal, no lo es. Se acusa “en globo” al gobierno municipal
democráticamente elegido por los santiagueses de adoptar una resolución
arbitraria “a sabiendas” de su injusticia cuando, los que por ley tienen
obligación de fundamentar esas “sabiendas” (secretario, vicesecretario, interventor),
juran y perjuran que el acuerdo es legal. ¿Se pretende que nuestros representantes
se informen por medio de una llamita que descienda sobre sus frentes? Item más,
se les acusa de aprobar el pago de la defensa a un concejal cuando no se ha
aprobado memoria económica alguna y el resultado final hubiera podido ser tanto
de pago como de no-pago (que es el que finalmente ha resultado).
¿Cuantos
ciudadanos honrados que estén presenciando el proceso –injurias de los “caretas
amarillas” incluídas- no estarán siendo disuadidos de presentarse a concejales?
Si la política es una ruleta rusa en la que no te puedes fiar ni del
funcionario técnico, quedará reservada a los corruptos a los que merezca la
pena asumir el riesgo. Así de simple.
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