miércoles, 13 de julio de 2016

LOS 10 PUEBLOS MÁS BONITOS DE GALICIA

LOS 10 PUEBLOS MÁS BONITOS DE GALICIA: 3) OCA, DE A ESTRADA


Oca en una fresca mañana de Julio que aun no ha olvidado la primavera, es el clásico lugar encantador. Y nadie ha conseguido hasta ahora recrear el encanto en el ánimo de sus lectores. Jacques no será tan pretencioso: su visión será parcial, pegada a sus obsesiones de ciclabilidad y crónica negra.

CASAS DE PLEBEYOS
 Para eso, la verdad, no ha tenido que esforzarse mucho: desde Sanxenxo es un paseo para ciclistas de fin de semana, que, por Moraña y Arcos de Furcos, podrán esquivar la transitada carretera de Chapa a Carril. En cuanto a la crónica negra (asesinatos), ¡qué vamos a decir! ¡Si con el truquito del pazo de Oca casi nos cargamos a todos los científicos europeos, premios Nobel incluidos!
CASA DE LA GENTE "BIEN"

Es un tópico el señalar que "Oca es un ejemplo perfecto del Orden Social del siglo XVIII". Quiere
decir que llegas y te encuentras un pueblo que ocupa dos de los laterales de una gran plaza rectangular y luego el Versalles Gallego, que ocupa los otros dos y multiplica por varias veces su tamaño. Las casas del "orden social inferior" son graciosas, con sus balcones y plantas exuberantes entre las que aparece una fuente de agua helada, apta para rellenar el bidón. No hace falta entrar en el Pazo para sentirnos en el reino del Barroco: un arte recargado y gracioso, muy querido al alma gallega. La torre es lo primero que se construyó, en el XV, y los pasadizos elevados (para que los señores accediesen despulgados a la iglesia) deben ser otra simpática manifestación que nos legaron para informarnos de su "orden social".
LA TRILOBULADA
Al llegar a este punto (el de las pulgas) mi extravagante curso mental asocia enseguida el tema de los cerdos, o mejor dicho de las cerdas.  Los "de la Cerda", antepasados de los actuales propietarios del pazo (Medinaceli), descienden de un infante de España destronado cuyo pecho estaba cubierto de pelos de cerdo (llamados: "cerda"). Ello nos introduciría en el carácter misterioso del lugar que casi suprime el "Progreso de la Ciencia" en Europa, pero eso lo dejaré para más adelantes, si es que para entonces me queda algún lector.
Sugiero entremos. 6 euros, menores de 9 años, gratis, abierto "de sol a sol". No hay que preocuparse de ponerse a tono: tan pronto traspasas el zaguán, empiezan los descubrimientos. Ves un brazo que apunta al Este con la leyenda "PROSIGA 1746": da cuenta de la orden del marqués de turno a sus descendientes: ¡seguid engrandeciendo el Versalles Gallego!; atisbas, desde la fuente trilobulada, lo que Pedrayo definió como "una villa renacentista italiana (y si eres perito agrícola distinguirás los jardines Renacentistas de los Barrocos de los Románticos); admiras, desde la escalinata, el paisaje sacro del Valle del Ulla; te pierdes por los paseos de boj tricentenarios, de los tilos, de las camelias; descubres las fuentes de la Mona (hay mona), de las Truchas (hay truchas), del Monumento; entras en una huerta imposible, por bonita, y te lo explicas, porque es de tiempos de la Ilustración y por entonces se perdía el tiempo armonizando utilidad y belleza...


Y basta. Aquí procede dejar la crónica de estas cosas, bonitas, pero no únicas. Porque cualquier turista sabe que todo monumento de fama mundial (y Oca lo, es, fíjate en la boda de La piel que habito) posee un meollo, un detalle deslumbrante que lo diferencia de todo o parecido. El corazón de Oca son los estanques

─¿Los estanques?
Los estanques o canales con los que se encauzó el río Boo son el alma del Pazo. Los estanques con sus barcas de piedra, una de guerra, otra de pesca y el Señor de la Sierpe como intermediario entre los dos mundos: el de la razón, y el de las pasiones turbulentas. Los estanques en los que flotan embarcaciones cargadas de balas de granito, abriéndose camino entre macizos de rosas salvajes y hortensias. Si solo vas a hacer una parte del recorrido (se tarda unas dos o tres horas), haz los estanques y, desde luego, siempre déjalos para lo último. Así, irán quedando en tu recuerdo y tardará más en desvanecerse la imagen.


Y a papar, a papar… Coges la bici hasta la general de Santiago; pasas por la iglesia de San Estevo de Oca, románica, pero como tantas; ves unos canales pétreos llamados sifones (pero solo paras si eres perito agrícola), total 2 km y ¡tatachán! Estás en El Emigrante: carnes sinceras, jugosas, gallegas… 12 o 15 euros, según los casos, y nada comparable en los alrededores.














CRONICA NEGRA.-Lo prometido es deuda y Oca tiene la crónica negra, negrísima.
Todo empezó por la Paradoja del Gato. Un científico, Schrödinguer se ganó el Premio Nobel gracias a un experimento que demostraba cuánticamente que "un ser puede estar vivo y muerto a la vez". Le tocó al gato. Se introduce al micho en una caja oscura junto a una partícula radiactiva, un detector de ídem, un frasco de gas de venenoso y un martillo automático, que, si se detecta la partícula, rompe el frasco y micho kaput. Como la partícula tiene un 50% de posibilidades aleatorias de ser detectada, mientras no abras la caja el gato está vivo y muerto a la vez. Se ve que en aquel tiempo no admitían gatos en el comité del Nobel.
Pues he aquí que los Ocenses (u Ocitanos) tuvieron una idea: la Paradoja del Gato, pero a lo bestia. Invitaron a los 250 mejores científicos del Mundo a un Congreso para el Progreso de las Ciencias, estaba tuti quanti, incluido Schrödinguer;  y los invitaron a choquiños y pimientos de Padrón en la planta alta de la torre de Oca, la del siglo XV. El suelo, comido por las termitas, se abombó, se abombó y ¡cataclac! Lo más granado de la ciencia mundial se precipitó al vacío. Los muertos aun no se han contado; descalabrados unos cincuenta. Era agosto de 1934; estaba el presidente de la República Alcalá Zamora, Marañón, el futuro ministro lora Tamayo…
El anfitrión, el duque de Medinaceli que regresaba de la playa, se encontró frente a la puerta de su Pazo con la Paradoja del Gato: Schrödinguer estaba vivo y muerto a la vez.
Y, para que no pierdas la afición a la física cuántica, no te voy a decir cuál fue la solución.



MUSEO
INTERIOR: Estilo Remordimiento

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