Aquel día de inmortal
deleite disparé una y otra vez sobre ellas. Son unas impúdicas perversas y se
tienen merecido mil veces lo que pueda pasarle. Uno se llega a preguntar como puede
haber criaturas tan viciosas. ¿Qué? ¿Qué que hacen? ¿Te parece poco fingir los
ojos tiernos, misteriosos y turbios de otras especies para aparearse con ellas?
Otras son autógamas; se pliegan sobre si mismas hasta conseguir autofecundarse.
O forman un tubo con sus miembros donde la temperatura sube 3º, forzando a
amarlas a sus ateridos visitantes. O los golpean tras el acto del amor, tan
fuerte, que ya no puedan acercarse a otra. O los emborrachan. Etcétera. Cuando
sabes de la existencia de tan demoníacas criaturas, el veneno de buscarlas y
apuntar sobre ellas entra en tu sangre… y ya estás atrapado.
ENCINA |
El ciclista sufre esa
pasión y cuando mayo está a punto de cambiar a junio, o acaba de hacerlo,
siente que debe ir al Courel. La elección del día exacto es algo complicada:
alguna de las especies más fantásticas desaparece en junio; otras, en mayo, aún
no han comenzado su fastuosa exhibición de locura sexual. Como todo lo bueno en
la vida, depende de dos factores: no renunciar jamás a los propios sueños y una
pizca de suerte.
IGLESIA DE ESPERANTE |
Así que este año elige
junio, bien entrado, para aparcar el coche en Seoane, sacar la bici e iniciar
su safari. Su plan consiste en bajar hasta el río Lor por el camping de
Esperante y a partir de aquí ir ganando altura hasta el Alto do Couto. En este
punto es donde tendrá que andar más listo para que no lo pillen. Desde el Alto
piensa bajar hasta el pueblo fantasma de Visuña, prolongando el recorrido por
el caos de rocas de mármol que están al otro lado. Pretende ir agotando las
especies una tras otra, paf-paf-paf; encontrar sus cazaderos a medida que los
cambios de altura y de clima (atlántico, mediterráneo, siberiano) hagan
aparecer sus distintos hábitats; ojear el mayor número posible de variedades. Dar
la ocasión a estos seres fascinantes de volver a llenar su imaginación de
fantásticas pesadillas y así volver a cargar las pilas para un nuevo curso.
Unos minutos después la
bici desciende a toda velocidad hacia Esperante. El olor de la hierba es tan
ácido que pica en las narices y unas gasas de bruma en el ambiente prometen
hacer más que emocionantes las emboscadas y los aguardos. Macizos troncos de
castaños ancestrales, como gigantes mutilados, le recuerdan que está en el
Courel, la próxima frontera natural que nos queda por cargarnos, ahora que ya ha
caído Enciña da Lastra.
DEVESA DE ROGUEIRA |
Las orquídeas del Courel
combinan a la perfección la sensualidad multicolor del trópico con la fantasía
mágica de lo gallego. No conozco flor más aditiva. Muchos aficionados han
dejado su vida en la selva por encontrar una nueva especie. ¿Qué les hace
perseguir semejante Eldorado? Para muchos puede ser simplemente que se trate de
algo bonito, muy bonito: la evolución ha dotado a estas plantas de un órgano
multiforme, el labelo, cuyas infinitas estrategias sexuales han dado algunas de
las mejores aproximaciones al ideal de lo bello que ha producido la naturaleza.
A otros, más reflexivos, les atrae al sueño de la inmortalidad: convivieron con
los últimos dinosaurios en el cretácico y su aparición está vinculada al famoso
insecto encerrado en ámbar dorado de Jurassic
Parc. Pero si escuchas a aquellos que han pasado infinitas penalidades o
incluso han arriesgado su vida por ellas, te darán otra respuesta: es lo más
opuesto que existe a la oficina o al tajo. Nada hay más valioso que las propias
fantasías, sin las cuales la vida del hombre no es sino un sucederse de días
áridos y vacíos como un alba de invierno.
Su
orgía perpetua ha producido innumerables híbridos, mutaciones, especies
anómalas...; cada día te espera una sorpresa. Podría decirse que es la flor de
los soñadores, de los que huyen de la monotonía asfixiante de la rutina diaria.
Dentro de estos trasnochados románticos cada uno tienen su obsesión particular,
su amor. Miento, su amor no; la palabra es “su pasión”. El ciclista, por ejemplo,
está obsesionado con la más malvada de las criaturas que Jehová pudo haber
concebido en el 3º día de la creación: la caníbal, la Antropófora.
A las siete, la
temperatura sobre el río Lor podría parecer de enero si no fuera por la luz
lechosa y verde que alumbra a tan temprana hora de la mañana. El ciclista gira
la vista a la derecha. La iglesia gris de Esperante con su tejavana cubierta y
su cementerio apretujado alrededor sugiere una sociedad aterrada, dominada por
los prejuicios y la muerte en plena juventud. En este punto, pasadas la iglesia
y el camping, comprueba que todo esté en orden, preparándose para iniciar la
escalada. La ganancia de altura se experimenta de una forma tan brutal como si estuvieras
despegando en un Boeing. En fin, nada que una bici moderna no pueda superar
aplicando las tres reglas: tomárselo con calma, plato pequeño, piñón grande.
En
consecuencia, la velocidad es lenta lo que no está nada mal porque siempre hay
algo que ver: una fuente cubierta; una salamandra a manchas moradas y
amarillas; la clásica ardilla que salta al camino y le echa una carrera. El
ciclista debe reconocer que en esta fase no disfruta tanto como dice: mientras
no supere la zona de clima atlántico y tierra ácida (y no alcance el país
mediterráneo, de suelo calizo), no espera encontrarse con sus ninfas de ojos
turbios y labios brillantes.
ALDEA DE CÉRAMO |
Más fresco de lo que espera, llega a la
bifurcación: a la izquierda, ROMEOR; a la derecha VISUÑA. Por aquí. Siempre
hacia arriba pero a partir de ahora con más alegría: puede poner el plato
mediano y, a veces, echarse una carrerita quitando dos o tres piñones. Sutiles
cambios están a punto de producirse en el paisaje. La tierra adquiere
progresivamente reflejos dorados y la humedad huele distinto, como a moho. Se
aproxima la Galicia
no-gallega, la de la caliza, la de las cuevas de estalactitas y estalagmitas, los
fósiles de mamut y, lo más excitante, la de las orquídeas. La velocidad de la
bici se incrementa y si sigues con la
vista fija en los arcenes, puedes muy bien caer en un barranco. En vez de
seguir pensando en barrancos, la palabra barranco le lleva a barco y esta a
Darwin y su famoso crucero a bordo de la fragata Beagle. Las orquídeas han
tenido su puesto de honor en el descubrimiento de la Evolución de las Especies, gracias a su increíble
capacidad de hibridación y mutación. Nuestras perversas no fueron menos
importantes que los galápagos en el hallazgo del camino que del mono conduce al
hombre: Darwin descubrió en Madagascar una orquídea cuyo espolón medía 28 centímetros antes
de llegar al néctar y predijo que tendría que haber una mariposa con una trompa
semejante. Así fue y a esta orquídea se le llamó Predicta (la predictora). ¿Comprendes ahora porque atraen tanto las
orquídeas a los persecutores de fantasías? Parafraseando a Shakespeare
podríamos decir que estas flores están hechas de la misma sustancia de la que
están hechos los sueños.
Entra en la zona
mediterránea. Alcornoques, jaras, lavandas... Se le pone la carne de gallina
porque sabe que a partir de aquí pueden aparecer en cualquier momento. Una
pareja de gordas perdices despega con el estrépito de sus alas. Un baile de
menudos miembros entre la maleza. Frena, deja caer la bici. Pero no es el
perverso movimiento de piernas humanas de la Antropófora
sino un macizo de narcisos de abril, ya mustios.
Tiene suerte. Mientras
aun está ocupado con sus decepcionantes narcisos surge la Apífera (Oprhys apifera). Con sus tres sépalos
rosados en forma de estrella de Mercedes Benz, su labelo de peluche y su mancha
morada es inconfundible. Esta pájara es la que se autofecunda a si misma cando no ten quen a queira. Todo es
sexo, pero el ciclista no aconseja que practiques la indelicada maniobra de
escarbar debajo de la planta. Te baste con su palabra: allí se esconden los
huevos: los dos. En Turquía hacen con estos testículos un pretendido afrodisíaco,
el Salep. Si lo pruebas verás que produce flatulencia y aliento cadavérico. Es
decir que su efecto es el contrario. Mejor, Viagra.
LA APÍFERA |
ESCOLOPAX |
No fue mal premio porque
es difícil ver una Apífera tan arriba. A la izquierda de la pista se abren las
grandes canteras de caliza color beige y a partir de ahora hay que andar con
cuatro ojos. Estas caleras entre los 500 y los 1000 metros son el
auténtico Masai-Mara de las orquídeas. Las agujas del reloj marcan las ocho. Los
graznidos de las rapaces indican que empiezan a desperezarse al calorcillo. Más
arriba. El ciclista encuentra una senda entre una cantera abandonada, ya
tapizada por la vegetación. Si el terreno no estuviera tan blando exploraría
con más rapidez, pero este año ha llovido en cantidad. Vislumbra a lo lejos un
muñeco amarillo con piernas y brazos. ¿La antropófaga haciendo de las suyas?
Bah, visto de cerca es un simple pensamiento de montaña, algo muy bonito… para
los que les gusten los pensamientos de montaña. Se siente optimista, aquí tiene
que haber. Los cristales de calcita arrancan destellos a los primeros rayos de
sol: esto parece una discoteca o un mundo de La Guerra de las galaxias. De repente surge la Escolopax (Ophrys scolopax), casi se la traga. Aun algo tembloroso se agacha sobre ella. Echa un vistazo, reconoce la forma de paloma de la columna (el órgano
bisexual) y la “X” morada que atraviesa el labelo, no tan peluche como el de la Apífera. Si bien aun no ha
colmado sus esperanzas, el resultado a estas horas no está mal. Después de
cazarla con su cámara, zas-zas-zas, la deja en paz que es lo que hay que hacer.
¿Llevártela? ¿Quieres llevarte un sueño en el bolsillo, tocarle? Es imposible, amigo. Para ponértelo resumido, necesitarías
más de media docena de especies de hongos, a través de los que se nutren las
raíces de la planta. Si eres un catedrático del instituto Pasteur de París,
puedes intentarlo, pero entonces te irás a chirona porque estas maravillas
están protegidas por el convenio CITES. En países menos broncos que el nuestro
a las especies más raras le ponen protección policial noche y día; aquí, como
luego contará el ciclista, le vamos a tirar la bomba atómica.
“LONDRES/EFE. Un dispositivo policial vigilará que nadie dañe o robe un
ejemplar de una orquídea, considerada la flor más rara del Reino Unido, que
floreció en un campo de golf de Lancashire, al norte del país.
Se trata de uno de los doce ejemplares conocidos en el Reino
Unido de la orquídea Lady´s slipper (zapatito de dama), llamada así por su
similitud con un zapato de mujer.
La policía de Lancashire se ha hecho cargo de la vigilancia,
ya que es uno de los ejemplares más codiciados por los coleccionistas de
orquídeas, que llegan a pagar por ellas casi 6.000 euros…”(de La Voz de Galicia).
Mejor será no decir si
existen esas orquídeas en España, aquí llamadas Zapatitos de la Virgen … aunque creo que ya
se me ha escapado.
Arriba, más arriba.
Habiendo rebasado con creces el límite del mes de junio el ciclista observa con
pena a las Itálicas (Orchis italica),
negras y agostadas a la vera del camino. Ellas prefieren mayo. En fin, a cambio
espera con toda seguridad encontrar a su deseada Antropófora, que prefiere el
mes mas largo del año para asomar. Sí, dijo asomar. Las orquídeas han hecho
suya la elección de Aquiles: prefieren un momento de gloria fulgurante y luego
enterrarse bajo el suelo, en sus bulbos, a una vida larga y anodina, lastrada
por las miserias de la vejez.
Al fin llega al
territorio dominado por el castillo de Carbedo. Aquí, en la falda de la gran
roca, es donde espera ver aparecer a su amada-odiada, por la experiencia de
años anteriores. ¡Dios mío! ¡Que ve! ¡Un desastre, un horrible desastre! No osa
mirar abajo. Carbedo, mejor dicho, el lugar donde debería estar Carbedo es una
nube de vapor de agua, una niebla densa e insondable. Ni siquiera puede estar
seguro de donde está el castillo. Inútil sumergirse en esa mancha de algodón
quirúrgico.
LA ITÁLICA |
Respira y decide
tomárselo con calma. Aun nos queda la subida al Alto do Couto, la bajada a
Visuña y vuelta por aquí: la niebla puede levantar. Debe admitir que pronto se
le pasa el berrinche. Repara en que, a medida que gana altura, la época de
floración de las especies se retrasa. Ya cerca de la entrada de la Devesa de Rogueira
encuentra un macizo de sonrosadas Itálicas, en lo más jugoso de su floración. La
inflorescencia de Orquis itálica
podría parecer un delicioso motivo para decorar un cuarto infantil si no
tuviera algo turbio. Como todas. Parece un ejército de angelitos rosas,
perfectamente constituidos con su cabeza, tórax, brazos y piernas. Algo muy
tierno, sí, sobre todo si no viniese acompañado de un gran pene flácido. Ligada
al bosque mediterráneo y a la cal, es de las que no fallan si sabes buscar en
el lugar adecuado en mayo. O en junio, pero más arriba.
Ahora viene la única zona
desagradable, el Alto do Couto, el sitio donde te pueden pillar. Por suerte,
cuando sus ojos se acostumbran a la negrura de los pinos nórdicos, comprueba
que no hay nadie. Sonríe encantado. Se detiene en el mirador y se da un
descanso, consciente que no hay un solo ser humano en un entorno de kilómetros.
Se le permite vivir un pedazo de mundo prístino, como solo debió existir en los
tiempos posteriores a la Creación. Súbitamente , es arrancado de su sueño.
Las lenguas espiraladas de los Himantoglosos (Himantoglossim hircinum) se retuercen a sus pies. Estos labelos en
forma de cinta, blancos con manchas fucsia, son la viva imagen del vicio. Pequeños
escarabajos polinizadores, que pernoctan en el interior del casco, empiezan a
salir a medida que el calor aprieta. El ciclista se tumba, acerca la nariz,
para percibir el tufo a macho cabrío (hircinum) que dicen que caracteriza a la
especie. A él le huele a sardina. Es la 4ª especie del día, y se hubiera dado por
satisfecho si una de ellas hubiera sido aquella hacia la que le arrastra su
pasión.
HIMANTOGLOSO |
Bajada hacia Visuña,
mucho menos empinada que por el otro lado. Le da tiempo a admirar las encinas y
los alcornoques, algo exóticos en nuestros paisajes. Grandes crestas de caliza
en lontananza, mejor no recrearse en ellas. En las fallas se abren cuevas donde
se arrojaron a los pobres muertos de nuestra guerra incivil. Visuña es un aldea
encantadora atravesada por ríos que circulan un poco por todas partes, incluso
debajo de la losa que pisan tus botas. Casi abandonada, pero no del todo: ahí
está un viejo sentado en el pretil del puente, calentándose al sol con ambas
manos sobre su cachaba. El ciclista se hincha un poco y se dispone a hacer
alarde de sus conocimientos históricos:
LA CUADRA DE INCITATUS |
—¡Vaya cuadras, la leche!
Desde luego, no se privan ustedes ¡de mármol puro! —En efecto, son tan blancas
como el Partenón—. Le voy a contar una cosa ¿sabía usted que hubo un emperador
romano, llamado Calígula, que nombró Senador a su caballo. Le hizo un pesebre
de marfil y una cuadra de mármol. ¡Igual que estas! ¿Quién iba a pensar que en
el Courel…?
—Pues yo tengo un burro
aquí alante —responde el hombre sin inmutarse.
—¿Qué? ¡Ah! ¡Ya! Pues el
caballo de Calígula se llamaba Incitatus.
—Será presumido éste...
—Oiga ¿yo a usted le he
hecho algo?
—Digo el burro que tengo
en la cuadra aquí alante. Va a ser que se llama Presumido. El nombre es largo,
pero se lo puso la finada y no se puede cambiar. Por respeto.
El ciclista se queda
pensativo y escudriña el rostro del viejo. Parece un indio de madera; no mueve
ni una ceja.
—¡Adiós y a los buenos
días! —se despide, pensando que no vale la pena malgastar su formidable caudal
de erudición histórica con semejante vejestorio.
VISUÑA MARMÓREA: UN PARTENÓN DE ALDEA |
Subiendo por las
desiertas calles, resbalando por las losas, el ciclista llega hasta la iglesia,
la clásica coureliana cuyos tejados se derraman por las inmediaciones. Las terribles
lápidas: Carmen Préstamo, falleció tal día, a los 16 años de edad. Este pueblo
de mármol no le engaña: en el pasado solo hubo miseria, desolación, muerte… Se
imagina que la poesía y los sueños de futuro tuvieron aquí un difícil asidero.
Quizá por eso Uxío Novoneyra, el poeta del Courel, eligió un género que significa
dolor, lamento y llanto: la Elexía do
Courel.
LA MORIO... |
Vuelve a la parte baja
del pueblo, donde hay una marquesina con un cartel que dice: CURSOS DE GALEGO.
NIVEL CELGA 3. Retoma su bicicleta haciendo slalom entre paredes de rocas
fragmentadas, como tras un terremoto. Sobre ellas, en praderías salvajes elevadas,
encuentra dos especies que nunca fallan. Orquis
morio, carnosa, de color violeta, cuyo casco recuerda al gorro de un bufón.
Orquis mascula, más aislada, diferenciable
de la anterior por el talo de intenso color vinoso.
...Y LA MÁSCULA |
Asciende ya de regreso al
Alto do Couto. Pendiente suave que le permiten fijar la vista en la cuevas:
Buraco de Arcoia, das Choias…; auténticos cementerios donde muchos esqueletos
aguardan el Dies Irae. Al acercarse a
la Devesa de Rogueira
le invade un pánico creciente: aquí es donde te pueden pillar. En cualquier
momento puede aparecer alguien preguntando por una churrasquería o ¿me puede
decir donde hay una papelera? o ¿sabe si aquí hay cobertura? El ciclista
perfila su estrategia para el difícil paso: pondrá un rostro exhausto como el
de Chris Froome en el Galibier, con el que consiguió engañar a sus enemigos.
Así, nadie le hará preguntas.
La realidad es más
monstruosa de lo que había imaginado. Hay de todo, autobuses, un Porsche Carrera
de color rojo e incluso gente desesperada buscando aparcamiento. El ciclista sabe que es como Orestes tras su
bajada a los infiernos: si mira a un lado, el encantamiento desaparecerá. En
fin, en esta época la Devesa
de Rogueira es apestosa; pero en otoño, ya vacía, tiene su encanto, con las
musarañas reventadas asomando por entre sus dientecillos las envolturas de
celofán rojo de un Bollycao.
LA DEVESA: TODO QUISQUI SE QUEDA AQUÍ |
La
velocidad de bajada es impresionante y si te dejas sugestionar por el espíritu
competitivo del cuenta-kilómetros puedes suicidarte a más de 70 km/hora. Como
hay arenilla y curvas cerradas tu viuda podrá justificar muy bien que se trató
de un accidente, aunque no tengas en la póliza la cobertura “ciclo-suicidio”. Un gato montés salta
frente a la bici y comienza a huir por delante pegando grandes saltos, mientras
hace oscilar a babor y estribor su larga cola dorada. Es la última moda animal:
a veces preceden a las bicis durante kilómetros (a pesar de lo fácil que les
sería apartarse). Creo que lo hacen por puro espíritu deportivo. Solo cuando
estás a punto de pillarlos se hacen a un lado y te miran pasar, alzando
despectivamente los bigotes.
¡AHORCADOS AMARILLOS! |
Al girar una curva aparece de nuevo el
castillo de Carbedo. La niebla se ha disipado y la límpida atmósfera dibuja
cada una de sus macabras líneas. Podrían filmar aquí Drácula III. El ciclista se echa al bolsillo del maillot el bocata
y el bidón de agua y se dispone a dejarse asaltar por su dulce asesina mientras
merienda. Se sienta en la hierba, a un tiro de piedra de la muralla exterior.
Los milanos callan. Desde el primer instante se da cuenta de la presencia de “la
caníbal”, a sus espaldas. Finge indiferencia para prolongar el momento.
Súbitamente el bocadillo deja de interesarle. Y se arrodilla ante la más
enigmática de las orquídeas. Aceras
Antropophorum es su nombre, debido a la forma de hombres ahorcados con
casco que tienen sus múltiples labelos dorados. La orquídea do
home aforcado se arrejunta casi con cualquier cosa:
aquí en el Courel es fácil descubrir híbridos -con Orchis- que puedes bautizar
con tu nombre o con el de tu actriz preferida: Aceras scarlet-johansoniana. El ciclista no es capaz de dejar de
pensar en Darwin, un alma gemela: después de recorrer el mundo a la búsqueda de
galápagos y simios va y resulta que la clave de la evolución estaba en casa. En
Inglaterra encontró el material para escribir su segunda gran obra La fecundación de las orquídeas, hoy
reconocida como mucho más decisiva para las tesis evolutivas. El inglés de la
levita y las largas barbas blancas se pregunta ¿podemos sentirnos satisfechos
al decir que cada orquídea fue creada exactamente tal como la vemos ahora? Y se
responde: “La actual estructura maravillosamente modificada de la flor se debe
a una larga trayectoria de paulatina modificación”. Adán y Eva fueron
orquídeas. Con la antropófaga hay que andar listos porque su sexualidad es
desbordante y atrae a casi todo para sus cópulas: arañas, escorpiones, abejas,
moscas... Que no te hibride el coco o te soñarás colgado en uno de esos árboles
de ahorcados con que nuestro Gran Capitán adornaba los campos de Italia. Una Aceras (sin cuerno) debió ser aquella
gran orquídea negra de Artl que se hibridó con un humano tras un proceso de
fagocitosis. No es de extrañar que criatura tan portentosa fuera valorada en
más de 20.000 dólares. Si te llamó la atención la historia de La orquídea negra la puedes leer
completa en www.ciudadseva.com; y, si
te vas a interesar por las orquídeas gallegas es fundamental que leas Guía de las orquídeas de Galicia, de
Carlos Cortizo y Elvira Sauquillo en www.bahiaedicions.net.
Así pues, la caza ha sido
magnífica: 7 especies sobre las 25 que existen en el Courel han sido fusiladas a
placer por la cámara. Ni un solo segundo de aburrimiento. ¿Puede haber algo
mejor? Respuesta: sí, pero nuestras autoridades se disponen a echarle la bomba
atómica. Se trata de la ruta que desde El Barco de Valdeorras y Rubiá sube
hasta los Penedos de Oulego. El parque de Enciña
da Lastra muestra hasta 27 especies de la “obra más sublime de Dios”
(Darwin dixit). Alguien ha decidido que la autopista a Ponferrada tiene que pasar
indefectiblemente por allí. Tan magnífica idea tiene ilustres precedentes en
nuestra tierra: con este mismo método se consiguió acabar con el Stonehenge
gallego, el círculo lítico de A Mourela, abducido por la autopista de Ferrol a
Vilalba. El ciclista pide perdón por lo terrorista del titular (Como cazar especies protegidas en el Courel
sin que te pillen) que solo se justifica como una llamada a la sublevación
contra semejante atentado ecológico. ¡Que se atrevan a intentarlo!
ESCUDO DEL CAUREL |
En el bar un amable
vecino le informa sobre el escudo borbónico del antiguo ayuntamiento de Seoane.
Hay que echarle un vistazo. Tiene Toisón de oro y todo. Parece ser que los
carlistas lo chamuscaron durante las guerras del siglo XIX. El ciclista
pregunta en tono falsamente ingenuo:
—¿Y no sería mejor
llevarlo a Folgoso, ahora que está allí el ayuntamiento?
Franco lo trasladó allí tras la guerra y los
seoanenses aun sangran por la herida. Se trata de un hombre bajo pero se cuadra
y su porte se vuelve recio, magnífico:
—¡Que lo intenten!
Pues eso.
EL PARKING |
P. D.-Seoane, la capital del Courel, fue "liberada" por las tropas partisanas en 1942, creo que fue la mayor población de España en que tal ocurrió. En castigo, Franco trasladó el ayuntamiento coureliano a la aldea de Folgoso. Las heridas aun no han cicatrizado; por eso Salomón Millot ha preferido hablar del pueblo de "O Courel".
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