Por favor, señor, que no me metan en
una residencia. Jamás, no lo soportaría. Si hace falta, que me pongan una
persona o dos para cuidarme, tengo dinero. Pero que no me internen, se lo pido
por favor.
Es muy corriente escuchar eso
¿verdad? A los gallegos le gusta escuchar el crujido del grelo mientras crece
en la leira y no el ruido del ascensor del geriátrico.
¿Cómo se hace?
Lo primero, tienes que nombrarte
tutor a ti mismo para el caso de que te quedes incapaz. Se llama autotutela y
puedes elegir a cualquier persona de confianza: no hace falta que sea el hijo,
que en muchos casos es el menos conveniente, el más amenazador. ¿A que prefieres
a la afillada? También puedes excluir de la tutela a esa persona en cuyas
sucias manos no deseas caer. “Excluyo de la tutela a mi sobrina Amelita” “Excluyo
de la tutela a mi hijo Paco”. En tal caso, esa persona nunca será tu tutor,
aunque se trate de hijos.
Puede ocurrir que no tengas claro
que la persona elegida vaya a aceptar el cargo. En dicho caso, se le puede dar
una alternativa: que sea él quien designe el tutor (se supone que se trata de
alguien de confianza). La cosa la puedes redactarse así: “Nombro tutor a Perico
de los Palotes, si me quedo incapaz. Para el caso de que Perico no pueda o no
deba aceptar el cargo, delego en él la facultad de designar tutor entre mis
parientes hasta el cuarto grado”. El titular de esa facultad también puede ser
una persona jurídica, como la Asistencia
Social del Ayuntamiento, la
Cruz Roja o quien sea Párroco de Fruime.
Y ahora viene lo más importante: hay
que señalar al tutor las “reglas generales de funcionamiento de la tutela, en
especial en lo que se refiere al cuidado de mi persona”. Aquí es donde viene la Regla Primera : Que en ningún
caso seré internado en Residencia, Geriátrico o Similar, y que, en caso de
necesidad, el tutor seleccionará la persona o personas que me cuidarán “a
domicilio”. Viendo crecer los grelos ¿se entiende? También se le puede facultar
(como apoderado para caso de incapacidad 1732CC) para vender fincas y pisos para subvenir a los cuidados
necesarios. Aquí cada uno sabrá las reglas que le conviene imponer; acuérdate
de que cuando la cosa funcione estarás incapaz y no podrás protestar. Puedes
fijar las medidas de “vigilancia y control” que estimes convenientes, por
ejemplo, que para vender bienes haga falta el consentimiento de determinado
abogado, de tales o cuales parientes, del cura, etc.
Detalle de no menor importancia,
para tener contento al tutor: quizá convenga asignarle una retribución. Puede
ser un porcentaje sobre los rendimientos (un 5%, un 10%), una cantidad fija a detraer
de la masa (500 euros al mes) o un porcentaje de las ventas, aspecto este muy
delicado que debes pensar bien. También se pueden combinar varios sistemas. Lo
más cómodo, si es una persona que te quiere de verdad, como la afillada, es
nombrar heredero al tutor o asignar la recompensa en testamento y mortis causa.
Eso evita la mezcla de cuentas en vida, que puede dar lugar a bastantes líos. Te
recuerdo que puedes nombrar heredera a la afillada aunque los hijos no estén de
acuerdo: si son unos desconsiderados y se niegan a cuidarte, que se fastidien. Con
reconocerles la deuda de un cuarto del valor de los bienes (entre todos) para
cuando te mueras es más que suficiente.
También puedes retrasarlo todo. Por ejemplo, nombrando testamentero (a ese abogado que es un cielo, a ese cura nuevo tan sano, a la Asistencia Social o a la Cruz Roja) con la facultad de nombrarte tutor entre tus parientes -si te quedas incapaz- y, asimismo, de designar, después de tu muerte, a quien sea tu heredero, en atención a los cuidados y asistencia que te hayan proporcionado en la vejez. Ya me doy cuenta de que la dificultad está en encontrar "personas buenas", pero estoy seguro de que buscando, buscando, encontrarás alguna.
Todo esto se hace en escritura pública, sirviendo el testamento que no deja de ser una escritura como otra cualquiera.
También puedes retrasarlo todo. Por ejemplo, nombrando testamentero (a ese abogado que es un cielo, a ese cura nuevo tan sano, a la Asistencia Social o a la Cruz Roja) con la facultad de nombrarte tutor entre tus parientes -si te quedas incapaz- y, asimismo, de designar, después de tu muerte, a quien sea tu heredero, en atención a los cuidados y asistencia que te hayan proporcionado en la vejez. Ya me doy cuenta de que la dificultad está en encontrar "personas buenas", pero estoy seguro de que buscando, buscando, encontrarás alguna.
Todo esto se hace en escritura pública, sirviendo el testamento que no deja de ser una escritura como otra cualquiera.
Y si quieres ampliar, te lees los artículos
42, 43, 44 y 45 de la ley de Galicia, que la pobre es una perfecta desconocida.
Vale.
P.D.- A día de hoy la posibilidad de nombrar habilitados para caso de incapacidad ex 1732CC con todas las facultades que se nos ocurran (incluso personales, como instrucciones previas para el proceso de muerte), permite configurar la guarda de las personas con absoluta libertad, al margen del corsé de la tutela oficial. Por ejemplo, se puede conferir la facultad de vender bienes inmuebles, sin ulteriores autorizaciones, lo que redundará en agilidad a la hora de vender un patrimonio. La pregunta es quien "vigila al vigilante". En la tutela oficial esa función se encomienda al Juez y al Fiscal: ejercen esa función con honradez, pero a veces con lentitud y burocracia. La alternativa son las entidades asistenciales, municipales, eclesiásticas, bufetes de abogados, etc. En realidad no existe en España nadie que haga de "hombre bueno" profesionalmente (como en Francia los notarios), por lo que cada uno verá en su caso lo que le conviene.
P.D.- A día de hoy la posibilidad de nombrar habilitados para caso de incapacidad ex 1732CC con todas las facultades que se nos ocurran (incluso personales, como instrucciones previas para el proceso de muerte), permite configurar la guarda de las personas con absoluta libertad, al margen del corsé de la tutela oficial. Por ejemplo, se puede conferir la facultad de vender bienes inmuebles, sin ulteriores autorizaciones, lo que redundará en agilidad a la hora de vender un patrimonio. La pregunta es quien "vigila al vigilante". En la tutela oficial esa función se encomienda al Juez y al Fiscal: ejercen esa función con honradez, pero a veces con lentitud y burocracia. La alternativa son las entidades asistenciales, municipales, eclesiásticas, bufetes de abogados, etc. En realidad no existe en España nadie que haga de "hombre bueno" profesionalmente (como en Francia los notarios), por lo que cada uno verá en su caso lo que le conviene.
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