La primavera la sangre altera |
SUMARIO
1.-LOS VIUDOS/AS Y EL DERECHO DE TRANSMISIÓN
2.-CON FEIJÓO
3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN
1.-LOS VIUDOS/AS Y EL DERECHO DE TRANSMISIÓN
La pregunta en extracto y modificados algunos de sus parámetros es la siguiente: fallece el causante que instituye heredera a su hija, dejándole en herencia determinado piso; posteriormente fallece la hija sin aceptar ni repudiar dicha herencia, en estado de casada con determinada señora y abintestato; la declaración de herederos nombra por tal a la hija de la anterior (nieta del 1º causante y dueño del piso) sin perjuicio de la legítima de la cónyuge. La relación entre la heredera final y su madrastra es manifiestamente mejorable, de suerte que no es esperable ninguna colaboración por su parte.
Mi opinión, asimismo manifiestamente mejorable, es:
Podemos explicarnos del Derecho de Transmisión como aquella situación en la que, tras haber fallecido el abuelo/a (A), fallece el padre o madre (P) sin aceptar ni repudiar aquella herencia, transmitiendo ese derecho su propio hijo/a y heredero (H). Según tiene declarado el Tribunal Supremo en estos casos la herencia se defiere directamente desde el transmisor (A) al transmisario (H), sin hacer “escala” en el transmitente (P), por lo que es innecesario el consentimiento para la adjudicación de herencia del cónyuge viudo (V) usufructuario (de legítima o de totalidad) del transmitente. Sin embargo, la Dirección General del ramo, en una Resolución opinable, distingue la aceptación de la herencia de la adjudicación de los bienes (supongo que tampoco responde el aceptante de las deudas), con lo que llega a la conclusión de que sí es necesario dicho consentimiento de V. Con la inopinada consecuencia para el Derecho de Galicia de que se vuelve más importante el derecho del viudo que el de los hijos, puesto que el 1º parece un derecho real (usufructo de ¼), mientras que el 2º es un crédito ajeno a la herencia que se puede pagar del bolsillo del heredero.
Por suerte nuestro derecho nos da los instrumentos para remediar eso; sólo tenemos que utilizarlos. La Ley de Galicia concede a los herederos la facultad soberana y omnímoda (sin intervención de nadie, en especial siquiera del viudo/a legitimario) de determinar la naturaleza de la legítima. Nada impide que el heredero/s asigne en el propio instrumento a la legítima viudal “naturaleza crediticia, pagadera en dinero”, quedando “excluida la atribución como derecho real, sea en usufructo o de cualquier otra clase”. En tal caso la intervención del viudo/a sólo es precisa para la concreción cuantitativa del crédito, nunca para la elección de una modalidad (256) de las previstas en el art. 255. La heredera se puede adjudicar el bien sin intervención de la cónyuge, propiedad que será inscrita en el Registro de la propiedad, y vendida, como libre de cargas y gravámenes, toda vez que los derechos personales (créditos) no tienen acceso a dicho Registro.
Con lo que ya no podrá bloquearse una adjudicación de herencia (ni la venta e hipoteca subsiguientes), por omisión de dicha firma. Con la añadidura, en mi opinión, de que se toma un camino jurídico más conforme a la jurisprudencia del T.S.
En conciencia, cualquiera de aquellos a los que hasta ahora hemos encomendado los asuntos públicos comparte caracteres con los demás; no voy a decir aquí en que se parecen Sánchez, Casado, Abascal, Iglesias, Montero, Rufián, Ribera, etc. Pero se parecen.
A Feijóo deben los gallegos haber abandonado la cola de la clasificación (con Andalucía y Extremadura), trepando a la zona templada de la tabla de rentas, con Cantabria y León y aspirando al ascenso. Los gallegos no pagan por morirse; deben 3 puntos menos de IRPF; y las cifras de su Sanidad han sido las mejores de las tristísimas estadísticas de la pandemia. En mi opinión es un político de la sustancia de Suarez o Rajoy… o Felipe o Solana; está hecho de otra materia que los modernos, de los que no dejo de encontrar brillantes y divertidas muchas de sus intervenciones.
En fin, si cuando arrecia la tormenta no nos resguardamos, no podremos quejarnos si atrapamos una pulmonía.
El subcapítulo 5 del libro III va de la Conquista de Cuba. La expedición se inicia con el enrolamiento, y de esta fase son las líneas que siguen:
Dejemos eso de momento, baja la marea
y se hace tarde para levar anclas. Ya sabemos el dónde, “dos carabelas latinas de
doce toneladas”; dadas las corrientes a enfrentar (del Golfo, de Florida),
parece que hay que pensar en algo más de tonelaje. El rey había exigido que se enviasen
tres carabelas; caso de ser dos, lo habitual era llevar un bergantín de apoyo.
Si echamos una ojeada a las bodegas, veremos (con la nariz tapada), además de
sacos de alubias, algunos quesos, cecina de res, puercos salados, barriles de vino,
ejem, también de agua y, lo temíamos, montones y montones de pan de cazabe.
Pero nos falta emitir una opinión sobre los compañeros de viaje; estas jornadas
oceánicas a veces se hacen eternas. Como medida de precaución dice Las Casas
que no se permitieron soldados a bordo; Ovando confianza en Campo, toda, pero
el comendador mayor también sabía pensar en gallego: nunca se sabe cuándo uno
de estos chalados se te va a alzar con la tierra. Si hubiera llevado gente
de guerra, seguro que no hubiese vuelto y Velázquez no se las hubiese visto con
gente desnuda, sino con filos de acero de espadas recién compradas en España.
Partió este
Sebastián de Campo con 2 navíos, y en cada uno solos marineros, porque no iba sino
a saber si aquella tierra era isla o cabo de Tierra Firme, como es dicho.
Precaución que no tuvo el propio Velázquez
con Hernán Cortés, y así este y su flota, atestada de conquistadores 2.0,
se alzó con la tierra de México. O sea que, en la intención de Ovando, para el
oficio de los mandoblazos solo estaría el capitán Docampo. Aunque, como más
adelante veremos, espadas hubo, más de treinta, más de cincuenta. Que no
estuvieron ociosas. Como por añadidura Docampo pobló su gobernación, y
bastante, hay que pensar que los expedicionarios superarían con bastantes creces
el centenar de pasajeros que dan los historiadores.
Asignó esta
tarea a Sebastián de Ocampo, quien bojeó la isla con 100 hombres y “a los
cuales encomendó mucho (el rey) que, donde quiera que llegasen y estuviesen,
tratasen muy bien a los caciques e indios, y que en ninguna manera no
consintiesen otra cosa”. Recorrieron el territorio lo que narra Diego Velázquez
en su carta de primero de abril de 1514… 1”.
Serían apenas un ciento largo, pero
no eran desorejados como los de Colón. Lo que es en cuestión de cosmógrafos,
contaron con el mejor:
Andrés de Morales…
debió ser este el piloto experto que acompañó a Ocampo en la misión exploratoria
de Cuba 2.
ANDRÉS DE
MORALES.-Este navegante español nació en Córdoba en 1476, viajó con Colón en la
tercera expedición y era piloto y cartógrafo. Según Picatoste, Ovando lo comisionó
en 1506 para reconocer las costas de Cuba, haciendo una detallada descripción
de sus valles, ríos, montes y sierras, de la cual hace mención Herrera en su década
1ª, libro VI, y Casas en el tomo III de su Historia de las Indias 3.
Morales tenía
fama de buen piloto y cosmógrafo cuando en 1508 fue encargado por Ovando de
recorrer la isla (Española) y elaborar un mapa, cosa que hizo con gran diligencia
y pericia, auxiliado por expertos tainos 4.
Hombre genial, un auténtico Marconi,
Graham Bell o Pasteur, es el descubridor de las corrientes marinas, en particular
el Gulf stream, que tan importante papel va a tener en la expedición de
Campo “(las aguas) pasan furiosamente entre Yucatán y Cuba, como es el canal de Bahama, pueden ocupar un espacio
más extenso”. La documentación científica del Torrente de Mar, como Morales
le llama, será otro de los frutos de esta completísima expedición. Piedra clave
del futuro imperio español, esta corriente va a ser la fuerza que impulse las
flotas de retorno a la península: el llamado tornaviaje, igual que los vientos
alisios lo serán en el viaje de ida.
Ovando le
encargó que realizara un mapa de la isla de Cuba, describiendo con detalle sus
costas, ríos, valles y montes… Morales
contribuyó decisivamente a la importante labor de exploración y reconocimiento
de la geografía antillana… Dicho mapa estaba ya terminado en 1509 y la información
recogida en él pasó a incorporare al Islario General del Mundo que el cosmógrafo
Alonso de Santa Cruz preparó para la Casa de la Contratación de Sevilla 5.
No voy a decir que viene a cuento, diré
simplemente que voy a defender aquí a Docampo de la crítica de que haber bojeado
Cuba contra corriente, porque me apetece. Ya habrá tiempo de continuar con el rol
de los compañeros de expedición, este será un libro extenso. El rumor malicioso
dice que Docampo era tan burro que bojeó en sentido contrario, es decir, empezando
por el Norte de Cuba, de Este a Oeste, y volviendo por el Sur, justo oponiendo
las proas a la furiosa corriente de Florida, un brazo del Gulf stream,
que por el septentrión circula de Oeste a Este, y por el mediodía, en sentido contrario.
Que era un marinero de agua dulce. Que por ese motivo se tiró ocho meses para
lo que deberían haber bastado dos:
El cual
según creo fue por la parte Norte… Tornó hacia el oriente por la costa del Sur…
6
Ocampo
partió de La Española con dos navíos, remontó la costa del Norte hasta su extremo
occidental, dobló el cabo San Antonio y regresó por el Sur, dejando comprobado
de una manera definitiva que Cuba no formaba parte del continente 7.
Fue Sebastián
de Ocampo por la parte del Norte y rodeó la isla… Prosiguió el viaje al Poniente
y encontró el cabo de a isla, que allí llaman la punta de San Antón… Tomó hacia
el occidente por la costa del Sur… 8
Que navegó contracorriente es indudable.
Pero, a ver, entiendo que lo hizo a propósito. Que todo el mundo conocía
aquellas aguas después de haberlas navegado Colón en dos ocasiones, Campo, unas
cuantas, y en infinitas, los cazadores de esclavos como Sancho Camacho: eso es evidente.
Las expediciones que trasladaron a La Española 40.000 lucayos, solían parar en
Cuba a la ida o a la vuelta para completar bodegas. Además tenemos a bordo a Morales
que ha reconocido aquellos mares con minuciosidad, reflejado sus corrientes y vientos,
y cuyas cartas serán la base del padrón real en la zona. Navegar el estrecho de
Florida contra corriente no es un plato de gusto, el mar te tira contra los cayos,
pero si alguien podía hacerlo eran estos hombres. Seamos lógicos, masoquistas, no
eran. El Sur se conocía bien, había que entrar por el Norte para ver si aquello
era continente; de paso, se perfiló la ruta que había de recorrer Ponce años
después. Un estudio científico no siempre se puede hacer por el lado fácil; si así
fuera, nadie iría a la Antártida y nos quedaríamos todos en Ibiza. Además, el
punto corta-lenguas de Colón estaba en el Sur y tal vez, a haberlo atravesado
del revés, deba Docampo la salvación de la sin hueso.
Todo este exordio nos permite volver a
conectar con lo que estábamos, el rol de tripulantes. La destrucción de la
memoria de Campo a cargo de Colón (don Diego) será tan completa, que la generalidad
de los cronistas se declarará maravillada cuando el piloto Antón de Alaminos sea
capaz de vencer en navegación la corriente del golfo “por primera vez”, durante
la expedición de Ponce a Florida, en 1513. Al parecer, comprobarán “sorprendidos”
como la corriente del golfo hacía retroceder los navíos y tenía mayor velocidad
que el viento. Por una especie de milagro Alaminos en 1513 es el primero que remonta
el Gulf Stream. Se aplica una especie de amnesia colectiva sobre toda la documentación
que señala que Campo atravesó el estrecho de Florida en rumbo Oeste. También a
él se le quedarían paradas las naves a favor de viento ¿o no? ¿Es que acaso
desconectó con un interruptor la corriente del Golfo? ¡Anda ya! Pero lo que más
descoloca a los modernos negacionistas de Docampo es que la isla de Bimini
(Beimeni) aparezca en el mapa Babilónico (1511), siendo así que Ponce no navegó
a Florida hasta el año 13. La solución absurda, pero preferida, es ponerle todo
tipo de pegas al pobre mapa. Aquí, sin que sirva de precedente seguiremos la
tesis lógica de que Alaminos fue uno de los pilotos de Campo, máxime cuando también
lo será del segundo bojeo de Cuba, el de Hernández de Córdoba, donde, por
cierto, también tocará la agradable Bimini. Según la Real Academia de la Historia,
Alaminos había aprendido el oficio del mar con Colón I en su cuarto viaje que, sabemos,
tocó un par de veces en la Azua de Campo. Hombre de carácter que se las tendrá
con Cortés, quisiéramos ver un rasgo de humor cuando de su visita a Bimini
señala que “no hemos visto la fuente de la Eterna Juventud”, como si no le
interesase demasiado. Ponce si creía y, bah, era una fuente que decían andaba
por allí: daba dos opciones, beber o bañarse y, en cualquiera de ellas, te
permitía recuperar el esplendor de la juventud.
Un oficio indispensable en una expedición
de conquista era el Lengua. En realidad, se trataba de un equipo: un indio capturado
con antelación en la zona para enseñarle el castellano, practicaba una traducción
elemental. Luego, un español al que se le dieran bien estas cosas, vertía los
conceptos de la Prehistoria a los del Renacimiento. Existía un buen elenco de traductores
nativos, indicios siboneyes procedentes de las razias privadas a Cuba. Pero el intérprete
ideológico tuvo que haber sido Juan González La Lengua que así lo fue en
todas las exploraciones ovandianas, en particular las dos anteriores, el bojeo
de La Española y el reconocimiento de la isla de San Juan, hoy Puerto Rico.
Todo un personaje La Lengua, con el que valdría la pena pararse más tiempo del
que tenemos. Este leonés, al conocimiento del dialecto, unía una gran habilidad
para vestirse a la manera de los indios, tocado de plumas incluido, lo que le
permitía mimetizarse en el paisaje y el que no le faltasen novias de ojos almendrados.
En la lista debemos de considerar a “uno
que se llama Ordaz”, familia apellidada también por los historiadores Ordás u
Ordax. Sus famosos hermanos, Diego y Pedro, llegan más adelante con Ojeda; este
debe ser Rodrigo de Ordaz al que dan por venido con Ovando. Encomendero pobre,
apenas 4 naborías en Yáquimo, la deuda de 40 castellanos que Campo le exige
testamentariamente más parece de mar que de tierra, pues aquellos hombres financiaban
las armadas con una especie de crowfunding y Ordaz se apuntó a todas las
de Cuba. A su hermano Diego, uno más de aquellos falsos comendadores, le
gustaba contar que había sido el primero en escalar el volcán Popocatépetl y,
para que constara, obtuvo del rey para su apellido un escudo con volcán. Aunque
nadie le había visto allá arriba, lo cierto es que tenía las cerdas del bigote
escarchadas de sulfuro amarillo limón. Rodrigo dedujo que éste hecho era el único
heroico que su hermano Diego había realizado en su vida. Años más tarde, fue enviado
al rescate de Hernán Cortés, perdido en la jungla de las Hibueras. De camino,
unos indios le enteraron del fin tenido por otro de los hombres de la tropa cortesiana,
el capitán Medina. Na, que le encajaron por todo el cuerpo rajas de teas resinosas
encendidas para que se fuese asando a fuego lento. Apanicado, regresó como un rayo
a la base, México capital, repitiendo tembloroso que era público y notorio que Cortés
había muerto y estaba demás el rescate. El de Medellín acabaría saliendo por sus
medios y Diego es posible que manchara las calzas. Sin duda Rodrigo recordaría
cuando había coincidido con su querido hermano en Cuba a cuento de una huida desesperada,
con los indios flecheros pisándoles los talones. El amigo de Campo pisó en
falso y se hundió en el pantano hasta los pechos. Pidió ayuda a su hermano,
Diego, y esto fue lo que el futuro Volcán le contestó:
—Perdonad hermano, que el trance no permite
más que cada uno mire por sí.
Para heredarle, le robó el bonete que
llevaba puesto y huyó. Rodrigo consiguió salir por sus propios medios in extremis,
pero el amor fraterno decayó en un porcentaje alarmante.
¿Quién más? Un detalle que veremos más adelante
descubre que se hablaba bastante gallego-portugués a bordo, por lo que habrá que
incorporar unos cuantos del elenco de habituales en estas expediciones: El piloto
Francisco Gallego, Fernando Gallego, Antón Mariño (Antoño), Fernando Portugués,
Alfonso Gallego y un largo etcétera. Habrá hecho muy bien Docampo en su recluta,
puesto que no soportó una sola sublevación en casi un año, algo que no hubiera
estado al alcance de un equipo colombino. ¿Se embarcó Simón, el hijo indiano del
de Tuy? Las fechas dan lugar a pensarlo y si estaba ya en Indias, no habría podido
escaquearse:
Y mando asimismo
a Simón de Ocampo, mi hijo natural que ahora está en la isla de San Juan que es
en la Indias del mar Océano, otros cien castellanos de oro para que estos se los
den asimismo de las deudas que me deben en las dichas Indias 9.
Hay que lamentar que no nos haya dejado
una crónica tan deliciosa como la que dedicó Hernando Colón a la perpetua memoria
de su padre, que le enroló en su cuarto viaje con la misma voluntariedad que
Docampo llevaría de compañero de singladura a su bastardo. Tal vez no lo merecía.
Sebastián carecía de química familiar; en su testamento ignora si sus más cercanos
están vivos o muertos (a pesar de que ya se había inventado la correspondencia);
y el detalle de obligar al matrimonio a su hija para entroncar con los Arce tampoco
era obligado en aquellos tiempos, si bien poco dados al romanticismo. Básicamente
era un tipo duro, de esos que el lenguaje nos ha guardado memoria en la frase un
hombre de armas tomar.
Todavía falta uno; uno que no puede haber
fallado pues se apuntaba a todo:
A Cortés se
le ofreció participar en una nueva expedición para determinar de una vez por todas
si Cuba era una isla o una pequeña península 10.
Será el propio Hernán quien se encargue de confirmar esta presencia cuando, en su Memorial de Servicios dirigido al Emperador afirme haber servido en Cuba y en ambas fases, pacificación y población, según la clásica bipartición gomariana. O sea penetración (1509) y conquista dura (1513), ambas con la presencia de Campo; la primera, como comandante; la segunda, con jerarquía subordinada. Quizá haya alguien que niegue la presencia del metelinense en la expedición, pero, si contempla estos dos factores, su carácter aventurero y el compacto club de españoles en Azua (una veintena larga), vamos a ver, tendrá que darse cuenta de que eso sería absurdo.
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