viernes, 24 de abril de 2015

ENTREVISTA CON ENRIQUE RAJOY, AUTOR DE IL BRAGUETTONE


    Entrevista con el escritor, ciclista y notario Enrique Rajoy Feijóo con motivo del lanzamiento de Il Braguettone.

    Hola, me llamo Jacques Millot y he sido encargado por la sección Odiseas de la revista Derecho de Galicia de esta entrevista. La conversación tiene lugar en la aldeíta de Covelo, tras una agotadora escalada en bici desde Ponte Caldelas. Me gustaría saber porqué le propuse hacer el reportaje en un sitio “alusivo” a Miguel Ángel Buonarroti (de él va la novela); Enrique Rajoy es un cicloturista maníaco y enseguida te saca de la manga lugares imposibles como este, una aldea fantasmal repleta de esculturas esculturas al estilo de Miguel Ángel. No, no vengan. No hay ni un solo bar.



    —Su nombre, apellidos, año y lugar de nacimiento…
    —… y domicilio, supongo. Vamos, el D.N.I. Enrique Rajoy Feijóo aunque, como compostelano nacido en Año Santo, 1953, me pusieron de segundo nombre el “Santiago”. Vivo en Coruña, de donde es mi madre, y me considero coruñés; eso antes daba un caché liberal, aunque a quien le importa eso ahora, claro.

    —Cuénteme algo de su niñez y adolescencia.
    Nací en el mismo vetusto caserón compostelano de la plaza del Toral, nº 7 donde nacieron mis padres, abuelo, tíos, primos y tutti quanti y el ambiente no era precisamente de verbena. Mi abuelo Enrique Rajoy Leloup, el mejor jurista del Derecho de Galicia, había sido represaliado por haber sido Secretario General de la preautonomía gallega de 1936: destituido de su cátedra, inhabilitado, expoliado... La suerte es que en el bajo había una librería y los niños teníamos forfait de lectura; no eran raras las sentadas de siete horas. La cosa mejoró cuando descubrí que acercando el termómetro a una bombilla podía ponerme enfermo a voluntad y quedarme todo el día leyendo sin tener que ir a las Huérfanas, un colegio al que de todas formas íbamos en zapatillas.

EL DÍA Y LA NOCHE (de Covelo)


    —¿Sus padres?
    Mi padre, dadas las circunstancias de la época, sufrió una mili de más de diez años; alcanzó al cargo de comandante. Luego ejerció como abogado en incluso llegó a ser miembro de la Academia, pero tanta guerra le dejó huella y falleció prematuramente. Mi madre, la sección coruñesa, es licenciada y educadora, ya jubilada y, sobre todo, una cuentista reconocida con el premio de la Diputación, y, recientemente, con el de Caixa Forum.

LOS DE MIGUEL ÁNGEL


    —Estudios, vocación, carrera, trabajos…
    Estudié en el colegio Peleteiro, la única institución laica de Santiago a la sazón, y mis amigos aun son los de entonces. Quise estudiar periodismo en Madrid (va, en realidad quería estudiar para ser Valle Inclán), pero mis padres me dijeron aquello de que “tu vete haciendo Derecho como todo el mundo y luego ya simultanearás…” Lo que no fue tan malo porque descubrí que tenía memoria fotográfica y que me comía las oposiciones como churros a pesar de ser bastante vago. En un par de años saqué la de Técnico del Estado, el derecho privado de Registros y la de Notario, donde ya me planté y que aun ejerzo.

LA PIEDAD DE COVELO


    —¿Y su familia? ¿Tiene hijos?
    —Mi mujer es de Negreira de una familia jurídica y de industriales de la Leche; graduada en Arte ejerce como Secretaria Administrativa además de ser una inefable cocinera. Los hijos se han repartido mis vocaciones: dos juristas y una periodista.
     
    —¿Ha hecho pinitos en política? ¿Cuáles son sus actividades extra-literarias?
    Creo que todos los que salimos del caserón del Toral pensamos en ello alguna vez; había una especie de “corte” histórico. Mi hermano Agustín aun es vicealcalde de León; de otro no hablo porque me come la entrevista. En la época de la ilegalidad llegué a ser secretario local del PSP de Tierno; no es que yo fuera socialista, pero era lo más antifranquista que me encontré sin llegar a ser comunista. Luego me llamó Suárez y constituí para él el CDS en Santander; aun recuerdo cuando me dijo: “¡Tan joven y ya técnico y notario! ¡A ti te prometo que vas a ser ministro!” Era un gran hombre pero no era profeta. ¿Extra-literarias, dice? Soy hombre de pasiones. Por este orden: Primero que nada, me encanta el ciclismo, no hay fin de semana que no me lance al paisaje; en segundo lugar, el Derecho de Galicia no solo es un hobby, sino que a través del notariado me da de comer. Los Minerales, el Mar (navegación, pesca…); la Arqueología, en especial de la baja romanidad, las orquídeas gallegas… and more and more.

LA DE MIGUEL ÁNGEL


    —¿Algún seudónimo?
    ¿Cuál va a ser? El tuyo: Jacques. Recuerda que nací bajo el signo de Santiago, de abuelo “Leloup” y que la literatura me la imbuyeron desde los cuatro años en la Alianza Francesa. Conocí antes a Victor Hugo que a Cervantes aunque luego llegué a preferir a este porque los capítulos del Quijote tienen el tamaño perfecto para una sesión en el excusado.

---Va a resultar que usted y yo somos personas muy parecidas.

Uuuy. Igualitas, igualitas.

 —¿Cuáles fueron sus primeros pinitos literarios?
   
Lo típico de los lectores bulímicos; no me quedó más remedio que contarme a mi mismo las historias que nadie había escrito. De la infancia, recuerdo el concurso de Coca-Cola –el Mar, que gran tema para hablar…-; otro del Día de la Madre premiado con  “suscripción de la santa a Historia y Vida por un año” y una especie de novela de El gordo y el flaco, con explosión del primero y caída en hormiguero del segundo.

MECENAS DE COVELO


—¿Cuál considera su mejor novela?
La que ahora publico en Amazon, (Il Braghettone, la historia oculta del Juicio de Miguel Ángel) me ha llevado media vida y más de cincuenta de reescrituras; algo que es acorde con el carácter patético del personaje: pero me va mucho más una novela policíaca de ambiente egipcio que aun tengo inédita. ¿Por qué? Porque es de risa y mi carácter es más bien irónico y retranqueiro al estilo gallego.

—Ya que se ha metido en el tema ¿por qué escribe en castellano y no en gallego? Me pareció entender que era galleguista…
Pero también me declaro un hombre libre y como tal, libre de elegir mi patria. Mi patria electiva es la gran novela gallega: Rosalía, Torrente, Cela, Cunqueiro, Pardo Bazán y sobre todo, Valle Inclán.
—¿Ha dicho Rosalía de Castro?
Sí, claro, ya sé que no es políticamente correcto, pero Rosalía también escribía en esa variedad tan gallega del español que Calero llamaba despreciativamente el castrapo. ¿Has leído El primer loco? Aunque el maestro es Valle. Conste que lo hago por un tema libertad personal y sin querer meterme con nadie; simplemente porque me es fácil, al ser la lengua de la calle en Pontevedra, Vigo o Coruña. Repito, ninguna toma de posición; también he escrito una novela en gallego, O botafumeiro de ouro que está en boxes.

EL DE M.A.
—¿Qué géneros cultiva y que proyectos tiene?
Creo que he tocado todas las variedades de la novela: histórica, policíaca, thriller, cómica etc. etc. Los proyectos son muchos porque (aunque en las entrevistas solo se saca la cara buena) uno de mis defectos es la dispersión. En particular me gusta el roman à clef, novela cuya convención es que hay que ceñirse a la verdad (Il Braghettone lo es) y en la que el arte consiste en poner el foco en un punto u otro. Conservo en mi cabeza buenas anécdota de la política en tiempo de Suárez y poco a poco las voy armando.

—Y que hay de sus publicaciones, premios, etc.
He obtenido el premio Arenas 2007 con La Coruña 1936, novela histórica; he publicado el Sebastián de Ocampo, dedicada al más valiente de los gallegos y aun a la venta en  Casa del Libro en digital y papel; Los mejores terrores por relatos, del género negro, en papel; Cuentos de la Torre, papel, y alguna cosa más. Que ahora recuerde, he sido finalista en el premio Wilkie Collins 2012 de novela negra y en el Premio Hispania 2013, de novela histórica. Ah, me olvidaba; y en la web Derecho de GaliciaLa ciudad de la sangre. Y tengo en espera casi una docena de obras más que ya no verán la luz jamás en papel porque me he pasado con armas y bagajes al e-book…
—¿Queee…?
Salvo que pretendas hacerte rico escribiendo, el papel ha pasado a ser una pesadez. Tienes que hacer presentaciones, firmar libros, molestar a amigos, hacer entrevistas, viajes… Apenas ganas para gastos; hoy en día eso, en España, está pensado solo para tres personas: Reverte, Dueñas y Marías. Si simplemente te diviertes escribiendo lo mejor es no perder el tiempo en pamemas y el que quiera, que te pinche.

COVELO


—Tan opositor y no le gusta hablar en público…
¡Qué va, me encanta! Eso de tener delante de ti a cien personas presas escuchándote es una sensación embriagadora. Aun recuerdo con morriña los discursos que me tiraba cuando fui candidato a Senador por Cantabria. A día de hoy esa afición está más que cubierta cuando me llaman de algún lado para hablar del Derecho de Galicia.

—¿Va a escribir su biografía o la de las personas con las que ha tenido cercanía?
No la “voy a escribir”; la escribo constantemente. Pero como me da pudor, a los personajes los disfrazo de romanos, de condottieros, de…




—¿Por qué escribe? ¿Sufre o disfruta haciéndolo?
Escribo porque entiendo que hago un bien a la humanidad desapareciendo todos los días cinco horas sin dar la lata a nadie. La gente normal está todo el tiempo pinchando a alguien, odiando, quejándose, suplicando, exigiendo, amando posesivamente, desdeñando… Yo, nada, como un ángel desaparezco a voluntad en el Cielo que es mi escritorio. Sigo disfrutando, igual que cuando era un niño imaginativo, del placer de narrarme historias que, o no están escritas, o no están bien contadas.

—Ahora un clásico: su lista de escritores favoritos…
—¿De los antiguos? ¿O todos?

—Empiece con los antiguos, por favor.
No serán de los años peores de mi vida los que me pasé traduciendo La Ilíada y La Odisea con el profesor Dopico. Aquello de “las moscas zumbando alrededor de los tarros de leche” era la escritura más cinematográfica del mundo. Y luego, claro, La Comedia, El Quijote, La Cartuja de Parma. La verdad es que me gustan todos. Si se trata de releer, los rusos siempre conservan algo de sustancia no absorbida en el primer momento.



—¿Modernos?
Valle, Valle, Valle. Y Valle. Luego Torrente, doña Emilia y Cela. Nabokof, que mereceria ser gallego Y ya en un nivel más terrenal, Philip Roth, Carver, Vonnegut, Joyce Carol Oates, Carson Mac Cullers, Rufin, Pennac, Mondiano… Marsé, Vila-Matas, Vargas Llosa… Sciascia, Calvino, Malaparte… Releo muchoMatadero cinco, de Vonnegut, por sus maravillosos flasch backs. Entre los gallegos, creo que el único clásico vivo es Caneiro: el panorama es deprimente.



—¿Considera que la Literatura debe influir en la sociedad?
¡Que va!; precisamente me aparté de la política porque era demasiado fantasioso. La misión de la Literatura es permitirle vivir muchas vidas a aquellos a quienes la rutina de la gente corriente se les viene pequeña.

—¿Qué consejo le daría a los escritores en ciernes?
—Si van a disfrutar con ello, que escriban; si les produce sufrimiento, no vale la pena. Dinero, no van a conseguir; Fama, solo en cenáculos restringidos; en cuanto a La Inmortalidad, mejor congelarse como Walt Disney. Para los que sean vocacionales, la recompensa es inmediata: el mundo ebook ha dejado sin sentido un montón de mamarrachadas.



—Vayamos con su novela Il Braguettone¿podría concretar el tema?
Es una novela sobre la amistad y la traición, en particular sobre la traición a uno mismo. Me gustan los temas clásicos, como el tenue hilo mental que separa la admiración exagerada del odio a muerte. O la típica cuestión de si el genio nace o se hace con la que Miguel Ángel zahería al Braghettone, del que decía de que solo era capaz de llegar “al arte por la fatiga”. Claro que la venganza es un plato que se sirve frío y el Braghettonne acechó el momento de desfigurar el Juicio Universal, el cuadro al que más que ningún otro Buonarroti había encomendado su Segunda Vida, la importante, la de la Fama.

         

—¿De verdad el Juicio fue tan importante para Miguel Ángel?
Absolutamente. Cuando la Ciudad Eterna cayó en manos de los españoles y lansquenetes de Carlos V se desencadenó el Fin del Mundo. Los luteranos jugaban al calcio (una especie de futbol) con las cabezas momificadas de los apóstoles; la sabana del Santo Rostro se convirtió en tapete de partidas de dados; las monjas eran subastadas por una moneda, tan barato estaba el género; los cadáveres no dejaban ver el Tíber. El pontífice, Clemente VII de Médicis, se propuso lavar la ofensa mediante “la obra de arte total”, algo que situara a los hombres frente a su infinita pequeñez. Naturalmente, la gravedad del delito exigía que el tema fuera un juicio. Muertos Da Vinci y Rafael, solo quedaba un artista verdaderamente grande. Con la ventaja para Miguel Ángel que de paso salvó la vida, ya que venía de dirigir la rebelión de Florencia contra el papado.
—¿Es un personaje universal, actual?
Y tanto. Vea todos esos segundones que reverencian a sus jefes, los alaban y endiosan. Bien podrían estos al menos sospechar las inmensas simas de odio que encubren tan amorosos sentimientos. Solo hay que abrir el periódico.



—¿Por qué ese gambito tan nabokofiano al final de la novela? Parece como si no se sintiera cómodo con el punto de vista: narrador-ominisciente; focalización en un personaje; narrador-testigo…
Es verdad, la mecánica me ha dado problemas. Pon un lado, al ser una novela de sentimientos, tenía que meterme en la cabeza del personaje. Por otro, al ser una novela de acontecimientos (¡Y qué acontecimientos: Catolicismo versus Protestantismo; Renacimiento frente a Barroco…!), el argumento exigía sobrevolar la escena. Espero haber acertado.  

—¿El Braghettone era buena persona en el fondo?
La vida humana es una tragedia y si te acercas lo suficiente a cualquiera puedes llegar a comprenderlo todo. Bueno, casi todo. A su favor hay que decir que tenía que haber sido un santo para sufrir una vida de ninguneo por parte de Miguel Ángel sin reacción por su parte. Tampoco era mal artista: si vas a ver su Deposición a la Trinitá dei Monti comprobarás que sus escorzos no tienen nada que envidiar a los del Buonarroti. Con la ventaja de que no hay que sufrir empujones como en la Sixtina.



—¿Cree que su alma de jurista le llevó a escribir una novela sobre el Juicio de los Juicios?
No, porque en este no triunfa la justicia, sino la venganza. En términos de hoy, más bien tiene relación con el mundo de la política.

—¿No cree exagerada esa moda actual de que todo en la novela sea verdad-verdadera?
Que va, si me encanta. Es más, todo lo que he puesto en Il Braguettone es fruto de una rigurosa reconstrucción histórica. Incluso los sucesos más chuscos como el de Miguel Ángel vociferando con sus discípulos para decidir quien había dejado embarazada a la criada.

—Usted al principio de su libro se plantea la cuestión de la Inmortalidad por el Arte o las grandes obras. Pero al final, no nos da su respuesta.
¿No la he dado? Yo creo que sí, que la de Cervantes, Shakespeare o Miguel Ángel es una suerte de inmortalidad. Pero no descarto que existan más.



—Sé que está saturado del tema, pero ¿no cree que en las inmediaciones de nuestro actual presidente se esconden muchos Braghettones?
Mire, yo aquí he venido a hablar de mi libro, como Umbral. No es por descortesía, pero si sigo por ahí, se me come la entrevista. Mi actual imagen en internet consiste en que a determinado personaje le doy nosecuantas vueltas como ciclista; todo porque un hábil periodista consiguió tirarme de la lengua.

—Al menos dígame cuales son las lecturas favoritas de “determinado personaje” y si cree que va a ganar de nuevo.
Le encantan los Episodios Nacionales de Galdós. Y sé que es un ganador nato. Le contaré algo: cuando era niño pasó una larga temporada en mi casa. En las Monjas, un tal Leis nos ganaba siempre en salto de altura. El personaje de marras, tan pronto llegaba a casa, ponía una vara entre dos sillas y salto va, salto viene, casi derriba el viejo caserón del siglo XVII. ¿Por qué? Porque por muy patoso que fuera, nunca se resignó a que nadie le ganase. Y ahora ¿hablamos de mi libro?


  A ver. A los amigos que están dispuestos a invitarme a una caña, no les arruinan 2,99 euros, eso es evidente. A los compromisos, esos que estaban dispuestos a pagar 19 euros por una presentación en papel con mi firma dedicada, les hago un favor de órdago. Conste que cuando vengan de “consulta” pienso hacerles preguntitas insidiosas para ver si se lo han bajado. Por último, ya sé que a todo el mundo se le da un ardite la Sixtina; el caso es pasar por allí a toda mecha y ¡hala! Al Coliseo.  Programa completo. Pero en este mundo aun quedan por ahí puñeteros curiosos a los que les gustaría saber porqué el Juicio se pinto así y no asá; porqué se dicen luteranas las manos vacías; porqué esa mezcla de motivos eróticos y religiosos ¡Incluso!, alguno llegará a sospechar que los culos y las tetas son un MacGuffin; algo puesto allí para despistar nuestras miradas de la mercancía protestante que Victoria inoculó en vena al florentino. Hay gente muy retorcida.

—Y para esta entrevista había que subir en bici hasta aquí, a este Covelo, un pueblo muerto encaramado a la sierra do Cando…

El cicloturismo en Galicia te da entrada a un montón de mundos mágicos y misteriosos que son como una especie de novelas vividas. No me diga que no le intriga este pueblo, ya desierto por la vejez y la emigración, pero repleto de esculturas al estilo de Miguel Ángel. Fue su mecenas un indiano, Barreiro Cabanelas, que se hizo rico en Brasil con la “lotería del bicho”. Según en que agujero se metía el bicho; allí tocaba: consiguió amaestrarlo. En Covelo, regalaba casas con esculturas, escuelas, saneamientos; fue perseguido por masón… vamos, otra novela. Si esta aldea tuviera un solo Bar estaríamos escuchando ahora la algarabía de los turistas en vez de los aullidos de la nortada… Anímese, hombre, que ahora es bajada. 

1 comentario:

  1. Tras esa dilatada entrevista con la que me solacé, espero que Il Braggettone, (que acabo de adquirir) me depare un jugoso entretenimiento

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