martes, 12 de julio de 2022

¡EL VECINO SE HA APROPIADO DEL PASILLO COMUNITARIO!


Desde el 2019 que no han vuelto las ballenas a las Rías Baixas. Cuando escucho a los mandamases eso de que "habrá que decirle ya la verdad a la gente" ¿significa que nos están ocultando algo tremebundo?

 SUMARIO

1.-¡EL VECINO SE HA APROPIADO DEL PASILLO COMUNITARIO!

2.-NAPOLEÓN LE PETIT

3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN


1.-¡EL VECINO SE HA APROPIADO DEL PASILLO COMUNITARIO!

Pregunta: traigo el caso aquí porque creo que la situación le sonará a más de uno/a. El vecino, el buen vecino que felicita las fiestas y a veces invita a una caña, ha avanzado la puerta y se ha comido para su casa un buen tramo del pasillo comunitario. O ha integrado el desván comunal en su ático. O ha amurallado para sí la terraza. A estas alturas estamos ya con la demanda puesta en el Juzgado y la cara torcida cada vez que coincidimos en el ascensor. El caso es que los vecinos afectados también sufren: era un chico muy majo que siempre te preguntaba por la operación de tu madre y, la verdad, ese tramo de pasillo no lo quieres para maldita la cosa. Estas líneas proponen un "tratado de paz" en Junta vecinal con 3 condicionantes indispensables: presencia y aceptación del infractor, mayoría de 3/5 y, sobre todo, aclarar que la sobre-cuota lo es "solo de gastos". Caso contrario, ¡encima!, le estaríamos dando mayor participación en los elementos comunes.

Ala, Mercedes, recupere la sonrisa.

 

 

(En Junta ordinario o extraordinaria de vecinos, se introduce en la propuesta, voto y acta el siguiente texto:

 

“Antecedentes

1º.-Que don …, propietario del piso …., y la comunidad de vecinos de la casa… de la calle… de A Coruña, reconocen y hacen constar que el primero ha integrado a su vivienda el espacio de pasillo comunal que va desde el frente de su piso al borde del ascensor, sustrayendo esta zona al uso y disfrute comunitario;

2º.-Que dicha situación se ha judicializado, estando pendiente de resolución por los Tribunales de Justicia;

3º.-Que, en aras al mantenimiento de la convivencia vecinal, ambas partes han acordado el siguiente CONVENIO:

a.-La sobre-edificación tendrá carácter de PRECARIO, pudiendo la comunidad por causas justificadas solicitar la restauración de los elementos alterados a costa del titular del piso…. o sus causahabientes.

Se entenderán por causas justificadas las que impliquen una mayor onerosidad para la comunidad que la situación actualmente planteada; las que impidan un beneficio demostrable para la comunidad; o impidan o dificulten la realización de obras o instalación de servicios legalmente exigibles.

 b.-Con arreglo al art. 17.12 de la LPH, se establece una cuota especial de gastos a cargo del titular del piso …., de un 20% de la cuota ordinaria (que permanecerá inalterada, en especial la participación en elementos comunes), debiendo separarse ambas cifras en el correspondiente recibo;

c.-La comunidad se obliga a desistir de las acciones emprendidas en un plazo razonable, estimándose como tal hasta la finalización del corriente año;

d.-Este acuerdo se somete a aprobación por voto favorable de al menos 3/5 partes de los presentes y 3/5 partes de las cuotas.

Sometida a votación la propuesta…”)

 

Adaptado al caso concreto

 

 

(LPH 17.12). El acuerdo por el que se limite o condicione el ejercicio de la actividad a que se refiere la letra e) del artículo 5 de la Ley 29/1994, de 24 de noviembre, de Arrendamientos Urbanos, en los términos establecidos en la normativa sectorial turística, suponga o no modificación del título constitutivo o de los estatutos, requerirá el voto favorable de las tres quintas partes del total de los propietarios que, a su vez, representen las tres quintas partes de las cuotas de participación. Asimismo, esta misma mayoría se requerirá para el acuerdo por el que se establezcan cuotas especiales de gastos o un incremento en la participación de los gastos comunes de la vivienda donde se realice dicha actividad, siempre que estas modificaciones no supongan un incremento superior al 20%. Estos acuerdos no tendrán efectos retroactivos.

 


Como si quisiera desmentirme, ayer mismo una pobre ballena embarrancó en Combarro, Ría de Pontevedra adentro, falleciendo tras cruel agonía. Imagen tomada de El Faro de Vigo.



 2.-NAPOLEÓN LE PETIT


Estaba releyendo el Napoleón le Petit de Víctor Hugo y casi me da un patatús, pues los hechos se confundían en mi mente con el Telediario. Juzguen ustedes:


"...ne rencontrant en lui-même aucun obstacle interiéur dans ce que les autres hommes apellent consciencie, il pousse son dessein, n´importe a travers quoi, nous l´avons dit, n´importe sur quoi, et touche son bout."

(... no encontrando en si mismo ningún obstáculo interior en eso que los otros hombres llaman conciencia, el empuja su designio, no importa a través de que, lo hemos dicho, no importa por encima de que, y consigue su propósito).


Y lo peor es que nadie pudo quejarse cuando Francia fue aplastada en Sedán: a Napoleón III lo habían elevado al Imperio los propios franceses.





3.-DOCAMPO VERSUS COLÓN

Transcurridos los dos primeros capítulos del libro II, Docampo empieza a incurrir en hechos vergonzosos a los que será muy difícil, como no imposible, darle la vuelta a través del relato. Sigue el capítulo 3,II en versión íntegra. Censura, que cada cual ponga la que crea conveniente.


-3-

Fray Miguel López de la Serna

 

Desde 1474, sino antes, se venían practicando cabalgadas en la costa norteafricana e islas exentas de señorío: Gran Canaria, Tenerife y La Palma; sin desdeñar oportunidades de captura casi en cualquier otro punto. Eran la fuente de riqueza de Canarias como lo será con el tiempo el turismo; y al alcance de cualquiera, como los vuelos low cost: se admitía a todo aquel que pudiera empuñar un arma y al que no, se le permitía la inversión en las sociedades financiadoras. Se imagina uno lo sabroso del negocio, pues las empresas del sector estaban exentas de los impuestos de alcabalas y almojarifazgo al descargar su mercancía en puerto. Que nadie piense en paraísos fiscales o en cuentas black: el de cabalgada en tierra de infieles era un derecho perfectamente legal, equiparable al de los moriscos de efectuar razias en las costas cristianas, con capturas de lujo a la altura de un Miguel de Cervantes. El propio Gabriel Varela se apuntó a un par de correrías. Un verdadero tiburón de las cabalgadas podía ser nuestro conocido Pedro de Vera; ya en 1474, con base en Jerez, obtenía pingues dividendos de sus incursiones que abarcaban de Larache a Azamor, en la costa marroquí. La corte, a la que reportaba jugosos dividendos con el quinto real, lo idolatraba. Además, el beneficio no procedía tan sólo de capturas de nuevo cuño. Fue muy celebrada la treta que utilizó para librarse de una tropa de gomeros levantiscos que tenía apalancada en su gobernación de Canaria: simuló invitarlos a una entrada en Tenerife con la promesa de que volverían ricos y famosos. Descargados en Sevilla en junio de 1483, los lotes no adjudicados se residenciaron en el arrabal, donde mendigaron durante décadas en las cercanías de la puerta de la carne o de Bib-Ahoar 1.

No le irá a la zaga Diego de Herrera, señor de las islas de Señorío (Lanzarote, Fuerteventura, Gomera e Hierro), padre de Hernán Peraza. Con una sola cabalgada en un aduar del interior de Berberia capturó una tribu de incautos al completo: 158 mozos, mozas y niños. El beneficio se hubo de repartir conforme a “fuero y uso de España”: 3 partes, para el caballero; 2,5 para el marinero; 2 para el espingardero; 1,5 para el ballestero y 1 para el tarjero. Las ventas solían hacerse en los mercados de Cádiz, Huelva o Sevilla, aunque también había subasta de género en la propia Las Palmas. El negocio entraría en un lento declive al sustraerse como territorio de caza la isla de Gran Canaria, gobernada en nombre de los reyes por Vera: se acotó el otorgamiento de licencias para cabalgadas exclusivamente a las islas restantes, Tenerife y La Palma, más África, y se dieron instrucciones severas de que no se molestase a las comarcas de paces. Vera se dirigirá a la corte en términos ofendidos, pero no le hará falta demasiada insistencia: todo tiene arreglo mediante un simple ajuste de los porcentajes: los Reyes le harán merced de la mitad del quinto real. A cambio, Vera se convertirá en un riguroso inspector fiscal: embargará doce guanches a Salazar por no pagar el quinto. Al final, la disminución de la población convertirá las últimas cabalgadas en negocios auténticamente deprimentes: una entrada en Tenerife en 1493 recaudará tan solo tres míseros guanches 2 , ¡con todo el gasto que ello conlleva!

Tras el aplastamiento de la sublevación gomera el salvador, Pedro de Vera,  remunerará a los soldados con los excedentes de la matanza, los niños y algunas mozas, pero a la postre el negocio se malogrará debido un inconveniente jurídico de la máxima importancia. Como al final del capítulo trataremos el aspecto legal con detenimiento, aquí tan sólo reflejaremos el eco de ruido y sinsabores que tan peculiar salario ocasionará al cándido de Sebastián:

 

173. 1490 Octubre (s.d.) Córdoba (f. 237). Iniciativa a las justicias del reino para que conozcan en la demanda presentada por Juan Ruiz de Requena, vecino de Córdoba, que reclama a Coronado y Campos, criados de Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán Peraza, 6.750 maravedís que les pagó por un esclavo llamado Miguel, ya que éste le fue tomado por mandado de sus Altezas por ser cristiano y libre 3.

 

Con éste, se inician los llamados pleitos canarios. En ellos, hasta por lo menos en siete ocasiones será condenado aquel al que los notarios castellanos llaman Sebastián de Ocampo, y los menos imaginativos jueces reales, con diversos apelativos, entre los que destacan el Campos, el Sebastián de Campos y el Campo Gallego. Será esta última versión la que se prestará a una mayor fantasía, pues una asimilación demasiado apresurada por parte de los modernos eruditos dará lugar, a una lectura de tipo anatómico-forense: “Carpo Gallego”. Entre los miembros de la corte de Gomera, (los Campo —Alonso y Sebastián—, De la Peña, Cornado, Cornadillo…) no se conocía nada del estilo de carpo, metacarpo y dedos y si lo hubieras pretendido, te hubieran dicho que habías bebido demasiado malvasía. Es Campo, siempre es Campo, aunque la “m” le haya salido un tanto chunga al escribano.  Pero cuando Sebastián entrevió la gravedad de las imputaciones que se le venía encima, el asunto no le hizo ninguna gracia y, tuvo la certeza, de que sólo un milagro del Apóstol, o mejor aún, de san Antón, podría librarle de las gravísimas acusaciones.  

La apoyatura jurídica del negocio había parecido a todas luces impecable, puesto que los menores no tienen personalidad jurídica y estos deben seguir la condición de los padres, levantiscos, sublevados y ya masacrados: cualquier mediano conocedor del Derecho Romano podría acreditarlo. El género se conducía principalmente a Sevilla donde, o bien se subastaba, o bien se ofrecía en venta directa. Dada la abundancia de la mercancía, hubo que dar suelta a bastantes piezas al pie mismo de la Giralda a disposición del primero que se las encontrara; otras piezas acabarían en el mar por falta de espacio material en las bodegas de las naos. Los sermones jeremíacos se volvieron una desagradable costumbre: casi a diario aparecía, a veces incluso en mar abierta, un fraile de alguna orden excrementicia, ¡voto a Bríos!, diciendo que eran niños bautizados y por tanto orros (no susceptibles de esclavitud). Las protestas de los mercaderes no aplacaban la puritana indignación de los tonsurados (¡Por favor! ¿Cómo puede sostenerse que estos pequeños salvajes sean capaces de comprender los dogmas de Nuestra Santa Madre Iglesia?). La corona, azuzada por aquella clerigalla, llego a poner a disposición de los mocitos/as letrados y procuradores de pobres 4. Los comerciantes empezaron a pensar que ni siquiera a ellos se les trataba con tanto miramiento ¿es que ahora los caníbales van a tener abogado? El aire de Sevilla se volvió irrespirable, y no estamos hablando de la caló. ¿Qué podemos decir de una ciudad con tres mil conventos? Surgió una alternativa más relajada, ¡Dios todopoderoso!, con el mercado de esclavos Valencia, bien surtido de florines y ducados venecianos y donde no abundaba tanto el frailuco. Pero el alargamiento del viaje deterioraba el género, como el caso de aquel mercader tuerto que, de 87 gomeros, perdió 14 piezas en navegación por mareos y catarros.

Wölfel nos dice que los principales vendedores de niños gomeros fueron Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla, aunque es ineludible reconocer que intervendrán otros personajes, sea en concepto de intermediarios, sea de monetización de su salario.

 

Pedro de Vera vende seis mozas o muchachas de una edad bastante peligrosa para el general y que, por lo que pagaron por ellas, debían ser hermosas. Doña Beatriz de Bobadilla vende directamente quince gomeros y un número indeterminado de gomeros y gomeras en dos ocasiones. Los indígenas eran para ella moneda. Pago con ellos una vez un barco y hasta los diezmos que debía a la iglesia de Canarias los pagaba en indígenas 5.

 

 Los mozos y mozas se cotizaban a 6.000 maravedís, aunque podían darse fuertes oscilaciones en ejemplares de singular belleza. Los niños menores de diez años apenas rentaban 4.400 maravedís, dada su morbilidad. Lo que Vera y la Bobadilla escondieron a los compradores es lo que no debe ocultar un diligente comerciante. ¿Me puede garantizar que no está bautizado? Sí, no, claro.

Sebastián de Campo consiguió sospechosamente por estas fechas hacer el primer pago a Alonso Prieto del precio de la mitad de la finca del Valle del Gran Rey, que completaba la parte que tenía por sus buenos servicios. Era un negocio redondo realizado en el momento exacto, que le convertirá, de golpe, en uno de los grandes hacendados azucareros. La conquista de Tenerife y del valle de Azua, en Indias, redondearán el patrimonio años después. ¡Quién se lo hubiera dicho a aquel niño tiñoso que correteaba entre las ruinas de Tuy! Hubiera deseado que se hubiesen acallado las críticas, dejándole disfrutar del momento. Pero no había manera de escapar a las noticias que parecían llegar por las olas, muy a su pesar, como esos troncos y ramas de palmera podridos que el Alisio arrastra de Canaria a las playas de Gomera. Los frailes se entregaban a sus admoniciones con determinación pronta al martirio y el run-run no hizo más que intensificarse.

En 1489 había hecho entrada en su diócesis de Gran Canaria el nuevo obispo titular, fray Miguel López de la Serna, un hombre sudoroso y enrojecido, recto como una tabla. En la primera entrevista se lanzó a sacar los colores a Pedro de Vera hasta el punto de que éste no tuvo más remedio que amenazarle de muerte en medio de una fenomenal bronca que se escuchó en todo Las Palmas. Y el eco llegó a la Gomera. El franciscano, un hombre humilde y de poca apariencia, en el fondo era un león encubierto: no se tragaba, es que no se tragaba de ninguna forma, eso de que los niños gomeros eran paganos.

 

el señor obispo visitando al gobernador le dijo que aquellos niños eran cristianos y no se podían vender ni enajenarlos, y que de sus prendas y cristiandad no era ya tanto rigor. Respondiéndole que aquellos no eran cristianos, sino alevosos hijos de traidores que mataron a su señor y que lo hecho estaba bien y que no se entrometiese en lo que no le tocase… Viniéronse alterando palabras en que dijo el obispo que de ello daría cuenta a su Alteza para que lo remediase… (Pedro de Vera:) “Os doy mi palabra que si en adelante pasáis, que os hago poner un casco ardiente sobre la corona”. El prelado… dio orden de irse a España de inmediato, compareció ante sus Altezas, dio bastante información… 6

 

Lo molesto de estos informantes oficiosos es que siempre hacen hincapié en los detalles escabrosos y no van al fondo del asunto: Sebastián estaba seguro de la legalidad jurídica de la Almoneda de los Niños. ¿Quién había asaeteado como un espeto el corazón de Hautacuperche? Él. ¿Vamos a negar el derecho de captura en buena guerra? En cambio, estos grumetes correveidiles insistirían en regodearse con los detalles de la bronca entre Vera y Serna. ¿Qué quiso decir Vera exactamente con aquello de un casco ardiente sobre la corona? ¿Se trataba de ponerle un barril de pólvora sobre la corona obispal? (¿Qué corona? ¿La corona de Santidad?). Otra versión era que “os haré poner un casco ardiendo sobre la corona si mucho habláis 7”. La cosa no estaba clara ni mucho menos, pues el grumete que le había contado la disputa (un tal Troitiño el cojo) le aseguró que es muy difícil prender fuego a un casco sin que se derrame el combustible. Ni medio clara. Inmediatamente, otra preocupación se enlazaría a aquella, pues lo del casco ígneo del obispo le traía muy al pairo. ¿Porque le acusan a él, a Sebastián de Campo? Bueno, es posible que hubiera tenido que hacer caja y se hubiese visto obligado a vender alguno de esos jóvenes gomeros algo traidores. Él no se mantiene de los carballos, perdón, de las palmeras. Pero tampoco había sido para tanto, muchos de ellos eran casi unos ancianos de más de veinte años:

 

197. 1491 Enero 8. Sevilla (f. 197). Iniciativa a las justicias de La Gomera para conocer en la demanda presentada por Gonzalo Sánchez de Alfaro, vecino de Medina Sidonia, que reclama a Sebastián de Campos y Pedro de Cornadillo 4.800 maravedís que les pagó en Cádiz por un esclavo canario de 24 años llamado Juan de La Gomera, dado que se lo vendieron como de buena guerra y luego fue tomado por el obispo de Canaria, por ser libre 8.

 

A las pocas semanas se fue aclarando aquella parte de la noticia que servía como distracción al tema principal: parece ser que se había perfilado una alternativa. La cosa es que, si el obispo se atrevía a dar malos informes de él a la corte, Pedro de Vera, o bien haría poner al purpurado un casco de hierro ardiendo en la cabeza, o bien volaría con pólvora la totalidad del obispo; es decir, no solo su cabeza. Por lo demás:

 

Viendo el obispo repetir palabras y continuando la cólera del gobernador con el fuego descubierto, se calló, sufriendo todo cuanto le dijo; se fue a su casa llorando, afrentado, los ojos en el suelo, y se encerró sin ver a nadie. Intentó de irse a España con bastante informe de su desdoro; llegó a Sevilla, sintióse mal a Pedro de Vera porque estaba bien querido de sus Altezas, hizo dejación del Obispado, puso demanda por la libertad de los gomeros 9.

 

La última vez que había habido denuncias (la postrera cabalgada en Tenerife), los reyes habían ordenado soltar a los de los bandos de paces y los balesteiros se habían quedado a dos velas, teniendo que pagarse hasta los fletes. Algo debía estar pasando en la cabeza de la reina y esa palabra, reina, sonaría tan peligrosa en la mente de Sebastián que le haría tragar saliva. ¿Quién es capaz de distinguir si un niño es de paces o de guerra? ¿Es que alguien puede saberlo? Estaba cansado, que esto acabase esto de una vez, ya.

 

208. 1491 Enero (s.d.) (s.l.) (f. 268). Iniciativa a las justicias de Cádiz para que conozcan en la demanda presentada por Jerónimo Suárez, vecino de Sevilla, que reclama a Pedro Coronado y Sebastián de Campos, criados de doña Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán Peraza, 11.500 maravedís que les pagó por dos esclavos de La Gomera de 13 y 12 años, llamados respectivamente Juanico y Catalina, dado que se los vendieron como de buena guerra y luego fueron tomados por el obispo de Canaria, por ser cristianos y libres 10.

 

Pero las pesadillas de Sebastián siempre volvían al momento de la adquisición de la mercancía; sus padres levantiscos colgaban de sogas o eran arrastrados al fondo por piedras, pero los niños sólo sollozaban, y lloraban, y moqueaban y así es difícil considerarlos de buena guerra. ¿Quién ha dicho que habían sido capturados en combate? Para aumentar su preocupación, los compradores se revelaron como gente irascible, ¡devolución de la bolsa ahora! Y mira que su señora, la Bobadilla, ofreció al obispo comprar negros y moriscos a los portugueses para suplir a los gomeritos, o asociarse para entradas en Berberia, donde hubieran redituado el ciento por uno 11.

Ya sería 1491. Apareció cierta carabela con un calvorota de Salamanca a bordo, un tal Francisco Maldonado. Lo primero que hizo al desembarcar fue exhibir su nombramiento como gobernador; por la misma nave, se remitió encadenado a Pedro de Vera a la península. Tenía que haber un error. ¡Si los reyes lo querían como un hermano! ¡Si se anticipaba a sus deseos! No lo iba a saber Sebastián que para algo era el hacedor de doña Beatriz. Que tuvo delante de sus narices la carta perentoria en que sus altezas rogaban a Vera que auxiliase a Beatriz contra sus vasallos.

 

Porque vos mandamos que sy asy es que la dicha Ynes Peraça ha estado en posesyon de las dichas yslas que ampareys e defendays en posesyon de las dichas sus yslas a la dicha doña Ynes e non consyntades nin dedes lugar que los vesinos de las dichas yslas se le subtrayan de su obediencia… 12

 

 Esto había sido en marzo de 1489, cuando Pedro de Vera ya había atendido espontáneamente, hace meses, las llamadas de socorro de las señoras de la isla, Beatriz y su suegra Inés Peraza. Incomprensiblemente los reyes no apreciaron un trabajo impecable desde el punto de vista profesional: cuando dieron la orden ya no quedaba un solo guanche adulto en pie de guerra. En pie de nada.

Naturalmente Hernando de Talavera, el confesor de la reina, era un genio que creía que se podía hacer una cosa y su contraria: proteger a la ex dama real y amparar a sus asesinos. Su alteza pronto tuvo formada opinión. Y ¡Santo Cielo!, no hacía falta que hubiesen sido tan directa: ya tenían claro los vasallos de la Bobadilla que ellos eran unos depravados Herodes y el frailuco La Serna, un san Francisco de Asís redivivo. Circuló ampliamente en los mercados del Sur la carta remitida en 1491 por los reyes a las autoridades eclesiásticas:

 

Nos fuimos informados que Pedro de Vera, nuestro gobernador de la dicha isla, había ido con cierta gente de caballo y a pie, y había tomado y prendido a todos los gomeros de la isla de la Gomera a causa de que algunos de ellos habían muerto a Fernando Peraza y que de ellos se había hecho justicia. Y a sus mujeres e hijos cautivó y los repartió entre él y doña Beatriz de Bobadilla, mujer del dicho Fernando Peraza, y entre los escuderos y maestres de navíos y otras gentes que estuvieron en los susodicho. Los cuales han vendido, así en estos nuestros reinos como fuera de ellos, y otros se dieron y cambiaron, y otros tienen en su poder y los tienen por cautivos siendo cristianos y libres y no se pudiendo tomarlos por cautivos 13.

 

La sentencia definitiva al pleito del Prendimiento de los Inocentes recayó con inusitada rapidez en marzo de 1491; estas cosas suelen demorar años. Aquí es de ver la pesada mano de Isabel, bien la pudo haber empleado en acelerar la toma de Granada en cuya Vega se tiró una década de estúpidas cabalgadas. El resultado ¿hace falta decirlo? estaba cantado ¿verdad?

 

Fallamos que debemos declarar y declaramos por libres de toda servidumbre y cautiverio a todos los naturales gomeros de la isla de La Gomera, así los que fueron comprendidos en la muerte de Hernán Peraza como los demás que no lo fueron y que todos aquellos vendió Pedro de Vera, gobernador que fue de Canaria. Salgan de su cautividad en que están y usen de su derecho de personas libres sin que los haya afectado ni obste en ningún tiempo mácula alguna por esta causa y que reservamos su derecho a salvo por los compradores en cuanto al precio que por ellos dieron, contra el dicho Pedro de Vera y sus bienes. Y esta sentencia se pregone públicamente para que venga en noticia de todos 14.

 

Vera suplicó a la corte, hizo valer todos sus contactos, recordó sus méritos que le habían valido a la corona todo un archipiélago, como un rompeolas gigante que mantenía a raya la pugnacidad de las naves portuguesas. La corona tenía sus rutinas. Se seguiría la clásica fórmula del omicida y el omecillo. ¿Dónde podía ganarse Vera un buen omecillo? Un gallego, como Campo, respondería con otra pregunta: ¿Dónde había una buena guerra? En Granada, claro. Vera luchó en el cerco de Málaga, bah, un ojo tuerto de una pedrada y esquirlas de una espingardada; y participó con sus banderas, a primeros de 1492, en el desfile triunfal por la toma de la ciudad de la Alhambra. Pelillos a la mar… no, tanto como eso, no. Fue destituido como gobernador de Canaria y fue puesto en su lugar aquel calvo sudoroso que ya habíamos visto desembarcar en el puerto de Isletas: Maldonado. Ahora viene lo peor. Vera debió prestar aval por importe de 500.000 maravedís para responder de la restitución, a los compradores de niños, del precio que habían pagado (hasta ahora no he hablado del valor del maravedí: el autor se siente cómodo con la equivalencia al euro, ni más ni menos falsa que cualquier otra). Pero aún no hemos acabado. Se confiscaron sus bienes en Canarias y Jerez. La ruina, la ruina. Y se le hizo juicio de residencia, a cargo del tal Maldonado. Algo debió quedarle entre los dedos si tenemos en cuenta que cuando falleció, en 1502, pudo adquirir para su eterna honra la capilla mayor del convento de Santo Domingo de Jerez. Adquirida, ¡ay!, con los “medros de la conquista” 15.

 

El obispo La Serna, no conforme con la que había organizado, seguirá haciendo méritos a la corona de hierro fundido o al barril de pólvora. Sacará un pregón en las gradas de las catedrales de Sevilla y Cádiz, que era donde se solían tener las subastas. También lo mandará vocear en el puerto de Canaria y muchos otros del Sur, pues casi toda la costa del golfo de Cádiz había sido importunada con los lloros y moqueos de aquellos chavales. En cuanto a ciertos compradores, algo sátiros, que escondían sus seductoras preseas o las trasladaban de un sitio a otro, el esforzado prelado obtendrá una delegación real para recoger a todos los gomeros que hallase en poder de cualquiera, por su propia autoridad, y ponerlos en libertad o en poder de personas que los criasen y educasen. El escándalo por la Almoneda de los Inocentes que había empezado como la típica bola de nieve resbalando por un risco, se acabará convirtiendo en un alud.

¿En qué puede esto afectarme?, se diría Sebastián cuando la cólera regia empezó a acercarse, a sobrevolar Gomera como un maligno huracán. Nadie le respondió, claro, pero el caso es que el Consejo Real también exigirá a Beatriz de Bobadilla que deposite una fianza de 500.000 maravedís, siendo como era una viuda desvalida que a nadie podía causar daño. La notificación la recibió su hacedor en la isla en marzo de 1.491, raudo vuelan las noticias cuando son malas. Naturalmente la doña se negó en redondo; esa cantidad justamente era la que había recibido en dote de los reyes cuando al obligaron a casarse con un alfeñique rellenito y mujeriego, y pasar a un lugar tan salvaje. En mayo nueva requisitoria y nueva negativa, por lo que el Consejo Real, que no solía ser un órgano paciente ordenó el embargo de sus bienes, ¡bienes ganados en servicio de la reina! La dama abandonó confiadamente en manos de sus principales vasallos, Sebastián y Alonso de Campo, a sus hijitos Guillén, de nueve años, e Inés, de ocho, y se hizo a la mar. ¿Es que la reina no podía entender eso? ¡Está en deuda conmigo! ¿Tengo yo la culpa de que don Fernando me haya escrutado por detrás más de la cuenta?

Hay que pensar que Sebastián vería con un hilo de esperanza como aquella vela se demediaba y luego desaparecía en el mar de Canarias: tenía que saber muy bien cómo se las gastaba su señora. No lo defraudaría, menuda era. El gallego no podía imaginar nada más cruel que aquellas requisitorias que caían, una tras otra, cada vez que un barco atracaba a la rada de San Sebastián.

 

323. 1492. Abril. (s.d.) (s.l.) (f. 339). Incitativa a las justicias de Gran Canaria para que entiendan en la petición de Juan de Aguino, mercader estante en Sevilla, que reclama a Cornado (blanco), hijo de Cornado, vecino de dicha ciudad, y a Campo Gallego, “criados de la Bobadilla”, 4.500 maravedís que les pagó por un esclavo canario de 8 años, que fue puesto en libertad por el obispo de Canaria, a pesar de haberle sido vendido como de buena guerra 16.

 

La nave de Beatriz disfrutará de tan buen viento que 19 de julio de 1491 ya comparecerá en Sevilla ante el bachiller Autillo, solicitando al notario Porras testimonio de la constitución del mayorazgo a favor de su hijo Guillen: había peligro de que se incluyese su revocación dentro del paquete de represalias y quería llevar la escritura en su faldellín el día que compareciese ante la reina. En aquellos tiempos de cambio, el mayorazgo era, en lo material, como la Vida Eterna en lo espiritual: la garantía de inmortalidad familiar. El 8 de mayo de 1492 se arrodillará ante la reina en Santa Fe de Granada. Estamos preparados para cualquier resultado, conocemos a la dama; pero la rapidez en la resolución del pleito nos dejará estupefactos. Isabel de Castilla confirmará el mayorazgo por carta de privilegio instantánea:

 

Y ahora por parte de doña Beatriz de Bobadilla en nombre y como tutora de Guillen Peraza nos fue suplicado le mandásemos confirmar (el mayorazgo)… y Nos por hacer bien y merced a vos… confirmamos la dicha escritura (de mayorazgo) abajo incorporada… 17

 

Uno se da cuenta de la fenomenal competencia de esta señora cuyo secreto consistía no tanto en el manejo de las artes de eros, como le atribuyen caballeros que no son capaces de reconocer las de otro tipo en una dama, sino en un fino conocimiento de los caracteres, que le permitía atinar siempre con la tecla correcta. Amparada por las buenas palabras de la reina y sin expresar la más mínima duda, compareció ante el Consejo del Reino que quería un inventario de la personas, hombres, mujeres, mozos y niños, que ella había tenido en La Gomera, y a quien se las había dado o vendido. Con los ojos empañados defendió su derecho de venta, estaban muy lejos de ser cristianos, muy lejos de eso, y conteniendo el aliento soltó de una tacada que seguían “llamándose con nombres gentiles, viviendo desnudos y teniendo ocho o diez mujeres 18”. Los hombres, mean sentados. Ante tal vendaval de palabras vehementes el Consejo tuvo que plantearse si no sería algo injusto el trato que se había dado a esta indefensa señora precisamente en el momento en que sus súbditos se habían sublevado y ella se había visto enfrentada, casi sin ayuda, a las salvajes fuerzas de la naturaleza.

Por carta ejecutoria del Consejo de 8 de mayo siguiente, se sobreseyó el aval de medio millón de maravedís en tanto se fallaba el pleito principal 19. Aquella mujer era una máquina y si pudo enviar noticias rápidas a Gomera es de imaginar que el nodrizo de Guillén respiraría hondo. Sebastián acababa de recibir dos nuevas requisitorias por la venta de una niña de 8 años (registro 245) y de dos niños de 12 y 6 años respectivamente (registro 263) 20. Ahora por fin, la cancelación del aval abría una ventana de esperanza: La responsabilidad por un contrafuero era solidaria y se podía exigir íntegra a todos los partícipes del hecho, hacedores incluidos. ¡Alabado sea Dios! Por aquel tiempo falleció el obispo La Serna y no vamos a alegrarnos de eso.

Los dos o tres años siguientes las reclamaciones de los compradores que se veían desprovistos de sus niños, llovieron sobre los vendedores, pero lo cierto es que la hábil gestión del pleito hizo recaer la responsabilidad sobre todo en Vera. Que sólo conseguiría hacer frente a todo lo cargos tras multiplicar sus cabalgadas en Berberia.

 

Nunca me ha gustado esa clase de parrafadas que incluyen algunas biografías clásicas, como las Zweig o Belloc defendiendo a sus personajes, al menos en lo más profundo de su corazón. Las considero superfluas, atentatorias contra al carácter técnico-científico de una obra: el biógrafo debe ser neutral, como Dios en la creación ¿de quién es eso? Va, sin bromas. Un amigo, el profesor de la USC Álvarez-Hungría jr., conocedor de mi preocupación, él dice obsesión, por el tema Campo, pensó que sería buena idea invitarme a lo que llamó “un experimento”. Se mezclarían los alumnos de Derecho e Historias y representarían un Juicio a un personaje histórico. Sí, el mismo, je, je. Con la mala leche de que la sesión coincidió en medio de un puente y solo nos invitaron a los partícipes a café y bollos recubiertos de chocolate industrial. El que más habló fue un tal Cachafeiro Troitiño; debe ser un chapón, sin embargo, es rubio verdoso, no lleva gafas y tiene la corpulencia de un jugador de futbol americano. Lo que sigue son frases que he ordenado según mi criterio; retazos de mi intervención de la que no me siento orgulloso; recuerdos que acuden a mi mente en mezcla inextricable con los de manchas en los dedos de pringue de chocolate malo:

 

“Supongo que ahora que he vestido la toga debo asumir la defensa de Docampo. Está en riesgo que le quiten su nombre al remolcador del puerto de A Coruña, como a Colón las estatuas. Procedo, señorías (¿o dije señoritas?) No seré tan mal abogado de aludir a la extrema juventud de Sebastián cuando la Herodiada, veinticinco años, ni a despertar vuestros sentimientos hostilmente displicentes, presentándolo como un palurdo apenas recién salido de unos campos gallegos donde no había costumbre de la trata, de cosas peores, sí, de esa no.

“¿Puede uno sustraerse a su época histórica? ¿Podemos exigir a san Agustín, a Galeno, a Dante sentimientos ecológicos, solidarios, feministas…? Iré al caso más extremo, no me pararé en barras: ¿sabíais que Jesucristo aconseja a los esclavos agradar a sus amos? Bien lo podía saber, pues a dos de sus allegados, Pablo y Timoteo, el Nuevo Testamento (Filipenses 1:1) los define con la palabra griega doulos que significa esclavo. Y sin embargo Cristo es la revelación más portentosa de la idea de divinidad que ha existido en todos los siglos del hombre. Se sea creyente o no, uno se da de bruces con la idea de que jamás se había visto ni se verá algo tan arriesgado, tan nuevo: predicar el amor al prójimo en aquella sociedad romana cruel hasta el delirio, hasta la tortura y la crucifixión.

“¿Arrojarías tú la primera piedra? ¿Crees que puedes sustraerte a tu época? ¿Aceptarías ser un miserable si en el año 3000, digamos, se considerase un atentado de lesa humanidad el comer lechuga, un crimen contra las sanas fuerzas de la naturaleza? ¿En vez de las pildoritas? ¿Eh? ¿Eh?

“Descendiendo al caso concreto, no hay ni una sola cita de Sebastián participando en el genocidio gomero de Vera; en la defensa de la desvalida Beatriz, sí, en lo otro, no. En cuanto a las ventas de niños ¿has reparado que casi todas fueron como hacedor, por cuenta y cargo de Beatriz? ¿Eh? ¡La única cita en solitario es la 197 y se trata de un viejo de 24 años! Ya, vale. Está mal la venta de esclavos de cualquier edad, pero volvemos al pensamiento en bucle: la posibilidad de esquivar la propia época que te ha tocado vivir: sencillamente no existe. Solo he conocido un caso y era una mala película llamada El túnel del Tiempo.

“Y aun así, aun así, Sebastián a veces trasciende a su tiempo, cierto que a un nivel muy profundo. Campo aborrecía la esclavitud, la aborrecía de veras. Durante años tuvo un esclavo chino, un tipo de sirviente que se disputaban las mejores familias por su fama de cultura, inteligencia y limpieza. El género empezó a aparecer por los estrados de Occidente a raíz del acceso de los portugueses al mercado de Calicut, en 1498; una simple pieza se cotizaba en docenas de castellanos de oro. Lo lógico sería que desease transmitir a sus herederos un bien tan preciado y simbólico ¿no? Pues bien, no sólo ordena en testamento su liberación, sino que, en las mismas puertas de la muerte, afirma que la institución de la esclavitud le ocasiona un “cargo de conciencia”. Ya sé, pudo haberlo pensado antes, no hace falta que nos sigamos haciendo sangre con el temita. Pero, en aquel tiempo de Conquistadores embrutecidos; en aquel piélago de Islas Atlánticas ensangrentadas de acá y de allá ¿no es al menos una revelación emocionante?

 

declaro por descargo de mi conciencia y por decir verdad a Dios y al mundo y guardar salud de mi ánima que yo vendí un esclavo a Alvarado, vecino de Santo Domingo que es en las dichas Indias, el cual se llama García que es natural de Macao, que ahora tiene un criado del alcalde Rodrigo del Alburquerque, el cual ahorró el comendador mayor, gobernador que era en la isla Española. Y yo por descargo de mi conciencia, digo y mando que lo compren porque esta es mi voluntad de lo dejar libre, el cual yo vendí por treinta pesos de oro, éstos mando que den por él, y si costare más, que el dicho esclavo los pague y sirva por ellos 21.

 

“No propondré la absolución de mi defendido libre de cargos, no soy tan atrevido, camaradas. Tan solo pediré a esa docta asamblea (pitos) que repare en una circunstancia atenuante. Lo diré sin más: en aquel tiempo el gallego estaba como abducido por Beatriz de Bobadilla: como Fernando el Católico, como Colón, como el maestre de Calatrava ¿tan extraño parece, si al parecer la tal era mis Mundo, y Docampo venía de Tuy, donde las mozas criaban pelo en la sotabarba?”

 

Los aplausos fueron estrictamente los correctos, ni uno más, y el público estudiantil corrió gradas abajo, precipitándose hacia la mesa de los bollos pringosos, revelando a que extremos de degradación ha llegado la instrucción pública en nuestro país. ¿Se pensarán que un historiador es como un hincha del Barça o del Real, parcial, deshonesto y apasionado?

Álvarez-Hungría jr me lanzó una furtiva mirada por encima de sus gafas multi dioptrías, como sonriendo; ambos sabemos que para disimular la vergüenza que sentía. ¿No sí?

 

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1 Antonio RUMEU DE ARMAS. La conquista de Tenerife. 1494-1496. Aula de Cultura de Tenerife. Madrid, 1975.

2 Mariano GAMBÍN. Los años de hierro. Una sociedad en formación. El comienzo de la colonización en Gran Canaria (1483-1511). Amazón Kindle, 2020.

3 Eduardo AZNAR VALLEJO. Documentos canarios en el registro del sello (1467-1517). Instituto de Estudios Canarios. La Laguna (Tenerife), 1981.

4 GAMBÍN. Ibidem.

5 Dominik Josef WÖLFEL. Don Juan de Frías. El gran conquistador de Gran Canaria. Museo Canario. Las Palmas, 1953.

6 José TRUJILLO CABRERA. Episodios gomeros del siglo XV. José Trujillo Cabrera. Ediciones Idea. Tenerife, 2010.

7 Juan ABREU Y GALINDO. Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria. Imprenta Isleña. Tenerife, 1818.

8 Eduardo AZNAR VALLEJO. Documentos canarios en el registro del sello (1467-1517). Instituto de Estudios Canarios. La Laguna (Tenerife), 1981.

9 Tomás MARÍN Y CUBAS. Historia de las siete islas de Canarias, libro 2º. 1694.

10 AZNAR VALLEJO. Ibidem.

11 Manuela MARRERO RODRÍGUEZ. La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna, 1966.

12 GAMBÍN. Ibidem.

13 Ibidem.

14 TRUJILLO CABRERA. Ibidem.

15 Ibidem.

16 AZNAR VALLEJO. Ibidem.

17 Antonio RUMEU DE ARMAS. Los amoríos de doña Beatriz de Bobadilla. Anuario de Estudios Atlánticos. Las Palmas, 2004.

18 TRUJILLO CABRERA. Ibidem.

19 Ibidem.

20 AZNAR Y VALLEJO. Ibidem.

21 Carmen MENA GARCÍA. Aquí Yace Sebastián de Ocampo a quien Dios perdona. Anuario de Estudios Americanos. Julio-diciembre, 2012.

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