martes, 19 de julio de 2016

LOS 10 PUEBLOS MÁS BONITOS DE GALICIA

LOS 10 PUEBLOS MÁS BONITOS DE GALICIA:  4) SÁLVORA DE LOS ESPECTROS


El sol se alza, rasga la bruma. Media hora antes he dejado la bici en Aguiño, donde salen barcos todos los días a las doce.  Por  el lado de tierra sigue una gasa acuosa, como de sudario. No se puede tener más suerte: ¿no es acaso esa la esencia de la Aldea de Sálvora? Su perturbador atractivo nace de ser la cuna de la Santa Compaña: desde el Alto da Gralleira se expande y abraza a todo gallego, llamándonos a recoger el cirio en el último día.

Sálvora. El robusto muelle se abre en un paisaje que pugna por parecerse a Tahití para esconder los aspectos más siniestros. Agua turquesa, playa florida, Pazo y sobre todo la fuerza visual de La Sirena cuyo encanto y maravilla duran… hasta que lees el cartel que adorna la escultura. Había arribado, desvanecida, a esta playa de arena nacarada; allí se la encontró un tal Mariño de quien se proclaman descendientes los dueños del Pazo. El tal debía tener un día flamenco, pues no se le ocurrió mejor cosa que descamarle las partes pudendas, e, ipso facto, la violó aquí mismo. La barriga de doña Sirena empezó a crecer, a crecer… y de ahí procede el linaje moderno de los Mariños que no, satisfechos con el ultraje, encima presumen teniéndola en su escudo.

Dejo tranquila a la pobre Sirena descamada y emprendo una de las dos rutas (la de la Aldea  o la del Faro). La impresión de Paradise Lost se acentúa con los compactos macizos de flores que surgen de la arena, deslumbrante de nácar. Nada es lo que parece. La iglesia, era la típica taberna isleña (como la de Checho en Ons) en la que los marinos aguardaban el fin de los temporales, aquí espantosos; el
Pazo, la más antigua fábrica de salazón de Galicia: una y otro fueron decorados con almenas por los Mariño para celebrar su estrafalaria fuerza genésica. Un Museo, una carroza… ¡bah! ¡Como cualquier  otra! Jacques quiere hacer primero la ruta del Faro, con parada en A Gralleira, el punto donde se genera la Procesión de los Muertos. Se relame con una deliciosa sensación de terror anticipada ¡imposible no morirse de miedo!
El día empieza a clarear. De camino, no es necesaria mucha fantasía: pueden reconocerse las formas de las rocas: el Cubo, el Camaleón y su hijo, el Elefantito, la Cochinilla… La guía nos encarece discreción, dado que por el suelo están los nidos de muchas aves marinas; pero los turistas, que no nos chupamos el dedo, preguntamos:
─¿Y donde están los ciervos?
  Se esconden en el bosque excepto los días de lluvia. Pero las autoridades del Parque  Natural de las Illas Atlánticas no los ven con simpatía y los dejan reproducirse entre ellos, empobreciendo su acervo
genético. Se extinguirán, seguro, a no ser que asalten a una sirena descamada. Por lo demás, si eres un sabiondo, calla: mejor que los turistas ignoren que esta caña de Indias, que estos eucaliptus, que estos hurones y conejos… no son naturaleza autóctona para nada. Prohibido venir con perro, lo tendrían chupado con la fauna.

CAMALEÓN&HIJO A CUESTAS

EL ELEFANTITO



Fin del camino. No puedo evitar toparme con el Faro, del que concluyo "sí: es un Faro". En cuanto puedo, me escaqueo y trepo con el corazón encogido las tocas torturadas que conducen a A Gralleira. Me estaba disponiendo a ver en directo lo que veré en mi último día, cuando, de repente,  me doy de narices con un grafiti que dice "Pablo ama a Laura" ¡en el punto exacto donde se origina la Santa Compaña! Menudo favor le has hecho a Laura, guapo.
LA INFAME GRALLEIRA...

Me sobrepongo. Mi mente al fin evoca la sacra procesión de los muertos que sale de aquí todos los viernes; camina por la Aldea; luego por la playa; se interna en el mar al grito de "¡Dios en Ave": si el último espectro te entrega el cirio, vas dado. El fin de semana, la comitiva se esconde en las galerías del islote del Home Morto; el lunes, retorna a su casa de la Gralleira.
─¡Oye, que está prohibido salir del camino! ¡Voy a tener que denunciarte!
─… necesidad inaplazable.


COCHINILLA








La otra ruta, la de la Aldea. El camino que se abre a nuestra vista parece un jardín, mejor dicho una huerta exótica, cuajado de frutos rojos y azules. En determinado punto, la guía se gira: aquí hay algo que ver. Es la Fuente de Santa Catalina. Año 1662 "LAUS DEO AGUA VIRTUOSA DA SALUD Y FUERZA". ¿Dónde tenían la cabeza los de Pfizer cuando sintetizaron el Viagra? Esto es lo mismo pero más sano, más refrescante, más romántico. Seguimos.



─¡Hemos llegado!
Hace un círculo con las manos y nos muestra la Aldea que se agrupa alrededor de una plaza. No existe población diseminada. ¿Quiénes eran estos que vivían aquí? Eran siete tribus, los de cada una heredaban los nombres de sus casas: PEDRO, PRUDENCIA, SATURNO, CORDÁS, CANEDA, XORDA BENITO. Extraño lugar para vivir ¿a que se dedicaban? Los de mejor pasar eran "ladrones de muertos". Esto es el umbral de la Costa da Morte, el paraíso de los naufragios; en estas playas se cosechaban muertos a patadas. Rebuscaban en sus cintos, en sus corsés, les quitaban cadenas y dientes de oro. Otros tenían unas vacas, un cerdo, cosechaban "a la parte" con el marqués… El hambre era sideral: en sus estómagos famélicos es extinguieron cormoranes, araos y halcones peregrinos. En los años setenta terminó la diáspora al continente de aquellos miserables: hoy solo quedan guardianes del parque, familiares, científicos y… polizones. Dejemos eso.


¿Por qué demonios has escogido este pueblo para los "más bonitos", Jacques? Porque en un reducto compacto puedo abarcar de un vistazo la vida antigua de Galicia ¡sin conservantes ni colorantes! Los lavaderos, los hórreos, las eras, los hornos de pan-cocer, las camas de granito, los lagares, piletas, saladeros, platos, vasos, botellas… antiguas de cerveza, de vino, de quina… que los barcos piratas van depredando sin cesar. Quizá ya no quede ni una para ti.

LA CRÓNICA NEGRA ¿más? Sí, más.
Medianoche de galerna, enero de 1921. Un estruendo se sobrepone al rugir del temporal: el Santa Isabel acababa de empotrarse contra las peñas del Faro y de iniciar la mayor tragedia naútica del mar
de Galicia. Frente con frente con A Gralleira. Del fondo del mar apenas sobresale el puente de mando de donde, unos desgraciados, van siendo arrancados poco a poco por el oleaje. Gritos de socorro, confusión, llantos, muerte. Dos lanchas de salvoreños se arrojan al agua, una de hombres, otra de mujeres. Salvaron a 53, murieron 213. La cosecha de muertos de aquel año fue infinita…
De vuelta en Aguiño, toca papar. El sitio más evidente es El faro de Sálvora pero si eres un drogadicto del Pulpo estilo Illán puede administrarte una dosis en O Carreiro, junto a la Casa del Mar. La vuelta a Sanxenxo por el puente de Catoira es para ciclistas llaneadores.




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