lunes, 19 de septiembre de 2022

¿CUANTO ESPERA EL BANCO ANTES DE APLICARTE EL EURIBOR?


A furore normandorum, liberanus domine: con esto contábamos los gallegos frente a los vikingos

SUMARIO

1.-INVASIONES NORMANDAS: ENCHUFISMO

2.-¿CUANTO ESPERA EL BANCO ANTES DE APLICARTE EL EURIBOR?

3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN

1.-INVASIONES NORMANDAS: ENCHUFISMO

A partir del 844, derrumbadas ya la estructuras de tranquilidad y progreso que el destino nos había deparado: romana (la más añorada, siempre), visigoda, bizantina, califal... Galicia se convirtió en una especie de "barra libre" donde todo aquel que viniera con sus barquitos de guerra, pudiera llevarse lo que apeteciera: oro, doncellas, esclavos, centollas y lacones. Los más avariciosos fueron los normandos, llamados vikingos en los juegos de ordenador: llegaron a fundar sede estable: el poblado de Nordimanos, al norte de la ría de Arousa. El curioso del devenir de la Historia puede aun apreciar sus huellas: el casco de oro de su duque o earl en el museo de A Coruña, las torres defensivas de A Lanzada (sus restos en la foto) o del Castelum Honestum (bravamente defendida por María de Rajoy), o las estelas rúnicas de A Borna (Moaña, Pontevedra). Vale, es Historia, pasado. Lo que aun me encocora es lo del Olaf ese. Llega con sus dakars a Arousa, y enseguida enfila a una Compostela, atestada de oro por el tráfago de peregrinos. El muy animal mata y viola a todo bicho viviente y se lleva hasta el último grano de dorado metal. Si crees que es eso lo peor, siento decepcionarte. Retornado el muy c. a su Noruega querida, se convierte al cristianismo. Hasta ahí, bien.

 Pero ¿no va la Iglesia y lo declara Santo? ¡¡¡San Olaf!!! Para mí, uno de los casos más descarados de enchufismo en toda la Historia.


2.-¿CUANTO ESPERA EL BANCO ANTES DE APLICARTE EL EURIBOR?

Menudean las preguntas de aquellos que tenían ofertado "tipo fijo" para su hipoteca. El tempus económico ha pegado un bandazo y ahora los Bancos te exigirán o sí o sí que tragues con el euribor, que sube y subirá implacable de 0,75 en 0,75 o de punto en punto. Los pagos mensuales se duplican, se triplican. Los casos consultados son de aquellos que se demoraron en sus negociaciones y, de pronto, el Banco le dice: Lascitate ogni speranza voi ch´entrate, abandonad toda esperanza, vuestra oferta ha caducado y yo os condeno al infierno del euribor. ¿Es así? ¿Cuánto tiempo debe mantener su palabra, llamada FEIN, el Banco?


Respuesta:


Antes de largarte el rollo te anticipo que el "plazo de garantía de la FEIN"  de que voy a hablar es el mínimo, pero lo normal es que cada FEIN tenga su propio plazo que el Banco determina libremente siempre que supere el mínimo. Debes leerlo ahí, suele venir al principio. Entre 1 y 2 meses es algo habitual. El plazo "legal", o sea el mínimo que debe garantizar, nunca será inferior a 10 días naturales (14 en Catalunya), respecto del momento en que el prestatario quede vinculado. Esta frase ("momento en que el prestatario quede vinculado) para mí es misteriosa: creo que debería empezar a contarse a partir del décimo día desde la entrega de la documentación, pues, entretanto, no se puede suscribir la hipoteca y el 1258 CC habla de que los contratos se perfeccionan por el acuerdo mutuo "conforme a la ley". Ten en cuenta que no soy ningún gurú en la materia y, si tienes abogado, hazle caso.


3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN

La Conquista española de medio Mundo fue la verdadera película de vaqueros (las historias del Far West y los Cow boys no son más que malas copias de aquella). En este tipo de pelis siempre hay buenos y malos; hasta aquí, todos parecerían malos. El bueno fue Diego de Arce que ahora hace su entrada en escena. Versión íntegra del capítulo 7 del libro II de Docampo versus Colón, libro dedicado a la Conquista de Canarias.


-7-

Diego de Arce

 

Establecido o aposentado inquietamente en Tenerife entre el noventa y seis y el noventa y ocho, año en que sus apariciones se trasladarán a Indias, hizo frente y reprimió la angustia que le causaba la necesidad de mantener una visión estrábica, un ojo en Guillén Peraza, otro en Alonso de Lugo. Seguro que habría, tenía que haber, algún medio de reconciliar amorosamente a dos señores, hijastro y padrastro, en el trono de La Gomera. O todo lo logrado hasta aquí, señorío de territorios, repartos de guanches en Gomera y Tenerife, trapiches azucareros, podría caer a tierra con estrépito, desriscado como el pobre Bentor. Con la señora y el mozo Guillen pasó a residir a la isla recién conquistada en paz consigo mismo, ya por estar arropado por parientes cercanos, ya por la frecuentación y trato directo con los más altos círculos del poder, Bobadillas, Lugos, Veras, Sernas y Perazas; sin desdeñar tampoco guanches y guanchas, marranos y marranas, porque Docampo se deslizaba como una anguila entrambos mundos. Después de tanta matanza y tanta sangre, los relatos de los cronistas parece que nos muestran una sociedad variopinta, empeñada en conseguir a toda costa una reconfortante normalidad. Este iba a ser un mundo sin peligros donde todos se comportarían ahora como ángeles o santos o predicadores. Tenéis toda la razón, fray Angélico, y ahora que me habéis convencido ¿puedo ya, hermano, empezar a afilar la espada para la próxima conquista?

La iglesia matriz de Tenerife, hoy Nuestra Señora de la Concepción, antes de Santa Cruz, está en Añazo. Noventa colonizadores habían establecido allí su casa, la mayoría en Aguere. Rodrigo Mexía de Trillo tenía casa y tierras cerca de la iglesia, barranco arriba; Sebastián de Campo, junto al anterior. El propio adelantado, Alonso de Lugo, tenía casa de apeo aquí y con posterioridad compraría otra casa para vivienda de una mujer llamada la Sevillana. A Sebastián le alcanzarán las rentas para mantener más de una casa de esas: para Ana García, Isabel Pérez, Margarida Marrana… Otros vecinos puerta con puerta eran un tal Trujillo llamado el Teniente viejo, el franciscano Juan el Cojo, el mareante Diego Santos que usaba la desembocadura del barranco como refugio en seco de sus barcos, Catalina la Guancha o Fernando Guanarteme, un sosía pacifista del astuto guerrero que hemos conocido en los combates. Puede afirmarse que la sociedad era variopinta e interclasista: mareantes, labradores, pastores, comerciantes, oficiales y funcionarios; dentro de su exigüidad no faltaba casi ningún oficio: Lope de Fuentes era mesonero; maestre Lope, barbero y Francisco de Salamanca, sastre 1. En este último estarían pensando Sebastián Docampo y su mujer no sacramental, María de Ocampo, a mediados de 1498 porque se avecinaba boda de tronío y la noticia tenía un aspecto agridulce. El enlace Bobadilla-Lugo que se anunciaba en Gomera planteaba cuestiones inextricables, preguntas difíciles de responder.

No necesariamente se sentiría muy acompañado en estas reflexiones por su compañera, María de Ocampo, ya que esta era carne de su misma carne y respondería siempre: sí, amen. Según todos los indicios y algunos nobiliarios 2 era hija del primo Alonso de Ocampo, lo que probablemente impidió el santo matrimonio por impedimento de parentesco. Cierto, la bula de la Santa Cruzada dispensaba el impedimento en ese grado mediante una composición de 500 maravedís (según nos informa la “toma de cuenta” al tesorero de la Santa Composición de Canaria, Pedro López, por el reverendo Alonso Bibas, comisario de la misma); pero quizás no haya de que extrañarse. Bueno, ya que se me ha escapado, diré que Sebastián no tenía entre sus virtudes el ser rumboso ni buen pagador. Dejará pufos por doquier, incluso por sus espadas nuevas, él, que sobre todo era un conquistador. La cosa llegará al extremo de que, en la expedición de Ovando, irá detrás de él un cobrador, Alcázar, a reglar cuentas en las mismas Indias. Se llevó un susto de muerto porque creyó que había ido ex profeso y pagó a tocateja. Lo que es las camisas de Haití y los zapatos, sólo los pagará mortis causa, testamento mediante. No, aquello de la dispensa era mucho gasto, válgame Dios, y eso que María tenía que ser de la familia; no había más Campos censados en Gomera. Otros atractivos que el de no ser ni guancha, ni conversa, ni marrana, es posible que no tuviera; si estuviésemos hablando de una mujer de bandera, como la Bobadilla, el primo Alonso, que era hombre práctico, le habría buscado mejor partido. Podemos imaginarla como una mujer menuda, fiel y callada, un estilo muy de la casa, ya que no dejó más rastro en la historia que su hijo y de Sebastián: Gonzalo; otras mujeres de su época, sin necesidad de llegar a la altura de Beatriz, si lo dejaron: María de Peñalosa, Catalina de Sotomayor, Catalina la guancha… Vale, miento y me excedo: ninguna mujer de su época dejaba huella-huella salvo alguna de rompe y rasga, como la futura novia de la boda del siglo, doña Beatriz, una bloody mary que ya debería estar haciendo sus velaciones… si es que no se las dificultaba algún que otro cadáver putrefacto ahorcado de una viga, a pocos pasos del tálamo.

El que no representaría ningún problema de cara a embarcarse para la boda, sería el pequeño hijo de la pareja, Gonzalo del Campo (la oscilación entre los de Campo, del Campo, Campos, de Ocampo etc. intenta seguir el anárquico baile de las citas). Es posible que, si le preguntasen, Sebastián respondiese ¿quiere que cargue con ese montón de cacas y meados o qué? Me temo que Sebastián no se podría imaginar nada menos emocionante que semejante hijo. La vida del padre será una trepidante aventura de principio a fin; la del hijo, la existencia aburrida y productiva que podía llevar un empresario azucarero y un chupatintas, bajo la protección del primo Alonso. En 23 de junio de 1526 sigue vegetando, y en Gomera, como veremos por un poder 3; hay que pensar que pringado en melaza hasta la gola. Lo que Gonzalo se encontrará delante cuando abra el testamento de su padre es que el heredero será el abuelito, Pedro Fernández de Tuy; y que él ni siquiera sirve para heredero sustituto, ya que debe compartir el rango con Simón y el querido primo Alonso. ¿Lo conocería mejor de lo que pensamos?

 

Y mando a Gonzalo de Ocampo, mi hijo natural e hijo de María de Ocampo, vecina de la isla de la Gomera, cien castellanos de oro y una heredad de cañaverales y tierra de regadío que yo tengo en la dicha isla de la Gomera, en el valle del Gran Rey… E mando que luego le sea todo dado y entregado a la dicha María de Ocampo, su madre, si el estuviere en poder de ella, para que todo lo tenga en su poder hasta que él sea de edad para lo tener y administrar todo, y si él fuere de edad para ello, se lo den a él 4.

 

Que envidia no sentiría Sebastián si hubiera podido ver el orgullo con que el otro Gonzalo, el hijo de Alonso, reivindicaba ante notario la memoria de su padre:

 

Sepan cuantos esta carta vieren como yo, Gonzalo Hernández de Ocampo, vecino de esta villa, hijo legítimo de Alonso de Ocampo, regidor de la isla de La Gomera, difunto que es en gloria, otorgo poder a Alonso Boyanes… En la noble ciudad de San Cristóbal que es en la isla de Tenerife a 18-IX-1540. Pasó ante mí, Juan del Castillo, escribano público 5.

 

Tenía también Sebastián, como todo conquistador, hijos de esos que en Galicia se llaman de palleiro. Simón tenía que ser fruto del vientre de alguna indígena, ya que el nivel mínimo de madre con categoría par ser citada en testamento lo había puesto Sebastián muy bajo: marrana, o sea judeoconversa o, incluso, judaizante. Y la madre de Simón no alcanza ni siquiera ese escalón, probablemente el más ruin, justo un escaño por arriba del asignado a los hijos de esclava. Campo podía concebir el tener hijos con guanchas, guineanas de la Mina, o con cualquier mujer. Pero, Sangre de Cristo, el mozo tendría que darse perfecta cuenta que no iba a poder formar parte de su séquito. Simón no se podía presentar en la boda en compañía de un gran hombre como ÉL, él que era sumo hacedor de la Bobadilla, capitán de la milicia gomera, y, a día de hoy, héroe de guerra de Tenerife. Todo lo más, el pequeño mestizo estaría encantado con subirle el equipaje a la carabela que le llevaría a su querida Gomera.

Curiosamente, Simón tendrá un destino banderizo a la gallega, ¡Dios sea loado!, en las junglas de la isla de San Juan (Puerto Rico) a las órdenes de Cristóbal Álvarez de Sotomayor. Todo lo que había pasado en la Galicia Caníbal se reproducirá en Indias de una forma mágica y misteriosa, hasta el extremo de que algunos enloquecerán y llegarán a la conclusión de que Cristóbal Colón irremediablemente tenía que haber sido gallego. Cristóbal de Sotomayor, hijo del conde de Camiña, desembarcará en Puerto Rico en 1509 con apenas dos sirvientes: había confiado su fortuna al cargo de secretario de Felipe I de España, el Hermoso, y este se le murió tras el famoso vaso de agua helada tras el partido de pelota (un vaso de agua al que los prosaicos historiadores modernos darán otro nombre: la peste). Sotomayor obtuvo de Fernando el Católico, de nuevo regente, la gobernación de Puerto Rico, pero trifulcas coloniales le obligaron a rebajarse y aceptar apenas el cargo de alcalde mayor. La dinastía estaba de capa caída y otra prueba de ello es que el cupo de recluta correspondiente a la familia Campo, claros vasallos Sotomayor, fue cubierto con el pobre Simón que debía ser nativo canario y algo mestizo, ya que su padre dice en el testamento “que ahora está en la isla de San Juan que es en las Indias del mar Océano”, señal de que antes había estado en Canarias.

Lo peor del chusco intento de reconstruir el Condado de Caminha en tierras portorriqueñas fue que los tainos se volvieron positivistas y se aplicaron con tesón a la experimentación científica. El caso es que los conquistadores, gracias a aquellos palos que tronaban, escupían fuego y mataban, habían ganado fama de dioses inmortales o teules. Los hombres del cacique Agueybana decidieron desarrollar un experimento digno del Institut Pasteur: érase que se era que los cristianos para ir descansados, se hacían llevar en cestas pendientes de una pértiga sustentada por dos forzudos tainos. Al cruzar un río en 1511, dejaron caer al agua, a propósito, a un tal Diego Salcedo, pariente de Sotomayor. Inicio del experimento. Luego, le mantuvieron la cabeza bajo el agua hasta que paró de echar globitos. Evaluación experimental. Durante horas, días, examinaron, palparon, comieron y olieron su cadáver, hasta que el hedor se hizo insoportable. Comprobación científica. La experiencia demostró, sin lugar a duda razonable alguna, que los españoles eran tan mortales como los indios. Evidencia. ¡El equívoco venía de que los vagos de los misioneros les habían explicado chapuceramente La Resurrección de los muertos! A partir de ahí, los indios exterminaron a todos los colonos de este condado de Camiña tropical, Cristóbal de Sotomayor y Simón de Ocampo incluidos. No volverá a aparecer en censos y padrones. La propia villa portorriqueña de Tábara, su casa, es esfumará en la noche y la niebla: había sido un recuerdo filial a Teresa de Tábora, la maquiavélica esposa portuguesa de Camiña que le había conseguido a su hijo Cristóbal, allende los mares, este salvavidas del naufragio de la dinastía de su padre, un padre que había osado decir “en Galicia, con mi dinastía basta”.

 

Y mando asimismo a Simón de Ocampo, mi hijo natural que ahora está en la isla de San Juan que es en la Indias del mar océano, otros cien castellanos de oro y que estos se los den asimismo de las deudas que me deben en las dichas Indias 6.

 

Aprovechemos para contactar con los cambios del lenguaje como efecto secundario del bojeo llevado a cabo por Sebastián: Colón había vendido a los reyes que Cuba era una península pegada a la China, esta parte de Asia donde estaba la India. Campo al circunnavegar Cuba, desentrañó la superchería. Ahora, en los testamentos, se habla de las Indias como un espécimen plural, un concepto genérico que puedes aplicar a cualquier cosa que descubras por ahí adelante.

Es muy probable que Simón de Ocampo, nieto de un calificado vasallo (Pedro de Tuy) del conde de Camiña, haya acabado sus días junto a los cuatro últimos defensores de su hijo, Cristóbal de Sotomayor. En tal caso, el asunto fue a macanazos y en la selva de Puerto Rico.

 

Y mataron a don Cristóbal e a los otros cristianos que iban con el (que eran otros cuatro) a macanazos; quiero decir con aquellas macanas que usan por armas, e flechándolos 7.

 

Una genuina macana es un garrote de madera dura coronado, por un pedernal negro tallado en forma de estrella. En cuanto a la sepultura, es cierto que el cacique los mandó enterrar, pero tan mal que alguno tenía los pies por fuera; menos mal que el adelantado Ponce envió al capitán Miguel de Toro que les dio tierra en condiciones y puso encima una cruz alta y grande.

 

Pero ¡pardiez!, estamos en vísperas de la boda del siglo y nosotros perdiendo el tiempo con estas pamemas. Tendrá lugar a principios de junio de 1498, puesto que el novio, Alonso de Lugo, se hallaba en cabildo en La Laguna a finales de mayo y ya la sádica Bobadilla se lo presenta a Colón como su esposo, en 19 de junio (cuando recaló en su tercer viaje). “Apenas la conozco” que explicaría el genovés, tampoco un tigre, conocedor de que los celos del de Lugo llevaban directo a una viga del dormitorio.

Fue un bodón.

 

En el mismo acto se celebraba también el enlace matrimonial de Pedro, primogénito de Alonso de Lugo, con Inés Peraza Bobadilla, hija de Beatriz. No podemos regatear lujo ni ostentación en estos esponsales. La iglesia de la Asunción de la villa (de La Gomera) los acogería con la magnificencia de que era capaz y un numeroso público entre curiosos e invitados, presenciaría la celebración de ambos enlaces matrimoniales 8.

 

 Por pura lógica, el capitán de la milicia gomera y héroe de guerra, Sebastián, tenía que haber estado allí, en las primeras filas, cerca del altar de Nuestra Señora de la Asunción. Pero no estaba. María de Ocampo, su compañera, hija del personaje más conspicuo, Alonso Docampo, sí que estaría sentada en la galería volada, con las mujeres, y es posible que se mostrara conforme con la componenda que había encontrado Sebastián para su dilema. El hecho de que se hubiera dado a la fuga en la carabela de un tal Coronel, daba solución cabal al problema: Campo estaba por Lugo, enemigo a muerte de su padre. Ahora estaría navegando hacía esas Indias que, según el rumor, no eran más que otras islas del estilo de las Canarias: pronto la reclamaría, como había pasado cuando lo de Tenerife. Hubo otra ausencia de tronío. ¡Lástima que el tal Colón hubiese llegado una semana tarde! ¡Menudo lustre que le habría dado a la boda!

 

En la sala principal de la casa-fuerte de la señora, junto a la Torre, se serviría el banquete nupcial, empleándose la vajilla de plata que Beatriz recibiera como regalo de boda de su primer marido 9.

 

El menú no podría estar constituido por otra cosa que los ganados mayores y menores que pastaban mostrencos por muchos puntos de la isla. Esas vacas, toros, caballos, ovejas y cerdos serán los ascendientes de la infinita cabaña que hoy pace en el continente americano, tal como explicará Colón a los reyes:

 

ahora hay de ellos sin cuento, y todos salieron de esa casata, los cuales yo traje en los navíos y los llevé a mi costa, salvo el primer gasto que fue de 70 maravedís pieza en La Gomera.

 

El vino tuvo que ser malvasía; ese caldo del que doña Beatriz mentía a los importadores que era el mejor del mundo, si bien se puede afirmar con verdad que es de los más chispeantes. En algunas bodas se canta y, desde luego, los Campo son incapaces de no hacerlo. Los nuevos esposos se sentirán a gusto en La Gomera, donde permanecerán varios meses, pero las cuestiones graves habían quedado aplazadas. Algo que Sebastián, cuyo carácter adolecía de escasez de maquiavelismo (que era estimado como una virtud), no había podido aceptar. A la pregunta de ¿porqué emigras a Indias?, respondería a la gallega con otra pregunta ¿ahora a quien debo obedecer, a Guillén o al adelantado? Guillén estaba creciendo en ambición y fealdad, como una réplica casi exacta de su padre Hernán Peraza: su esqueleto, robusto y achaparrado, excavado no ha mucho en la iglesia de la Asunción, nos permite ver al personaje con los ojos de la imaginación. Sebastián no había podido dejar de considerar que su preminencia militar a partir de ahora, encuadrado en los ejércitos de Lugo, iba a quedar muy diluida.

En marzo, las dos carabelas de Pedro Fernández Coronel, la histórica Niña del 1º viaje y la Santa Cruz, abaneándose ahí enfrente, se había convertido en una tentación irresistible: dicen que en las Indias del mar Océano existen Tenerifes por docenas y que cualquiera puede constituir allí su Campo Estela particular. La escuadra de Coronel era una avanzadilla de ballesteros destinada a poner orden y muertos en la isla Española; detrás venía el grueso de la 3º expedición al mando del propio Colón. Pero si a Campo le pidieron que se quedara a la boda, diría lo siento, pero ya se me hace tarde: para empezar, aquí se han acabado las guerras de guanches. Era como si los enemigos de buena guerra hubiesen cruzado a nado el mar Océano: había que salir en su busca.

 Y sin embargo. Sin embargo, no decepcionará, no podrá decepcionar a su benefactor. Atávicas ideas de fidelidad y vasallaje al conductor militar, le llevarán al intento de uncir a su familia y descendientes, de generación en generación, a la divisa de las cinco cabezas degolladas y sangrantes: el blasón de los Lugo. La víctima sacrificada, el Isaac femenino, será su hija María de Ocampo. La amalgama entre los Lugo y los Campo va a ser un descendiente notorio de judeoconversos llamado Diego de Arce.

 

Y mando a María de Ocampo, mi hija e hija de Margarida Marrana, vecina de la villa de Tenerife, cien castellanos de oro que le sean pagados de mis deudas de las dichas Indias, los cuales le mando por el mucho amor que le tengo, e que les sean dados con cargo y condición de que ella se case con Diego de Arce, porque esta es la mi voluntad.

Y que la dicha María de Ocampo, mi hija, ni tenga más de los cien castellanos de oro que le mando, como dichos es 10.

 

Si bien Sebastián no pretendía estar realizando ningún gesto heroico, está claro en su dicción pura y clara que no le había repugnado en absoluto procrear con una miembro de la minoría marrana, formada por judeoconversos, algunos judaizantes. Incluso, blasona de ello ante notario. Pero que, para colmo, el novio con quien obliga al matrimonio a su hija, sea alguien que exhale un olor tan profundo a cuerno quemado, es algo que nos hace abrir unos ojos como platos. ¿No quedamos en que tras el decreto de expulsión los judaizantes ardían en hogueras, que la inquisición los emplumaba con el sambenito, que a los más afortunados se les empujaba a golpes hasta la pasarela del primer buque? Pues no. Lo que vale para la península, no sirve para Canarias, aquel far west de los desheredados. Vaciadas las islas de aborígenes, aquí lo que hacían falta eran brazos, para defender las islas de los corsarios, para cultivarlas, para poblarlas. Era un secreto a voces que los canarios tenían pocos prejuicios contra los judíos y los puertos de Las Palmas y Santa Cruz lo fueron de arribada de muchos de los expulsados entre 1492 y 1496. Tanto es así que el obispo Diego de Muros (sobrino del atávico enemigo de Pedro Madruga) estableció sin mucho éxito una Inquisición episcopal en 28 de abril de 1499. Entre 300 y 400 cristianos nuevos, principalmente en la isla de Tenerife, constituyeron un porcentaje decisivo de la escasa población de las islas. Bajo el amparo de los adelantados, prosperaron, ejercieron cargos públicos y sus grandes damas se vestían con sedas y terciopelos, lucían oro y joyas. Se observaba el Sabbat, mataban la carne con arreglo a sus leyes, sustituían la grasa por aceite, quitaban los tendones de las patas, entre una tolerancia vigilante que poco a poco se iría apretando a instancia de autoridades venidas de la península, como el citado obispo. No era infrecuente que enviaran jóvenes a Marruecos para estudiar la ley judaica.

 

compilaron un ritual marrano especial… un rezo apócrifo de la reina Esther en una patética confesión de criptojudaismo 11

 

De Diego de Arce hemos visto sus conexiones con Varela (Sotomayor), pero si no las tuviera también con Lugo no hubiese sido un yerno tan práctico. Con el primero le vinculan repetidos apoderamientos particulares y generales; algunos dirigidos a la liquidación, rápido, rápido, de las concesiones tinerfeñas del pretendido comendador. El hombre se daba buena maña para hacerse con propiedades como avecindado o poblador fantasmal que, en realidad, solo era un premio a sus servicios de lobista cerca de la corte. Lacra de regalos a absentistas que atentaba directamente contra la política real de poblar las islas; por eso se ordenó su revisión por Lope de Sosa a partir de 1506.

 

algunas datas a favor de funcionarios de la corte, a costa de personas que las habían beneficiado, pero acusadas de no ser vecinos, por más que los nuevos beneficiarios no eran menos ajenos a las islas que ellos 12.

 

 Los Arce, como hemos visto, eran descendientes de Fernando Beltrán, regidor de Ciudad Real de donde emigró a Málaga ante el acoso de la Inquisición a parientes y criados: Hay que pensar que, gracias a sus contactos, se dio buena maña para salvar lo salvable de las propiedades cucamente adquiridas por el comendador Varela:

 

3 de septiembre de 1508.-María de Peñalosa, mujer del comendador Gabriel Varela, da poder a Alonso Velázquez, para que comparezca ante el gobernador Lope de Sosa y presente los títulos y datas de tierras que a su marido fueron dados en repartimiento y pida la reforma y confirmación de ellos 13.

 

¿A qué debía Varela su extraordinaria, maravillosa suerte, de que le adjudicaran fanegas y fanegas simplemente por la cara, no siendo poblador, avecindado ni mucho menos conquistador? Bueno, el tal era el conseguidor de Alonso de Lugo cerca de los Reyes y Lugo era el factótum del reparto. Un conseguidor de altísimas prestaciones: cuantos más desastres militares acumulaba Lugo, más concesiones recibía: La Palma, Tenerife, Berbería, Gomera, Hierro… Alguien tan habilidoso valía lo que cobraba. Y no era poco:

 

21.-Gabriel Varela.-Dos suertes de regadío a juntar con una de mis datas (de Lugo) y la otra arriba, a  donde dan a las vuestras. Las asiente en el registro de datas 30-XI-1503.

463.40.-El comendador Gabriel Varela. Escribano, asentad en el registro de los vecinos de esta isla al C.G.V. y como le doy en vecindad por repartimiento en Abona la fuente de Benabiabre… más le doy en La Laguna los hornos de los tejares… más como le doy para hacer una casa sobre el río donde el dicho comendador la tiene señalada con la casa de la guancha (de mano de Alonso de Lugo: A de residir el Comendador con toda su casa por tres años cumplidos. Alonso de Lugo). 14

 

Cansa la mera enumeración de regalos, en particular hornos, por los que sentía una pasión escatológica. Como sabemos, tras la revisión de Lope de Sosa, Varela sería desposeído de alguna de esas propiedades que Arce no alcanzará a defender. No obstante, inasequible al desaliento, se aplicará a obtener en Indias concesiones, tan de favor, como aquellas que obtuviera en Canarias.

Decíamos que Arce también era un magnífico puntal para mantener el contacto con Lugo. Sebastián era un hombre en gran parte medieval, de fidelidades, de vasallajes. Avatares de su vida la han privado de su legítimo señor, Pedro Álvarez de Sotomayor, Pedro Madruga; en ese momento de zozobra Alonso de Lugo le llama a sus filas, lo colma de donativos, le encarga misiones de relumbrón, como la conquista de Tenerife. El matrimonio de Beatriz de Bobadilla, de la que antes que nadie Docampo se habría declarado criado, parece allanar el camino a una fidelidad conjunta; cierto que el primo Alonso no lo verá así y que a Sebastián la contradicción le acabará proyectando a la azarosa aventura indiana. Pero nunca abjurará de Lugo, la prueba está en su testamento. Diego de Arce ejercía como factor de Alonso de Lugo y también transmitirá, a su vez, esta fidelidad a los descendientes del propio Adelantado. En Arce se amalgamaban los dos padrinazgos a los que Docampo había encomendado su ascensión a las alturas; Varela y Lugo. Varela y Lugo constituían una clásica “asociación de dos”, parecida a la que Docampo tenía con Mexía de Trillo, pero de mucho más voltaje. Uno conseguía concesiones reales, el otro las conquistaba materialmente sobre las islas Afortunadas o el África Occidental.

 

1709-38.-Diego de Arce, mi criado (de Alonso de Lugo). De los desaguaderos, una fuente en Tacoronte, linderos de una parte Juan Perdomo, de otra, testa de vos el dicho Diego de Arce. Os la doy. 27-X-1509 15.

 

En este mundo de recíprocas dependencias y fidelidades, Diego de Arce participará de las sinecuras y mercedes que hubieran correspondido al conquistador Docampo, una vez este se desplace a Indias.

 

1392.30.-Diego de Arce. Un solar en esta villa. El Adelantado. 5-IX-1506 16.

 

Los proyectos matrimoniales de Sebastián para su hija se cumplirán, pensamos que fecundamente. Las datas que recibirán los Arce-Ocampo son de las que se solían conceder a familias con hijos y, en aquel entonces, nadie se planteaba eso de la cuna vacía.

 

María de O., casada con Diego de Arce, poblador de Tenerife 17.

 

de María de Ocampo, casada con Diego de Arce, poblador de Tenerife 18.

 

Queda como desafío a algún genealogista la búsqueda de los tataranietos del gran aventurero gallego entre todos esos González de Arce o Fernández de Arce que pulularán por el mundillo colonial, Canarias e Indias. Quizás hubiera algo de pornográfico en el hecho, si uno de ellos resultase ser Diego de Arce y Reinoso, fallecido en 1587, inquisidor general y obispo de Tuy. Vaya por Dios.

 

Los vasallajes medievales se transmitían por los siglos de los siglos, de generación en generación. Al hijo político de Sebastián lo veremos aun en 1530 sosteniendo sospechosos derechos de regadío por parte Pedro de Lugo, el hijo del Adelantado. Se trataba de hacer una señal en el expediente en prueba de aquiescencia; la de Diego de Arce serán dos triángulos más o menos equiláteros, unidos por el vértice, algo parecido a un yo-yo en probable alusión a la “D” y la “A”:

 

Y en el quinto de estos documentos en que aparecen tales señales, o sea en el instado por don Pedro Fernández de Lugo en 1530… sigue la del jurado de la isla, Juan de Herrera, que firma, terminando así “firmolo de su nombre”. A continuación y de distinta mano están las de Diego de Arce y la de Gonzalo de Vivero, que firman, y el escribano dice: firmolo 19.

 

 Empezamos a comprender porque Sebastián quería tanto a su futuro yerno, pero aun nos falta un mimbre para tener la respuesta completa. Poco casual parece que Sebastián se avecindara en Gomera, la única isla de señorío donde había desembarcado un número apreciable de judeoconversos. Unos aducen como causa el negocio del azúcar, introducido por Lugo, que atrajo a los portugueses entre los que había miembros de esa minoría; otros susurran que la otra Beatriz de Bobadilla, la homónima tía de la gomera y dama de la reina, estaba casada con Andrés de Cabrera cuyos antecedentes conversos se citaban, eso sí, en voz baja. De hecho, la falta de limpieza de sangre de los Campo de Gomera no dejaría de crear problemas a la dinastía originada en Alonso: Sánchez de Ortega, teniente de gobernador en 1566, casado con Catalina de Ocampo, con motivo de haber permitido un desembarco hugonote en la isla, recibirá la sorprendente acusación de que “pese a su falta de limpieza, usaba de lo prohibido 20”. A Juan de Ocampo, gobernador en 1579, también le será echada en cara la suciedad de su sangre: y es que como bien saben los de Tuy, esa mancha no se limpia con nada. Por los siglos de los siglos, amen.

 

Puede que la sangre de Arce adoleciera de falta de limpieza, pero eso no será un problema para su suegro, que se moverá muy cómodo en el mundo de contactos de los conversos. De ahí vendrá el toque a Pasamonte, que llevará a De los Cobos, hasta que el propio Rey sienta el suave contacto en sus regias espaldas: esa será la auténtica Cadena de la Fortuna de Docampo. Diego era un agradable novio: criado (gerente) de Alonso de Lugo, apoderado general de los Varela de Sotomayor. María de Ocampo debería estar agradecida de que su padre le hubiese buscado el mejor de los partidos. Dadas las circunstancias…

 

 

 

 

 

 

1 Luis COLA BENITEZ. Los antiguos habitantes de Santa Cruz y los enterramientos en la parroquia matriz. Conferencia cabildo, 2002.

2 ARÁLDICA ITALIANA. Apellido Ocampo. Web. Roma, 2020.

3 Francisco MORALES PADRÓN. Canarias en el archivo de protocolos de Sevilla. Universidad de Sevilla. Web, 2020.

4 Carmen MENA GARCÍA. Aquí Yace Sebastián de Ocampo a quien Dios perdona. Anuario de Estudios Americanos. Julio-diciembre, 2012. 

5 Elías SERRA RAFOLS. Las datas de Tenerife (Libro primero de datas por testimonio). Fontes Rerum Canariarum. La Laguna-Isla de Tenerife, 1992.

6 MENA GARCIA. Ibidem.

7 Gonzalo FERNÑANDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS. Conquista y colonización de Puerto Rico. Ángel Rodríguez Álvarez, editor. (Kindle) Editorial nuevo mundo, 2007.

“E luego Juan Ponce envió al capitán Miguel de Toro con cuarenta hombres a buscar a don Cristóbal, el cual hallaron enterrado (porque el cacique lo mandó enterrar) y tan somero o mal cubierto, que tenía los pies de fuera. Y este capitán y los que con él iban, hicieron una sepultura en que lo enterraron bien, e pusieron a par de ella una cruz alta e grande”.

8 José TRUJILLO CABRERA. Episodios gomeros del siglo XV. José Trujillo Cabrera. Ediciones Idea. Tenerife, 2010.

9 Ibidem.

10 MENA GARCÍA. Ibidem.

11 María RÉGULO RODRÍGUEZ. Los judíos en la sociedad canaria del siglo XVI. Meahhebreo.com, 1979.

12 Elías SERRA RAFOLS. Alonso de Lugo, primer colonizador español. Ediciones Idea. Santa Cruz de Tenerife, 2005.

13 Emma GONZÁLEZ YANES y Manuela MARRERO RODRÍGUEZ. Extractos de los protocolos del escribano Hernán Guerra, de San Cristóbal de La Laguna 1508-1510. Fontes Rerum Canariarum, 1958.

14 SERRA RAFOLS (datas). Ibidem.

“Gabriel Varela.-Dos suertes de regadío a juntar con una de mis datas (de Lugo) y la otra arriba, a  donde dan a las vuestras. Las asiente en el registro de datas 30-XI-1503”.

“463.40.-El comendador Gabriel Varela. Escribano, asentad en el registro de los vecinos de esta isla al C.G.V. y como le doy en vecindad por repartimiento en Abona la fuente de Benabiabre con el agua de Martos para que en dicho sitio pueda echar todos los ganados salvajes y domésticos que el dicho comendador quisiere… además todas las demás labranzas que en el dicho sitio hiciere y edificare; y más asentad que le doy en el valle de Taoro una caballería de datas de regadío, y más de lo de mis datas le doy otra caballería de regadío y más en el dicho valle de Taoro cien fanegas de datas de sembradura y más en Icod en las lomas, sobre el puerto, otras 200 fanegas de sembradura y más le doy en La Laguna los hornos de los tejares, 20 fanegas de sembradura para viñas y más como le doy para hacer una casa sobre el río donde el dicho comendador la tiene señalada con la casa de la guancha (de mano de Alonso de Lugo: A de residir el Comendador con toda sus casa por tres años cumplidos. Alonso de Lugo” 14.

15 Elías SERRA RAFOLS. Las datas de Tenerife (Libros I a IV de datas originales). Fontes Rerum Canariarum. La Laguna-Isla de Tenerife, 1978.

16.-Ibidem.

17 Eduardo-Pedro GARCÍA RODRÍGUEZ. Documentos relativos a la historia colonial de Canarias. La gaveta de Aguere, 2015.

18 ARÁLDICA ITALIANA. Ibidem.

19 Leopoldo DE LA ROSA OLIVERA. Estudios históricos sobre las Canarias Orientales. Mancomunidad de Cabidos de las Palmas. Plan cultural, 1978.

20 Luis-Alberto ANAYA HERNÁNDEZ. Judeoconversos e inquisición en las islas Canarias. Tesis doctoral. Las Palmas de Gran Canaria, 1994.

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